Extra de Halloween

89 13 3
                                    

Noah Jones

Con el tiempo el refugio/ciudad, había crecido, hasta ya parecía casi una ciudad. Por lo tanto, la mayoría o bueno, todos, estaban celebrando Halloween. A mi no me había interesado celebrarlo, pero cuando Vianca me miro suplicante con esos ojitos, no pude negarme.

Así que aquí estaba, caminando con mi hija.

Mi hija, que hermoso sonaba eso.

Estaba caminando pidiendo dulces con ella, y para mi mala suerte, Mateo nos acompañaba. Su madre había llegado a visitar a nuestra casa, pensando que Mateo y Vianca podían distraerse. Así que mientras mi hermosa esposa y la mamá de Mateo estaban en casa charlando, yo cuidaba a mi niña.

Ella llevaba un pequeño disfraz de Maléfica, y Mateo están disfrazado de algo a lo que su madre llamo un Vampiro.

—Papi, vamos a ir a esa casa.

Le di una sonrisa asintiendo.

La sonrisa se borró en el momento en el que ella tomó de la mano a Mateo y lo llevo con ella, él ni siquiera se quejó, muy al contrario, sonreía.

¿En algún momento dejaría de sentir estos celos de padre?

Yo espere cerca mientras ellos pedían los dulces y volvían sonrientes.

Luego de pedir en unas cuantas casas más, decidimos regresar a casa.

No se si recuerdan cuando dije que Mateo le era totalmente indiferente a mi princesa, pues al parecer con el tiempo ya no le fue tan indiferente. Por que en este preciso momento le estaba tomando la mano a mi princesa.

Y como el buen y encantador padre que era, me puse en medio de los dos agarrando sus manos de ambos, logrando que,  se separaran.

Vianca me miro y puso los ojos en blanco, era la viva imagen de su madre cuando hacia eso.

—¿Cómo les fue?—pregunto mi hermosa esposa cuando entramos.

Vianca fue corriendo a contarle todo, y Mateo hizo lo mismo con su madre.

Me acerqué a Samanta.

—Hola nena—dije dándole un beso.

Me dedico una sonrisa y continuó escuchando a nuestra hija muy atenta.

Fui a la cocina para servirme un vaso con agua.

Pasaron unos segundo cuando escuche su voz.

—Vianca me dijo, que no dejaste que Mateo le agarraba la mano—dijo Samanta entrando en la cocina.

—Eso no es cierto—dije mirándola.

Se acercó lo suficiente y me rodeó el cuello con sus brazos, a lo que yo la atraje más a mi.

—Yo creo que si fue cierto—dijo muy cerca de mi boca.

—Simplemente no quiero que él piense que puede rechazarla, y luego venir y querer agarrarle la mano.

—Son niños Noah. 

—Eso decía mi abuela cuando mi primo jugaba a hacerse el borracho, ¿y sabes como terminó? Siendo un alcohólico.

Ella negó sonriendo.

—Simplemente te pido, que no hagas que ella pierda la confianza en ti.

—Yo jamás dejaría que eso pase—puse un mechón se su cabello detrás de su oreja.

—¿Qué va a pasar cuando ella quiera contarte algo sobre un chico? Estoy segura que va a dudar contarte por miedo a tú reacción.

Buen punto.

CAMINAR ENTRE ZOMBIS [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora