Invierno-IV

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Los días malos continuaban contando, parecían no tener fin y mucho mas con la notica que los despertó aquella mañana, nuevos asesinatos y esta vez la voz se corrió por todo el reino.

Una familia completa habia quedado totalmente irreconocible cerca de Westminster, fue estúpido intentar ocultar los cuerpos pues quien haya sido se encargó de dejarlos a simple vista en una de las veredas mas transitadas por los comerciantes. El pueblo entero entro en pánico y la reina tuvo que intervenir viéndose obligada a decir la verdad, por ello, muchos comenzaron a armarse para protegerse, incluso los mas pequeños.

En cuanto al castillo, es un completo alboroto, cualquiera que se viera husmeando o si quiera un poco sospechoso seria llevado al calabozo e interrogado por varios de los caballeros.

Su padre no ha hecho más que trabajar al igual que todos los duques, incluyendo a Louis, al personal no se les permite salir por el momento y Harry ha permanecido gran parte del tiempo en la habitación sin saber que otra cosa mas hacer.

Lentamente transcurrió una semana y no recibió disculpa alguna de parte de Louis, aunque no le sorprende, pero si lo decepciona, bien sabe que por su capricho merece que estén enojados, pero no va a tolerar insulto alguno, su intención nunca fue perjudicar a nadie.

Ahora que el castillo era un caos y no habia razón alguna para estar allí será enviado de nuevo a casa con su madre, quien no ha dejado de expresar su preocupación y Harry no quiere verla enferma debido al estrés. Por las dudas tomó prestado el libro de la biblioteca para esconderlo con sus pertenencias junto con la libreta que lo acompaño en su corta visita.

No pudo despedirse de su padre, mucho menos de Elizabeth o Sir Louis y no quiso formar un alboroto, simplemente dejo que la carrosa recorriera los senderos mientras Westminster despareciera a sus espaldas.

Fue escoltado por seis soldados que se veían peor o igual de cansados a Harry, el camino cada vez era mas tortuoso, habia nieve reluciendo por todo el camino, posándose en las grandes copas de los árboles también contando la nieve cayendo del cielo mojando sus trajes.

El rizado trataba de ayudar por cualquier medio, pero los guardias se negaban y lo incitaban a descansar, cosa que Harry odio por un momento, pero luego de ver el paisaje que se estaba presentando por el horizonte lo hicieron sentirse tranquilo y sin preocupaciones, gran error.

La carrosa se detuvo después de unos minutos en los que avanzaron con mas facilidad, los caballos relincharon y no dieron un paso mas, aparentaban querer retroceder sin atender las ordenes de los caballeros.

–¿Qué sucede? – cuestionó preocupado al ver a los caballos ariscos

–¡Sir Harry no salga del carruaje! – ordenó Arturo alarmado

Le era imposible ver algo mas allá, las ventanas estaban empañadas y el bosque extrañamente quieto, ni una sola ráfaga de aire los sacudía, no se escuchaba el sonido de las aves, la brisa o algo en el ambiente, solo sus respiraciones y bufidos de los corceles que aun continuaban halando las riendas.

calculaba el trascurso de segundos hasta que, dentro del bosque, en la oscuridad infinita aun cuando la noche no llegaba, el sonido de la madera de los árboles se empezó a escuchar, era un sonido al que comparo como un rastrillo, como si fueran uñas rasgando la superficie. Entonces los caballos se desesperaron intentando huir.

Harry observaba por todas partes con el corazón desbocado y la respiración agitada, de pronto, sus sentidos dejaron de funcionar, ya no escuchaba nada, su cabeza dolía y un sentimiento de asfixia lo invadió, su vista era lo único que conservaba y eso no era algo positivo, mas bien, lo hizo desesperar de sobre manera.

Strigoi L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora