CAP. 5: Mi felicidad contigo

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Después de ese encuentro con Mathius, aunque sus palabras habían sido dulces, algo dentro de mí se sintió inquieto. Mientras caminaba sola, mis pensamientos comenzaron a enredarse, y sentí la necesidad de estar sola para aclarar mi mente. Así que me dirigí a un edificio abandonado al que nadie iba a exepcion de mi, era mi refugio un lugar único muchas veces quise que Mathius me acompañara pero nunca le interesó , un lugar que siempre había sido mi refugio cuando necesitaba pensar.

El mirador estaba desierto, con la vista de la ciudad extendiéndose bajo el cielo teñido de los colores del atardecer. Me senté en el suelo y saqué mi teléfono para pedir una pizza. Era mi pequeña manera de intentar consolarme cuando las cosas no iban bien. Mientras esperaba, dejé que mis pensamientos fluyeran, sin poder evitar que mi mente volviera a momentos del pasado.

Mathius me había dicho que me amaba, pero ¿realmente lo demostraba? Me di cuenta de que, a lo largo de nuestra relación, había habido muchas veces en las que me sentí relegada, como si no fuera su prioridad. Recordé esas veces en las que me dejó plantada por salir con sus amigas o cuando prefería pasar tiempo con otras chicas en vez de mí, su novia. Cada una de esas veces había dejado una marca en mí, y aunque intentaba no darle importancia, ahora esas heridas se abrirían de nuevo.

¿Por qué me sentí tan mal? ¿Era porque, en el fondo, sabía que algo no estaba bien? Me mordí el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer. Era imposible no recordar todas esas noches en las que me había quedado sola, esperando un mensaje, una llamada que nunca llegó. Las veces en que mis intentos por acercarme habían sido recibidos con indiferencia.

Y entonces, mis pensamientos fueron más atrás, a otros momentos en mi vida donde había sufrido por amor. Esas veces en las que me habían usado, como si no fuera más que un simple entretenimiento temporal. Recordé cómo me habían hecho sentir como si no fuera lo suficientemente buena, como si nunca pudiera ser lo que alguien realmente deseaba. El dolor de esas experiencias pasadas se mezclaba con lo que estaba sintiendo ahora, y una sensación de vacío se instaló en mi pecho.

Me pregunté, ¿era yo el problema? ¿Era mi amor demasiado? ¿O tal vez no era suficiente? Me sentí atrapada en un ciclo interminable de inseguridades y dudas. Mientras la noche caía, y las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, no pude evitar preguntarme si alguna vez encontraría a alguien que realmente me valorara, que me haría sentir que yo era lo más importante en su vida.

Mientras estaba sumida en mis pensamientos, el sonido de mi teléfono me sacó de golpe de mis recuerdos. Era el número del repartidor. Contesté, y al otro lado de la línea, una voz familiar me dijo que la pizza estaba a punto de llegar. Hubo algo en esa voz que me hizo sentir extrañamente cómoda, como si la conociera de algún lugar, pero no hice nada al respecto. Supuse que solo era una coincidencia.

Me levanté del banco y caminé hacia la entrada del mirador, esperando a que llegara. Cuando finalmente vi a la persona acercándose, me llevé una grata sorpresa: ¡era Fabián! No pude evitar sonreír al verlo. Sentí un alivio inesperado, como si su presencia se hubiera disipado un poco de la nube oscura que había estado sobre mí.

-¡Fabian! —exclamé, con una mezcla de sorpresa y alegría en la voz.

Él sonó, y nuestros ojos se encontraron con una dulzura que hacía tiempo no sentía. Había algo en su mirada que siempre me había tranquilizado, como si todo fuera un poco más fácil cuando él estaba cerca.

—Hola, Deisy —respondió, y por un momento, nos quedamos ahí, mirándonos, sin necesidad de palabras.

Después de un instante, él fue el primero en romper el silencio.

Atardecer EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora