Strigoi L.S

Verano - XIV

La normalidad había vuelto a la ciudad, las actividades transcurrían como ya era costumbre como en los puestos de comida, como el hombre que siempre vendía sus grandes y jugosas manzanas todas las mañanas, el panadero deleitando las narices y paladares con el pan recién hecho, entre otras personas que hacían su mejor esfuerzo para subsistir, Pero para Harry el tiempo se había quedado estancado.

Adelantaba todo el trabajo que podía hasta que sus manos dolían, solo para que lo recibiera su fría cama y soledad, sintiendo como si una parte de sí mismo faltara creando una sensación de ahogamiento.

Se había asegurado de que sus heridas ya no tuvieran necesidad de estar cocidas para que pudiera regresar en buenas condiciones, las puntadas habían sido retiradas, aunque no han sanando del todo, debía aplicar los ungüentos cada tanto, pero ya no era una molestia y su espalda agradeció por fin tener movimiento al momento de dormir.

El día que regresó, lo primero que paso por su cabeza fue verse al espejo de cuerpo completo, arrepintiéndose en el segundo que lo hizo, había terminado llorando en el suelo por horas, sumando que su rostro aún no borraba la marca violácea debajo de su ojo, no era de era tan visible como antes, pero Harry sí que la notaba al igual que las cicatrices que aún persistían, sin olvidar la de su cuello. Sollozaba fuertemente al ver cada parte de su anatomía, sentía que nada le pertenecía, ya no estaba esa parte de sí mismo que añoraba, siempre gozo de una buena autoestima y ahora no soportaba verse, lo odiaba, odiaba a quienes le hicieron sentirse inconforme y haberlo maltratado de tantas formas. Para el colmo Louis no regresaba de una misión importante encomendada por la reina, ni siquiera se había dignado a despedirse.

Debido a toda esa descarga emocional los días no mejoraban, despertaba, no se duchaba, apenas si podía probar sus comidas, el apetito iba y venía cuando queria, la noche llegaba, descansaba y de nuevo empezaba, luego recordaba todo de golpe para de nuevo terminar llorando mientras escribía o firmaba documentos.

No sabía si debía hablar con alguien al respecto, su madre no era opción, casi tuvo un ataque cuando se enteró de lo sucedido después de enviarle una carta aun cuando se aseguró de repetir la frase "estoy bien" más de una vez.

Hablar con su padre no serviría de mucho, no es alguien con el que se pueda profundizar en temas como las emociones, de hecho, en nadie de su familia confiaba a tal punto, los amaba, pero no era una opción.

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Había perdido la noción del tiempo, entre trabajo y lágrimas, probablemente dos semanas desde que regreso al palacio, tan perdido a la vez decaído sin encontrar una pizca de chispa en su interior, pero todo cambio cuando decidió levantarse mas tarde de lo que generalmente estaba acostumbrado, esperaba todo, menos encontrarse con él en medio del pasillo.

Louis estaba allí, pasmado en el pasillo que conectaba sus habitaciones, Harry se hacía una idea de cómo estaba su aspecto, cabello hecho girones, aunque estaba recogido en un rodete, tal vez su piel se veía grasosa debido a los días que no ha querido ducharse y su ropa no era la mejor muda de su closet, tal vez eso era lo que el mayor veía con tanto detenimiento y semblante serio, ni si quiera podía verlo a los ojos, lo había estado evitando y ahora tenía que dar la cara.

–¿Te encuentras bien? –

Había pasado tiempo y lo primero que preguntaba era ¿si estaba bien?, no era lo mejor para iniciar una conversación, pero dejaría que las cosas fluyeran a su modo.

Un aire de tensión se percibía en el ambiente

–De maravilla, ¿Qué tal el viaje? – no sabía que más podría cuestionar

–De maravilla–

Harry sonrió incómodo sin saber que decir al igual que Louis, ambos estaban allí en silencio como si fuera una obligación el solo tener que saludar.