15. REHENES

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Ahora

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Ahora

El vino tinto que lo esperaba en sus habitaciones se derramó por su mandíbula cuando Aegon bebió con avidez todo del recipiente en un súbito movimiento. Aunque al principio se le dificultó tragar, se sintió aliviado al saborear el vino, hidratando su rasposa garganta, llevándose consigo la incómoda y punzante sensación de sequedad de su boca. En cuanto se relajó y dejó la copa a un lado, su mirada se encontró con los ojos grises de Arya. Aquella escena que había causado Aemond los había sacudido a ambos. La joven Stark parecía distinta... no solo en apariencia. Recordó el rostro decrépito de su padre y Aegon contrajo su frente con dolor. Le dolía el pecho como nunca antes lo había hecho. Inmediatamente llevó una de sus manos para alcanzar el rostro de su esposa y acariciar la piel de sus hermosos pómulos.

Apenas sintió el toque de Aegon en su rostro, la muchacha se estremeció, pero decidió no alejarse. Ella necesitaba esto tanto como Aegon aunque fuera difícil admitirlo. Los familiares dedos acunaron su rostro como si fuera una delicada pieza de cristal. Y por primera vez la comparación no la ofendió. Añoraba su toque mucho más de lo que hubiera deseado y calmaba sus miedos y ansiedades. Arya entrecerró sus ojos dejándose llevar por esa caricia, queriendo borrar con ella el recuerdo impuro de los dedos de Aemond en su cabeza.

──Defendiste a los hijos de Rhaenyra...

Arya sonrió sin gracia, la mueca ni siquiera alcanzó elevar completamente las comisuras de sus labios. Por supuesto que lo hizo. Las palabras de Aemond dejaron una enorme grieta en su pecho, que era incapaz de cerrarse. Nunca había odiado tanto al segundo príncipe por decir una verdad.

──Lo hice. Mi familia le hizo un juramento a tu hermana.

──Mi hermano no olvidará eso, Arya. No importa lo que hagas, esta vez no lo dejará pasará ── las palabras escaparon de la boca de Aegon sin premeditarlas. Conocía a su hermano y sabía que esto era muy diferente a reírse de un cerdo con alas, era mostrar una preferencia. El tan solo recordar cómo estrelló la cara de Lucerys contra la mesa volvió a asfixiarlo. Arya era leal a los Negros por asociación y finalmente los Verdes lo habían visto. Tengo que protegerte, Arya, pensó Aegon, presionando sus dedos con fuerza en la cremosa y ruborizada piel de su esposa. Ellos ya te han visto por lo que realmente eres. Aegon frunció su ceño y dejó que el dolor envolviera sus sentidos. No dejaré que nada ni nadie te arrebate de mis manos, no importa si me odias. No me importa que me odies si aquello significa tenerte con vida a mi lado.

──Aegon. ── dijo la castaña, percibiendo la energía agitada alrededor de su esposo. De un momento a otro la caricia que lo había hecho sonrojar comenzó a lastimarla; los dedos de Aegon se incrustaron en su rostro y amenazaron con dejar marca en su piel. Algo andaba mal. Arya apartó tan pronto como pudo la mano de su esposo, sintiéndose mareada y sofocada por él. Arya podía escuchar su pulso acelerándose a través de sus oídos. En algún lugar de los límites de su mente, donde terminaba y comenzaba Aegon, estaban las olas rompientes de los pensamientos de Aegon intentando filtrarse por su psique, invadiendo su mente. Arya no le permitió la entrada al ver el semblante sombrío de su padawan. ──: ¡Aegon! ¿Qué te está pasando?

LOOKALIKE | Aegon II Targaryen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora