Antes
Arya desempacó con entusiasmo el nuevo vestido que le había traído la reina Alicent. Había sido confeccionado sólo para la ocasión, y no podía esperar a ponérselo. Cogió el vestido y lo puso sobre su cama, observando todos los detalles bordados. La tela era de seda de Lyseni, teñida de negro. Había un dragón aguamarina en la espalda, que le recordaba a quién pertenecía. Era precioso. Los extremos de las mangas estaban bordados con cabezas de lobo, pero, si uno se fijaba bien, notaría unas llamas de un verde intenso alrededor de las cabezas de lobo. Las mismas llamas ardían en la parte inferior del vestido, subiendo casi hasta la cintura.
Es el faro de los Hightower, comprendió Arya. Cada vez que Oldtown llamaba a sus estandartes a la guerra, el faro Hightower brillaba de color verde. Los Verdes habían tomado ese nombre por el vestido que la reina había llevado en la boda de la princesa Rhaenyra con Ser Laenor, y desde entonces la baliza de los Hightower no había cambiado de color. Seguía siendo verde, recordando a todos que Oldtown estaba preparado para la guerra. Un sentimiento de pertenencia envolvió a Arya. La lealtad que los Hightower se profesaban unos a otros le recordaba a la que unía a los Stark. Cuando uno de ellos llamaba a la guerra, los demás le seguían y se defendían.
—¡Es precioso, mi reina! —le dijo a Alicent, con una emoción infantil. —Quiero llevarlo todos los días, ¿puedo?
—No cariño, pero te mandaré a hacer otro —rió amablemente la reina. —Este solo es para el funeral, te lo prometo.
—Siento lo de Laena —susurró la joven, olvidándose momentáneamente del vestido.
—Todos lo sentimos, querida. Tal vez Ser Criston pueda acompañarte al Bosque de Dioses a rezar por ella, ¿qué te parece?
—Gracias —respondió Arya tras pensarlo un segundo.
—Él estará allí cuando quieras rezar—dijo la reina con una pequeña sonrisa.
Arya sintió una punzada de lástima por la reina. ¿Qué tan preocupada estaba por el próximo regreso del Príncipe Daemon? Era un campo de batalla para Alicent, un lugar donde todo el mundo escudriñaría sus palabras y acciones con cuidado. Sería la primera vez que todos los Verdes y los Negros entrarían en acción, y la reina debía estar ansiosa por el resultado. La joven Stark agarró la mano de la Reina, mirando a la mujer con grandes ojos grises.
—Está bien mi Reina, no debe preocuparse —habló Arya en voz baja.
La reina Alicent se agachó para acariciar su pelo y la abrazó sin decir nada. Su cuerpo temblaba, y Arya enterró su rostro en el cuello de la mujer. La reina estaba aterrorizada, pues tenía mucho que perder. No sólo su vida, sino también sus hijos. Arya puso sus pequeños brazos alrededor de la cintura de la pelirroja, abrazándola con fuerza. Quería cantar para la reina y tranquilizarla, pero sólo era una niña de diez y cuatro, no una mujer adulta que pudiera entender por lo que estaba pasando realmente. La reina Alicent necesitaba desesperadamente una mujer a su lado, alguien que pudiera entenderla y compartir su carga. Las siervas y las nodrizas nunca serían suficientes, por muy devotas que fueran, pues nunca podrían convertirse en verdaderas amigas de la reina.
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LOOKALIKE | Aegon II Targaryen ✓
FanfictionO matamos a los Verdes o ellos nos matan a nosotros. AEGON II & AEMOND TARGARYEN ©2022, larxios