Un mes después.
Hawk ya pasaba demasiado tiempo en casa. Era un viernes por la noche, y en vez de estar en el club follando a una de la serie de zorras del club que lo deseaba, estaba estacionado en la entrada de su casa.
Ya vio el auto de Jasmine, y en el asiento trasero estaba la silla de su hija. La primera semana que ella se mudó, le pidió que la ayude a arreglar eso en su auto. Era enorme, pero significaba una rápida mirada en su espejo retrovisor y podría ver a Bethany. Un par de los chicos la habían visto en la ciudad, y aunque ella no los reconoció, todos hablaron muy bien de ella. Cuidaba a su hija como si fuera suya, su amabilidad notándose a cada segundo que pasaba. Incluso había puesto algunas cámaras alrededor de su casa para controlarla y asegurarse de que no estaba recibiendo la vibra equivocada de ella.
Había sido fácil de hacer, y ahora, cuando quisiera, podía comprobar en casa a través de su teléfono celular y ella ni siquiera sabía que él estaba vigilándola. Cada vez que lo hacía, ella estaba o jugando con Bethany, alimentándola, limpiando, cocinando o algo que una esposa haría.
Era como tener una esposa, solo que no podía follarla, y realmente quería hacerlo. Volver a casa todas las noches no se trataba de conseguir su comida casera, lo cual en sí misma era como el cielo en un plato. No, iba a casa todas las noches porque le gustaba estar en su compañía. Ella no le exigía nada. Pasaban el rato, veían películas, hablaban de todo y cualquier cosa.
Nunca preguntaba sobre el club o qué estaba haciendo. Si no lo veía por días, no esperaba una explicación. Le diría si se iría unos días, pero de nuevo, sin preguntas ni curiosidad sobre por qué. Solo simple aceptación de ello.
Bajando de su moto, entró y una vez más se encontró con el olor más sorprendente.
—Creo que ese es papi, nena. Creo que ha venido a verte. Esperemos que le guste tu sorpresa.
Caminó por el corto pasillo y entró en la cocina, donde encontró a Jasmine cubierta con un delantal y a su pequeña niña en su silla de comer. Bethany tenía algunos juguetes y Jasmine estaba cubierta de harina.
—Hey, estás en casa. Llegas un poco temprano.
—¿Qué estás preparando?
—Estamos haciendo pizza. Ya hemos hecho algunas galletas con chispas de chocolate y nueces. Están por allí enfriándose si quisieras una. Mi salsa de pizza está lista, y ahora solo estoy moldeando mi pizza. —Ella sostenía una bola de masa en su mano.
—Hay muchas pizzas allí. —Él hizo un conteo rápido y descubrió diez ya hechas y enfriándose en bandejas.
—Sí. La vida puede volverse bastante agitada, y he estado preparando alimentos que pueden ir directamente del congelador al horno. De esa manera no tengo que preocuparme.
—Podrías ordenar.
—Eso podría hacer, pero sé cómo prepararme algo de pizza y mañana será lasaña. Ya he limpiado todas las superficies de este lugar, y a Bethany le encanta verme en la cocina. Creo que le gusta aquí.
Ya que Jasmine había estado viviendo con él en la habitación de invitados, había disfrutado de un mes entero de noches completas de sueño. Ni siquiera había escuchado a su pequeña niña despertar.
—Siento preguntar esto, ¿se despierta en la noche?
—La primera semana que estuve aquí, lo hizo. Le cambiaría el pañal, le daría de comer, la haría eructar, y luego solo la mecería por unos minutos antes de volver a dormirla. Hacemos tanto durante el día ahora que está demasiado cansada para despertarse. ¿Por qué?