🪐 𝐋𝐄𝐀𝐋𝐓𝐀𝐃 𝐀𝐋 𝐀𝐌𝐎𝐑 | Aemond no va a Bastión de Tormentas después de la coronación de Aegon II, por el contrario acude a Rocadragón a jurar su lealtad hacia Rhaenyra por una sola persona.
Lucerys Velaryon.
O donde Aemond ama demasiado a...
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«Dragones»
Sus ojos se abrieron de golpe, la respiración agitada y el dolor de su torso. Joffrey llevó ambas manos al suelo y trato de levantarse, el temblor en su cuerpo y la presión en su cabeza.
—Lucerys..—Buscó con la mirada alguna señal de sus hermanos más lo único que encontró fue el ardor de las llamas, fuego que consumía cada vez la madera del barco.
El cielo claro teñido de negro, el naranja del fuego más fuerte y ninguna señal de vida más que la de el.
El rugido de su dragon lo hizo darse cuenta de su realidad.
La sangre que se derramaba de la herida profunda que le habían provocado. El dolor y la debilidad en su sistema.
—Tyraxes! —Llamó, su dragon reaccionó alateando sus alas con el fin de llegar a él. Pero debido al fuego era casi imposible. —Tyraxes..
Necesitaba ayuda, era claro. Camino atrás ves del barco, vio cuerpos sin vida de los soldados y sirvientes que habían venido con ellos.
Avanzo hasta el borde, donde por una lanza había creado una abertura, salto hacia al agua fría y salada, se movió y llego hasta el pedazo de madera de barco del cual se sujetó.
Tyraxes pudo llegar hacia el, bajando y posando su cuerpo en la madera. Joffrey se levantó, aun cuando la herida le ardió y dolió. Con pesadez y más dolor, logró llegar al lomo de su Dragón, subiéndose y aferrándose a la bestia. —Vuelva, Tyraxes..vuela..
El Joven Dragón logró llevarlo hasta la orilla de una pequeña isla, la cual no quedaba demasiado lejos de donde habían sido emboscados. No se sentía con fuerzas para seguir volando, era más seguro que terminara cayéndose por lo optó por bajar.
Con la tela de su capa, se envolvió el abdomen, lo suficientemente fuerte para evitar desangrarse aunque no dudaría que ya habría perdido demasiado.
Sentado sobre la tierra y sintiéndose mariado, cayó para atrás, pero no tocó tierra, por el contrario, se había apoyado en algo. Mirando hacia arriba, vio la cabeza su dragon. Tyraxes se había acostado detrás de él, y sus alas y cola lo rodearon, y la sensación de estar protegido le hizo derrarmar lágrimas.
—Oh, Tyraxes..mi amigo..—Hasta ese punto fue que el miedo lo envolvió, ya no sólo era dolor, miedo, terror, desesperación en su corazón, no sabía si su hermano Aegon habría logrado llegar, si su dragon Borrasca no había perecido en medio vuelo, no sabía de Lucerys ni Viserys.
No quería pensar en la reacción de su madre. En los sentimientos que tendría ante lo que había pasado, en las reacciones de sus medias hermanas, ni siquiera en su padrastro.
Solo quería ir a casa, que su madre le diría que todo estaría bien, no quería morir, no aún.
