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chapter six // cinderella is a genius
El ruido amortiguado del Capitolio se filtraba a través de las cortinas apenas entreabiertas, llenando la habitación de Coriolanus con un murmullo constante. Se recostó en su silla, mirando fijamente su cuaderno. La hoja en blanco ante él representaba la culminación de una semana de agotador estudio y, sin embargo, no podía concentrarse.
Celestia. Ese nombre resonaba en su mente con una nitidez exasperante. Era una presencia constante, un destello de luz en su día a día que ofuscaba cualquier intento por mantenerse regio en su carrera y en su vida. Con ella llegaba la distracción, el deseo enredado en una maraña de responsabilidades. Le molestaba oír sus golpes contra su espantapájaros por las mañanas, o su dulce voz durante las clases, así como la estela de perfume floral que dejaba por donde caminara. Celestia era el ejemplo empírico de que existían personas con bondad en el alma, con valentía en el corazón y brillantez en la mente. Coriolanus se negaba a admitir que una mujer así pudiera pisar el mundo tan deliberadamente, pero allí estaba ella, superándolo no solo a él, sino a sí misma con el paso de los días.
Era un factor común que, las veces que más se acercaba a ella, más vulnerable se sentía. Prácticamente había salido corriendo las últimas veces que tocaron temas sensibles; hechos y fantasmas de su pasado. Celestia tenía un don para tocar las cuerdas que componían las melodías más trágicas. Coriolanus estaba seguro de que sus intenciones no eran malas, mas no podía evitar repudiar la avalancha de emociones que desenterraba cuando platicaban. A pesar de que sus ojos le traían la calidez de una madre, simplemente no podía permitirse ver tan indefenso.
