11. SANGRE VELARYON

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Ahora

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Ahora

—Rhaenyra defenderá los derechos de su bastardo —les dijo Alicent a Aemond y Helaena mientras desayunaban en una habitación.

—Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza. Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza.

Aemond colocó su mano en el hombro de Helaena. —¿Estás bien, hermana?

El rostro de Helaena estaba lleno de vida con sus ojos lavanda brillando. Algo la tenía feliz y preocupada.

—Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza, Aemond. —Le castañetearon los dientes y un escalofrío le recorrió la espalda. —Debes tener cuidado.

Aemond se trazó el parche en el ojo, que cubría un gran zafiro en su cráneo. —Siempre tengo cuidado.

—No con ella—Helaena sacudió la cabeza. —Nunca con ella.

Helaena se calló con una mirada de su madre y un jadeo de su padre. El Rey se descomponía ante el público, con los ojos cerrados y la boca abierta. De vez en cuando, la Reina se inclinaba para darle más leche de amapola. Aemond apartó la vista de todo ello.

—Debemos hacer que la princesa Rhaenyra se sienta bienvenida—continuó Alicent de forma complaciente. —Hace años que no viene a la corte. Debemos asegurarnos de que esté cómoda.

Aemond resopló bruscamente. —¿Debemos poner nuestras cabezas en estacas, entonces? Estoy seguro de que a nuestra hermana nada le gustaría más que nuestros cadáveres.

—Aemond—siseó la Reina, lanzando una mirada a su marido, que dormía abiertamente ante ellos. —Tu padre no necesita escuchar eso.

—Está noqueado, madre—murmuró el platinado, inclinándose hacia delante. —Y en cualquier caso, no me escucha. Nunca lo ha hecho.

Helaena tejió un hilo entre sus dedos.

—Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza.

—O tal vez debería ir al burdel y preguntar por un hombre de pelo oscuro que se parezca a Ser Harwin Strong. —Aemond siseó con veneno. —¿Se alegraría entonces mi hermana?

Helaena suspiró. —Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza.

—Aemond, no puedes decir esas cosas—advirtió su madre, ignorando a su hija. Aemond cerró la boca abruptamente al oír el regaño. —Si la corte se enterara...

Helaena murmuró: —Un dragón baila con el lobo y el otro dragón baila con la fuerza.

—¡Helaena! —La Reina pronunció el nombre de su hija, su paciencia rota. —¿Quieres guardar silencio?

Helaena cerró los ojos y se mordió la lengua. Aemond la observó mientras se replegaba sobre sí misma, con los brazos cruzando su pecho y la lengua lamiendo la sangre que se había formado en la comisura de su labio.

LOOKALIKE | Aegon II Targaryen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora