O9. BAJO LLAVE

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Ahora

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Ahora

Lucerys fingió que no, pero alcanzó a escuchar los viles susurros en la corte durante las dos bodas Targaryen que tuvieron lugar en los últimos días.

Él sentía los cuchillos clavándose en su espalda con la sangre Strong corriendo por sus venas. Jacaerys caminaba junto a él y era más que evidente por los cabellos oscuros en las cabezas de ambos que no eran más que un par de bastardos.

Lucerys siempre había escuchado las crueles palabras antes; bastardo, Lord Strong. Pero ahora parecían estar tatuadas en su nívea piel.

A través del campo de entrenamiento vio a Aemond con su largo cabello plateado moviéndose junto a Criston Cole y la visión de aquello le generó un extraño sentimiento a Luke. Estar viendo a su tío en ese momento era como ver una versión retorcida de tu padrastro, puesto que Daemon y Aemond se parecían tanto en ese momento que dolía.

Lucerys también encontró a la que alguna vez consideró su compañera de travesuras entre el público. Arya Stark era su nombre. Creció, pensó el azabache con la mirada decaída. Eso lo había descubierto en la boda de la joven, cuando aquella ojigris besó a Aegon con una expresión plácida en el rostro. Atrás había quedado la niña rebelde que solía ser y en su lugar había quedado una princesa.

La joven Stark estaba de pie en las sombras, como era la costumbre. Ella, al igual que él y Jace, observaban mientras Aemond evitaba la muerte con suma indiferencia.

Ser Criston estaba blandiendo un mayal contra su cara, la bola cubierta de gruesas púas de acero que buscaba arrancarle la carne del cráneo. El caballero de la guardia real era hábil en la guerra, pero Aemond era rápido y no tenía miedo. ¿Qué era el miedo para un hombre que ya había perdido un ojo? ¿Qué era el miedo para un dragón?

Fue un combate rápido: Ser Criston cedió cuando Aemond le apuntó con su espada al cuello.

—Bien hecho, mi Príncipe. Ganará torneos en poco tiempo.

Por su parte, Aemond imaginó aquellas palabras fácilmente: sentado sobre un caballo blanco y desbancando a todos los caballeros de los siete reinos. Se imaginó una multitud embelesada y una reina oscura de amor y belleza que le ofrecería un beso.

Era la fantasía de un niño.

—Me importan una mierda los torneos —declaró, volviéndose hacia el muchacho que lo privó de un ojo. Iba vestido de rojo y su pelo oscuro estaba revuelto. Visten a un dragón como a un cordero, pensó, recordando la saña con la que le acuchilló la cara. —Hola, sobrinos. ¿Vienen a entrenar?

Aemond buscó en los ojos de Luke la conmoción, el miedo. Sólo encontró fuego.

Contraria al peliplateado, Arya le sonrió efusivamente al muchacho Velaryon y Luke le correspondió de forma mucho más tímida al verse rodeado por todos los flancos por aliados de los Verdes. Aemond creía firmemente que el hecho de no haber presenciado el momento exacto en que Lucerys había elevado la daga hacia su rostro había mantenido la imagen puritana que el bastardo siempre mostraba ante la ahora esposa de Aegon.

LOOKALIKE | Aegon II Targaryen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora