Me despido de ti para siempre,
de todo lo que nunca fuiste
y no serás jamás.
Dejaré atrás las fotografías donde
no apareces,
obsequiaré todos los abrazos,
que nunca pude darte,
y gritaré todos los te quiero,
que guardé especialmente para ti.
Cerraré aquella puerta,
que siempre estuvo abierta esperando por ti
y dejaré volar la esperanza para alguien más,
porque comprendí que no puedo vivir aferrada
a un recuerdo inexistente,
siempre esperando,
siempre añorando,
siempre en pausa,
ya no más.
Aún no lo sabes,
pero esta es nuestra última charla,
yo presente y tú siempre ausente,
como todos los años,
como cuando niña,
como siempre,
una vida entera.
Pero hoy,
todo es diferente,
hoy abrazo a aquella niña,
hoy le digo, lo hemos logrado,
no quedan más lágrimas,
no queda más rabia,
no queda más espera,
no queda más dolor,
solo cicatrices.
Y si, duelen las despedidas,
pero es tan necesario
sellar las heridas con este adiós,
y no es que hayas partido de esta vida,
aún estás en alguna parte,
quizá sonriendo,
quizá llorando,
quizá despidiéndote al igual que yo,
dónde sea que estés
déjame darte este último abrazo,
déjame decirte PAPÁ en voz alta,
por única y
última vez.
Déjame decirte,
que hoy me despido de ti para siempre,
de todo lo que nunca fuiste
y ya no podrás ser jamás,
porque el tiempo no vuelve,
porque ya nada se puede cambiar,
y tu vida,
y mi vida,
seguirán por caminos separados.
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Entre versos y otros tesoros: antología
PoesíaApartado especial para los poemas ganadores de los desafíos organizados por el perfil de poesía en español.