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«ERES TU, SOLO TU»⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀_______________________________⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

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«ERES TU, SOLO TU»
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La brisa del viento, el olor del mar salado. Fueron cosquilleos que terminaron por despertar a Aemond, su vista nublosa y desenfocado.

«¿Una mancha negra?» pensó cuando su único ojo vio una nublosa mancha negra, reconoció el cielo pero a medida que parpadeaba, la mancha negra se aclaró y la gigante cabeza de Vaghar tomó forma frente a él.

La dragona lo observaba fijamente y al momento de ver a su jinete despierto, la gran bestia giro la cabeza acostándose sobre la arena.

Aemond siguio recostado, la mente en blanco producto del golpeó, parpadeó lento y luego rápido, fue cuando de pronto todos los recuerdos llegaron como golpes a su adolorida cabeza.

El en Rocadragon, Lucerys sonriendo, Bastión de Tormentas, su pelea con Daeron, su vuelo en plena tormenta y el momento exacto que vio a Lucerys caer con Arrax.

—¡Lucerys!

Grito y su cuerpo de golpe levantó, el corazón se le aceleró y la desesperación volvió a él. Miró a Vaghar, cómo su ala parecía cubrir algo. El miedo sintió y las ganas de gritar lo golpearon.

—¿Tio Aemond?

Fue tan rápido, cuando su cabeza giró y vio la silueta de Lucerys a unos metros de el, su corazón latió aliviado.

—¡Tío Aemond! —Lucerys sonrió a la distancia, dejo caer los pedazos de madera en sus brazos y corrió, llegando a él. Aemond fue más rápido que atrapó a su sobrino contra su pecho, se aferro a él con el miedo aún en su corazón.

Casi pierde a Lucerys, no iba a perdonarse por ello.

—Despertaste, creí que no lo harías. —Pudo escuchar la voz de Lucerys contra su pecho pero más que responder, se aferro a su cuerpo antes de separlo, tomó su rostro y examino. Halló un corte en la frente de Luke, su labio igual lastimado y su pómulo derecho ligeramente rojo.

—Estás herido. —Pronunció y siguio examinando, bajo su vista, había pequeños cortes en su cuello y mucho más abajo, en su brazo izquierdo una herida cubierta con tela, aun así pudo ver la sangre retenida entre la tela blanca. —Estás herido. —Volvió a repetir pero ahora la preocupación sonó en su voz.

—Son lesiones leves. Estoy bien. —Lucerys tomó su mano llevandola hasta su mejilla lastimada dejando caer su rostro. Aemond se fijo en esos marrones ojos que provocaron latidos descontrolados, no de miedo, por el contrario fue en sentimiento tan diferente, uno que no había sentido a menos que no fuera provocado por su sobrino.

𝐋𝐄𝐀𝐋𝐓𝐀𝐃 𝐀𝐋 𝐀𝐌𝐎𝐑 - Lucemond & Jaegon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora