12. LETAL

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Antes

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Antes

Unas horas antes de su partida, mientras tomaban su última merienda en la Fortaleza Roja, el príncipe canalla le informó a la joven Stark algo que había tratado superficialmente con Rhaenyra horas atrás y ahora se disponía a hablar con
profundidad. La heredera al trono escuchó atentamente a su tío, observando cada cierto tiempo las expresiones de sus hijos y la manera en que reaccionaban.

—Entre más pronto, mejor—
sentenció él, dándole un sorbo a su copa.

— ¿Es completamente necesario que me entrenes en Dragonstone? — Inquirió la ojigris. Los hijos de Rhaenyra le sonrieron.

— ¿Quieres convertirte en una
guerrera o no? ¡Es lo que estuvimos anhelando desde
siempre! —exclamó Jace—. Dime Arya, ¿no querías ser mejor que Aegon?

La muchacha de cabellos oscuros se quedó pensativa, llevándose otro bocado de comida a los labios.

—-Tampoco irán directo al campo de batalla —intervino Rhaenyra, hablando con su natural dulzura—El entrenamiento iniciará suavemente y se irá incrementando a medida que
sus capacidades mejoren.

—¿Podré usar su espada, Príncipe Daemon? —quiso saber la loba. El príncipe canalla rió con sutileza.

—Todo a su debido tiempo.

Tras eso, la mesa quedó en
silencio. Los presentes
terminaron sus platos y se
retiraron a sus aposentos,
dispuestos a descansar para el siguiente día. Estando las
habitaciones de los príncipes tan cerca, no fue difícil para Luke escabullirse en la que
pertenecía a la joven de Invernalia, quien se encontraba apenas preparando su cama.

—¿Te ayudo en algo, Luke?
—inquirió Arya, sin apartar sus
ojos de sus sábanas de seda.

—¿Me odias? —el silencio
y ceño fruncido de la mayor lo
incitó a continuar—. Por lo de Aemond.

— Fue un accidente — dijo vehementemente la ojigris.

Lucerys suspiró, dejando la
puerta entreabierta se adentró
en los aposentos de Arya y se
lanzó a la enorme cama de su amiga justo cuando terminó
de acomodar las sábanas.

—Aemond sí me odia.

—Lo superará.

Con una respuesta tan seca, el menor pensó que algo le
sucedía, más no podía descifrar
si era completamente debido al
entrenamiento.

—¿Estás nerviosa? —se atrevió a preguntar el ojiazul. Eso era algo a lo que normalmente no respondería la castaña, aseguraría ser fuerte a pesar de estarse muriendo de terror por dentro.

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