Un buen pasado

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Rubius aún recuerda cuando era un niño y vivía con sus abuelos, aquellos que lo amaron siempre y le dieron el cariño que sus padres ya no pudieron ofrecerle.

Recuerda el aroma a galletas, la brisa fresca del mar y sobre todo los consejos de su abuela. En este mundo hay frases que te marcan para siempre y para el fueron las que le dijo su abuela después de una discusión que había tenido con sus compañeros de la escuela.

Ese día un pequeño Rubius de 6 años llegaba con un gran ceño fruncido y no quería hablar, su abuelo había intentado hacerle conversación pero no resultó y al ver esto su abuela le pidió hablar después del almuerzo. A pesar de que el no quería, era incapaz de decir que no a una petición de sus seres más queridos.

Cuando terminaron de comer recuerda haberse sentado en frente de su abuela y ver cómo ella mantenía una sonrisa pacífica en su rostro sin mencionar ni una sola palabra, le pareció raro y como todo infante confundido pregunto si no iban a hablar. Su abuela sonrió aún más y le dijo que la vida es muy corta como para no ser feliz, el se mantuvo confundido pues pensó que hablarían de la pelea con sus compañeros y no entendía porque su abuela decía aquello. Ese día no obtuvo la respuesta a su interrogante pero lo que si obtuvo fue un gran abrazo de sus abuelos que lo hizo sonreír.

Desde ese día se preguntaba porque un abrazo te podía mejorar el día y el estaba dispuesto a obtener una respuesta. Al preguntárselo a su abuelo recuerda que el dijo que el amor te hace sonreír y que cualquier cosa que sea hecha con amor es lo que nos da a los humanos una esperanza de un mundo mejor. El decidió creer fielmente en eso.

Cuando cumplió 15 años recuerda que algunos de sus compañeros ya tenían pareja o por lo menos una persona que les gustara, sin embargo, a él no le atraía nadie. Muchas veces llegó a la conclusión de que tal vez el no estaba hecho para una relación o tal vez era muy pequeño para eso ya que era mucho mejor pensar aquello que hacerle caso a su mente cuando esta le decía que no merecía ser amado.

Al cumplir 18 años notó que sus abuelos siempre le sonreían a todos hasta a las personas que les hicieron daño en el pasado, Rubius no lo entendía y a veces pensaba que eran hipócritas pero se dió cuenta de que la mayoría de personas mejoraban su ánimo después de recibir una sonrisa de alguno de sus abuelos, en ese momento recordó la sonrisa que le dió su abuela cuando era un niño. Ahí llegó a la conclusión que la felicidad se comparte y sobre todo decidió ser esa pequeña luz en la vida de todos los que conozca, porque si puede mejorar el día de alguien con una simple sonrisa, definitivamente lo haría.

Desde ese día se volvió alegre y risueño todo el tiempo, todos quienes lo conocían valoraba ese aspecto y lo agradecían pues era como una brisa fresca después de la tormenta.

Muchas personas se fijaron en él debido a este rasgo pero Rubius amablemente rechazaba a todos obviamente tratando de no herirlos, ya que el había decidido que estaría solo con la persona a la que ame así como habían hecho sus padres y sus abuelos.

La vida de Rubius había sido maravillosa pero no todo dura para siempre.

Todo se quebró el día que murió su abuelo...

Un Rubí sin brillo-RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora