Es increíble cuántas heridas pueden curarse con estas dos palabras: lo siento.
—Matshona Dhliwayo
Si tuviera que hacer una lista con todas las decisiones de las que me arrepiento, no podía decir que esta fuese extremadamente larga. Era una persona con unos valores muy interiorizados, a partir de los cuales tomaba las decisiones. Así que no había muchas cosas que, de poder volver a hacerlas, las haría de manera distinta. Por supuesto algunas hay, pero no más de un par.
Marco rondaba por mi cabeza esos últimos días. No me arrepentía de no haberle perdonado del todo, y no pensaba que lo hubiera hecho por orgullo, sino por amor propio. Podían parecer la misma cosa, pero, en mi opinión, había una clara diferencia: no perdonarle por orgullo habría sido admitir que lo que había hecho no había sido para tanto, que aunque había actuado mal, mi reacción era exagerada; mientras que no perdonarle por amor propio, era reconocer que yo merecía más, que esos seis años en los que había sido mi mejor amigo no habían significado para él lo mismo que habían significado para mí. Porque de ser así no habría hecho lo que hizo, y porque él no era consciente de que, por un momento, llegué a creer que lo había dicho de mí era cierto. Porque al leerlo mi primer pensamiento había sido: <<Marco es mi hermano. Todo lo que diga Marco de mí es un hecho. Y si él dice que soy una mala persona, lo soy>>.
Mi hermano, mi mejor amigo, me hizo dudar de quién era, de cómo era yo misma. Y no podía permitir que nadie, ni siquiera él, me volviese a hacer pasar por eso. Así que no permití que volviera a mi vida después de arrepentirse de alejarme.
Me quedé sola.
La cuadrilla que teníamos se dividió, y mientras Marco encontró a otro grupo de amigos más grande del que teníamos, yo me quedé sola. Y él no hizo nada. Nada. Me veía pasar por su lado sin nadie que me acompañase y apartaba la mirada.
Dicen que el instituto es una mierda, sí, pero no por los profesores, no por los estudios, sino por los adolescentes. Las personas a esa edad están jodidas, y no les importa joder a los demás.
Marco no fue capaz de pedirme perdón a la cara. Ni un <<lo siento>> susurrado. Ni una lágrima derramada cuando intercambiábamos miradas, que para mí habría sido disculpa suficiente. No. Me escribió una carta. Una corta. Una que poco dejaba entrever si realmente lo sentía. Yo le escribí un mensaje. Un <<no te preocupes>>, un sinónimo de <<te perdono>>, que había sido más por empatía para que no se sintiera mal, que por liberarme a mí misma pues a veces me decía <<no hay nada que perdonar. No pasó mucho tiempo desde lo que hizo para que ya le hubiese perdonado>>, pero otras, al verle, quería ver un signo de remordimiento. Uno que jamás había visto. Uno que dudaba llegar a ver algún día. Uno que necesitaba ver para perdonarle de verdad.
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INDOMABLE ©
RomanceLa única preocupación de Nusa era disfrutar de aquel verano de 2022: salir de fiesta con sus amigos, enrollarse con todos los tíos que le gustasen y olvidarse de todo lo demás. Como si fuera una adolescente como cualquier otra, libre de traumas y de...