CAP. 18: Intimidad

1 0 0
                                    

FABIAN:

Mientras estábamos en el sofá, viendo la película, no podía evitar mirarla de reojo, notando cada pequeño detalle de su expresión concentrada, la manera en que sus ojos seguían la historia en la pantalla. Ahí estaba, Deisy, a mi lado, y me parecía increíble. Ella era lo mejor que me había pasado; nunca había conocido a alguien así de bonita, así de buena y dulce, alguien que con solo sonreír me hacía sentir como el tipo más afortunado del mundo.

Me acerqué un poco más, incapaz de resistirlo, y cuando finalmente le di un beso, sentí como si el tiempo se detuviera. Cada beso que le daba era lo más hermoso; en cada uno de ellos sentía que le entregaba una parte de mí que siempre había guardado. Envolví mis brazos a su alrededor, deseando quedarme así, en silencio, solo nosotros, compartiendo ese momento que sentía tan nuestro, como si el mundo se hubiera reducido a ella y yo.

Al sentirla tan cerca, no pude evitarlo más. La rodeé con mis brazos y la acerqué hacia mí. Era un impulso casi instintivo, pero también era algo que había deseado durante tanto tiempo. Deisy me miró, con esa dulzura en sus ojos que me desarmaba completamente.

—Estaba esperando que hicieras eso —susurró ella, con una sonrisa que hizo que mi corazón latiera aún más rápido.

No pude evitar sonreír también. La sentí acurrucarse contra mi pecho, encajando de manera tan natural, como si siempre hubiera estado destinada a estar ahí. En ese momento, me di cuenta de que este era mi lugar: sosteniéndola entre mis brazos, sintiendo su calor y esa paz inexplicable que me daba solo con estar cerca.

Levanté la mirada y la vi ahí, apoyada en mí, y supe que nunca querría estar en ningún otro lugar. Cuando nuestros ojos se encontraron, supe que no necesitaba decir nada; ella entendía todo sin necesidad de palabras. Me incliné hacia ella y, suavemente, la besé. Fue un beso sin prisa, lleno de una ternura que jamás había sentido.

No podía evitar pensar que todos los momentos que había esperado por esto, todo el tiempo que había pasado queriéndola en silencio, valían la pena solo por tenerla así, cerca, con esa conexión única que compartíamos.

El silencio en la habitación era un refugio que conocíamos bien, uno de esos momentos que habíamos compartido tantas veces que parecía propio, solo nuestro. La película corría en la pantalla, pero apenas prestaba atención. Mis pensamientos estaban atrapados en ella, en cada detalle que conocía de memoria y que nunca dejaba de admirar.

Pasaba mis dedos suavemente por su cabello, y ella suspiró, como siempre lo hacía, acurrucándose aún más cerca. Su calor, el suave aroma de su cabello, la manera en que encajaba en mis brazos... era como si todo en mi vida, en mis días y noches, tuviera sentido en ese abrazo.

Ella levantó la mirada y me sonrió, esa sonrisa tan suya que podía detener el tiempo y hacerme olvidar cualquier preocupación. La conocía bien, sabía que lo hacía sin pensar, de esa forma auténtica y dulce que era tan solo Deisy. Me incliné para besarla en la frente, luego en su mejilla, disfrutando de cada instante como si fuera un ritual nuestro.

—Fabián —susurró ella, entrelazando sus dedos con los míos—, no sabes cuánto significas para mí.

Su confesión, aunque tan familiar, siempre lograba hacerme sentir una profunda gratitud. Ella era mi certeza, mi calma, y sabía, sin necesidad de palabras, que yo también era la suya.

—Deisy... estar contigo es lo mejor que me ha pasado —le respondí suavemente, trazando un pequeño círculo con mi pulgar en su mano—. No importa cuánto pase, siempre será así.

Ella sonrió, apretando mi mano con esa calidez que siempre me hacía sentir que estaba en casa. Se acurrucó una vez más contra mi pecho, y sentí que, aunque el mundo cambiara y el tiempo pasara, esto seguiría siendo tan nuestro como el primer día, tan real y tan cierto.

Atardecer EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora