Capítulo 12

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Nanami no tiene a nadie

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Nanami no tiene a nadie. Sólo a nosotros.

Kakucho repetía en su cabeza una y otra vez aquellas palabras que había dicho Hanae. Sabía mejor que nadie lo que era estar solo.

En todos esos años, el único buen recuerdo que tenía de su infancia y adolescencia, era ella. Nanami Uchida. Aquella niña de ojos verdes que le había hecho sonreír, que le defendía, con la que compartía su comida, sus ilusiones, sus preocupaciones. La cual se convirtió en su primer y único amor y, él mismo, echó de su lado.

Ella.... No podía estar sola. Kakucho se culpaba cada vez más, sintiendo un profundo dolor en su corazón.

Yo... tenía que haber estado contigo. Nunca debí alejarme de ti. Alejarte de mí. Debí estar apoyándote siempre como tú lo hiciste conmigo. A pesar de lo imbécil y egoísta que fui, tú siempre estuviste ahí para mí. Lo siento tanto Nana.

Sus ojos comenzaron a cristalizarse y toda esa pena y culpa, se convirtió en rabia, en enfado consigo mismo. Apretó la cerveza que tenía en las manos para después llevársela a la boca y tragarse todo el contenido de aquella jarra.

Levantó la mano, llamando la atención del camarero.

- Póngame otra.

Ni siquiera era consciente de cuántas cervezas tomó. Cuando sentía que no podía más, simplemente se fue a casa a intentar sacar de su cabeza aquellos ojos verdes.

La alarma sonaba, martilleándole la cabeza. Kakucho estiró su brazo, tomando su teléfono para poder detener ese sonido.

8:30am.

No sabía hasta qué hora se había quedado tomando cervezas en aquel bar que tenía debajo de casa, ni cuántas cervezas había tomado y mucho menos, las horas que había dormido, aunque estaba convencido de que su sueño no superaría las 2h. Y, por supuesto, la imagen de Nanami no le había abandonado ni una sola vez.

Se quedó estirado, mirando el techo. Respiró profundamente antes de volver a agarrar su móvil y abrir el perfil de Whatsapp de la castaña.

Pinchó sobre su foto, ampliándola, queriendo sentirla un poco más cerca. Acariciaba la foto sobre la pantalla de su móvil, recordando el suave tacto de Nanami y ese olor que le volvía loco. Ese olor propio que tenía ella, sin necesidad de ningún perfume. Ese que le cautivaba por completo y que era único y exclusivo de ella.

Entonces recordó el día en que volvieron a encontrarse en el parque de Roppongi, el día en el que Nanami le llevó a su cafetería favorita. Sonrió, recordando cómo había echado de menos la risa de la chica, sus muecas, su voz. Lo feliz que se había sentido a su lado, lo feliz que era cada vez que estaba con ella.

Se incorporó para ir directo a la ducha, teniendo claro lo que haría antes de ir al trabajo.

Se dio prisa en prepararse, saliendo un poco antes de casa para ir de nuevo a aquella cafetería vintage.

TUS MONSTRUOS ~ Kakucho Hitto ~ Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora