Capitulo Cinco

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MAXINE BINNOTO

De vuelta en el resintió de Ferrari, mi ya segundo hogar.

Entró a las oficinas y a mi alrededor el personal se encontraba agitado. La presión que ahora todo el equipo conllevaba era mucho. No veía a una sola persona que no se encontrara preocupada por algún factor en la carrera. Las juntas de equipo eras demasiado largas, recién y podía ver a papá para cenar.

Ahora mismo caminaba sin ninguna ruta alguna. Ya había echo de todo allí en la oficina de papá esta mañana, necesitaba un respiro de las cuatro paredes.

Por los pasillos saludo a todas esas caras tan conocidas. Pero la realidad es que no deseaba encontrarme con ellos, allí solo buscaba a una persona en especial.

Habían pasado largos días sin haber visto a Charles o recibido una noticia suya. Tampoco ya no solía ir conmigo como lo hacía, en cambio cada noche regresaba sola a casa.

En su honor me aseguraba de utilizar la gorra de Ferrari que el mismo me habría obsequiado el segundo día que nos habíamos conocido. Una forma de sentirlo cerca de alguna extraña manera.

A mis espaldas siento un cosquilleo que me recorre toda la espina dorsal. Una mirada penetrante.

Giro sobre mis talones para encontrarme con los ojos coloridos de aquella persona que había tanto buscado.

Charles estaba de pie a unos cuantos metros de mi. Un grupo grande de personas lo rodeaban y hablaban, quizás dándole explicaciones pero aún así el no parecía estar escuchándoles del todo, puesto que su atención la tenía en mi.

Le sonrió un tanto nerviosa y veo cómo es que su sonrisa de el se agranda.

Tomando la iniciativa camino hacia con el. Nuestras miradas aún conectadas mientras que yo me acercaba.

—Andando. —entonces escuchó como una de las personas que lo rodeaban le ordena. Charles me otorga una mirada breve antes de ser arrastrado por todas esas personas hacia una de las oficinas de junta.

Esa fue la primera vez que lo logre ver en días, pero jamás espere que esos días se convirtieran en semanas.

Tres semanas más tarde entraba de vuelta a la oficina de mi padre, está completamente desierta. Me dedico a aprovechar el tiempo a solas como para empeñarlo en deberes.

Esa misma tarde me dirijo hacia la cafetería en busca de mi almuerzo.

Tomó asiento en una de las mesas al lado de los ventanales. Sonrió por inercia ante el recuerdo de mis amigos, como deseaba que estuvieran aquí.

Por su parte a Carlos había logrado verle un par de veces en ese lapso de tiempo, todas aquellas al habernos saludado brevemente en los pasillos, y/o que el me llamara vía videollamada.

Tras unos minutos más tarde terminó mi merienda y voy de regreso a la oficina de mi padre.

Entre los pasillos distingo voces y pasos apresurados de una pequeña multitud de personas. Y es entre todas aquellas cuando distinto a una persona en específico.

Me apresuró a ir detrás de esas personas.

—¡Hey! ¡Charles! —lo llamó apresurada. Veo cómo es que su mirada alza y me busca, el gira hacia atrás y me mira brevemente.

Ni una sola sonrisa asomó a su rostro como de costumbre, y en cambio una mirada sin expresión recibí. De nuevo dirigió su mirada al frente y continuó con su trayecto.

Quedó de pie allí.

Yo solo quería hablar con el, bromear como solíamos hacerlo. Me había vuelto cercaba a el que ahora en este lapso de ausencia comenzaba a sentirlo interminable. Solo quería su compañía, poder hablar como solíamos hacerlo.

Corriendo Contigo vol. 1 【 charles leclerc 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora