Capitulo Once

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MAXINE BINNOTO

Dejo de respirar cuando sus labios se sellan con los míos. Y joder, estos eran tan suaves como tanto había imaginado. Me tomo solo un par de microsegundos ser consiente de la escena y seguirle el beso con la misma necesidad.

Sonrió apenas nos separamos y sus ojos de color buscan los míos.

Los gritos eufóricos del público a nuestro alrededor nos trajo a ambos a la realidad de aquella pequeña burbuja que habíamos creado.

Siento los reflectores de las cámaras sobre nosotros cuando nuevamente el me atrae a sus brazos y me abraza con fuerza en medio del caos.

—Te quiero, Maxine. —confiesa en un susurro solo audible para mi. Sonrió sobre su pecho y me aferro aún más a él.

Lamentablemente no podía detenerlo a permanecer a un lado mío en ese momento, y otorgándome una pequeña sonrisa y recibiendo un asentimiento de mi parte, Charles se marchó de vuelta corriendo al podium no sin antes recibir una mirada aprobatoria de mi padre antes de marcharse.

Aún allá arriba no podía evitar mirarlo. Tenía mis ojos fijos en el, y Charles también en mi. Era como si lo demás a nuestro alrededor no existiera y solo nos centrarnos en la mirada del otro que con eso era suficiente para entendernos mutuamente.

La celebración llegó a su fin con la típica e icónica bañada de expendido champagne. Los tres pilotos mojándose en el escenario al ir agitando las botellas e ir esprayando al otro.

Estoy devuelta en el garage de Ferrari en la espera de mi padre. Estar en completa soledad allí resultaba extrañado, comúnmente estaba tan acostumbrada a observar y escuchar el caos que era ahí de la compañía de los pilotos y mecánicos, en cambio después de una victoria venía la paz.

Con admiración miró atentamente el monoplaza rojo frente a mi, apenas y deslizó mis dedos por la pintura. Era increíble como este mismo vehículo hace una hora atrás había estado en pista a más de trescientos kilómetros por ahora y aún así seguía intacto, impecable como es que lo habían dejado los mecánicos.

—¿Te gusta? —escuchó a mis espaldas la voz tan reconocida.

Giro sobre mis talones para ver la silueta de mi mejor amigo frente a frente. Carlos estaba de pie frente a mi ya vestido con ropa que no fuera el común uniforme de la Scuderia, su cabello alborotando y un tanto húmedo por recién haber tomado una ducha.

Sus brazos me reciben con cariño cuando esté los alza y me insista a abrazarlo con fuerza.

—¿Así que tú y Leclerc, Maxie? —mis mejillas se sonrojan con solo recordar. Carlos al instante lo noto y no pudo contenerse a no reír.

—¡Basta! —me quejo, con mis manos cubro mi rostro avergonzada.

—Es bueno Maxie, me agrada. —su confesión me toma por sorpresa. Carlos siempre había sido una persona que no con gran frecuencia decía un cumplido sobre otra persona, y en este caso que aceptara a un chico para mi.

En cambio, decido ignorar lo último y aprovecho para felicitarlo por su victoria. —Esa sonrisa en el podium se te veía muy bien, gruñón. —Carletes ríe abiertamente, una de sus manos terminó por despeinarme el cabello juguetona mente, un quejido recibió de mi parte.

Varios minutos Carlos y yo pasamos en el solitario garage. El hablaba sin parar de lo ilusionado que se encontraba por las vacaciones y lo que tenía planeado hacer para ellas.

Fue hasta que el asistente de mi padre me buscó que me obligó a despedirme de mi mejor amigo.

—Maxine, tu padre te espera. —me informó este impaciente.

Una comprensible sonrisa me regala Carlos y como último lo abrazó con fuerza antes de salir del garage.

El mismo helicóptero que nos habría traído por la mañana nos esperaba en la zona del helipuerto. Papá en mi esperaba me ayuda a subir a la pequeña cabina.

—¿Y bien? ¿Tengo que preocuparme por que Charles me pidió que te dejara salir a una cita esta noche? —su pregunta me dejó helada en mi asiento.

—¡¿Que?! —exclamó girándome hacia el. —¡¿Cita?! ¡Yo no sabía de ninguna! —gritó histérica. Papá ríe en vez de ayudarme entrar en calma de nuevo.

—Oh, Maxie.

Cruzamos la ciudad completa en cuestión de minutos y para cuando el helicóptero aterrizó de nuevo en el helipuerto del hotel, no me demoro mucho en salir corriendo hacia el ascensor.

Tendría una cita, una en mucho tiempo y que al parecer con alguien quien le agradaba a mi padre y mejor amigo. Bueno, el lado positivo de esto es que no debía de preocuparme porque ellos saliera corriendo tras el con un bate. ¿Pero que pensaba? Era de Charles quien se trataba, el mejor amigo de mi mejor amigo y el hijo deseado que jamás tuvo mi padre, con razón ya era que lo amaban más que a mi.

Dos horas más tarde estoy frente al espejo del baño dando los últimos retoques a mi maquillaje. Veo complacida con el resultado, había ondulado mi cabello castaño y maquillado un tanto sencillo. Para mi suerte en este viaje había decidido empacar con un vestido más para la gala en caso que decidiera cambiar de opinión en último momento esa noche, solo que a excepción del otro vestido este era corto y de un color vino.

Quedó helada al escuchar la puerta de la habitación siendo abierta por mi padre.

—¡Hola, Charles! —escuchó como lo saluda cordial y de una manera más animada que de costumbre.

—Mierda. —murmuró para mi misma. A toda prisa tomó mi bolso y salgo del baño con dificultad por los tacones.

—Hola. —el saludo de Charles me recibe al acercarme.

—Hola. —saludo timida, fue inevitable no sonrojarme y sentirme intimidada por la manera en la que el me miraba, siendo consiente del recorrido completo que ya me había hecho a mi atuendo.

—Cuídala, Charles. —le advierte mi padre. Este asiente obediente, una de sus manos enrollándose en mi cintura al haberme acercado a él.

Al igual que el, yo también lo había observado a detalle y había deducido cuánto me encantaba verle de traje negro, ojalá así se vistiera todos los días. Muerdo mi labio inferior desprevenida mente al imaginar cómo sería desprender ese atuendo suyo de una manera desesperada y necesitada

—Adiós, Maxie. —la voz de mi padre me trae a la realidad. Un tanto confusa recibo su pequeño abrazo.

—Adiós, papá. —me aferro a él.

—¿Debo de preocuparme por los condones? Olvídalo, quiero nietos. —susurra en mi oído. Mi cuerpo se tensa con escucharlo decir.

—Papá. —murmuró en su oído, una risa divertida obtengo como respuesta.

Al parecer papá era quien más necesidad tenía por que Charles y yo estuviéramos a solas, porque fue el mismo quien terminó por echarnos de la habitación a prisa.

—Creo que le caigo bien. —la voz y sonrisa divertida de Charles me dejan nuevamente en una ensoñación.

—Ya lo creo. —rio.

Dejo de respirar cuando veo como el se acerca aún más a mi y se inclina para así, una vez más, sellar sus labios con los míos. Debía de admitir que ya esto comenzaba a encantarme.

—¿Que tienes planeado para esta noche? —preguntó curiosa y con una gran sonrisa adornando mi rostro.

—Pasarla contigo.

—Pasarla contigo

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Corriendo Contigo vol. 1 【 charles leclerc 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora