Cae la noche,
y la culpa me consume.
Cambiar el pasado me gustaría,
pero a la vez, siento que me asustaría.
¿Qué hago?
Cierro los ojos,
y me veo envuelta en una fantasía.
"No puede ser",
me digo a mí misma.
"Debo estar soñando",
repito, alucinando.
Estamos lejos de casa,
dentro del recuerdo.
Avanzo a paso ligero,
esperando encontrarme lo peor,
pero resulta ser lo contrario.
Veo a la razón de mi locura,
aquella mujer, a quien acompañé en su sepultura.
Una sonrisa se me escapa,
y corro hacia ella,
para abrazarla.
"Es increíble que te pueda tocar",
susurro, fascinada.
"No puedo creerme que te pueda ver",
comienzo a sollozar, aliviada.
"Te extrañé mucho, no sabes cuánto",
confieso, gimoteando.
Ella fue mi primer amor,
y la perdí por mi temor.
Me hubiera gustado poder tenerla más,
pero me tocó tener que dejarla atrás.
Ella se despegó de mí,
y sentí que me iba a morir.
"¡Por favor no te vayas!"
Le rogué, a punto de estallar en lágrimas.
"¡Te necesito aquí!"
Solté, cuando ella estaba de espaldas.
"Debes superarme, dejarme partir"
Respondió, girándose hacia mí.
"No puedes seguir en la penuria"
Finalizó, déjandome en la lluvia.
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Entre versos y otros tesoros: antología
PoesíaApartado especial para los poemas ganadores de los desafíos organizados por el perfil de poesía en español.