Escucho voces, no son claras, pero las escucho.
"Alguien más tiene llaves?"
Me hago una idea de quién es, o son, y tomo aire llenando mis pulmones al punto de sentir que mi pecho se aplasta contra el de mi hermano. Sigo medio dormida, escuchando; no sé si quiero despertar y enfrentarme a esto o hacer como si no estuviera aquí.
Siento el pecho de Oscar vibrar cuando habla.
—Deja de verle el culo, pedazo de imbecil.
Eso me hace abrir los ojos, mala idea, la luz me deja encandilada y debo parpadear para poder enfocar la vista en los uniformados que me ven con la boca medio abierta. Uno es alto, de cabello castaño y ojos verdes, debe tener treinta, es de complexión delgada; el otro es trigueño con cabello negro y ojos cafés, un poco más bajo y robusto que su compañero. Aparto mi vista de ellos para mirar al frente y me encuentro con la mirada atenta y amorosa de mi hermano.
—Hola tú— su voz es suave, pero esta muy serio.
—Hola... qué hora es?
Lo piensa.
—Las cuatro pasadas, por qué?
Tengo turno hoy. Pero no me siento en condiciones de ir a sonreírle y hablarle bonito a alguien en este momento.
Estoy un poco en modo: no me mires, no me toques, no me hables y tampoco me respires encima. Y para hipócrita no sirvo, mi cara es un poema cuando estoy de malas. Pero de malas en serio.
«Paciencia, el mundo no se va a detener porque esté pasando esto. No puedes descuidar el trabajo, no con lo mucho que te costó conseguirlo»
Lo sé... bueno, a practicar con los oficiales.
—Qué han hecho hasta ahora?— miro a Oscar e ignoro a los otros. A la mierda, no soporto a la gente en este momento.
—Unas cuantas preguntas, también van a hablar con los vecinos, el vigilante y revisar las cámaras del ascensor— asiento mirándolo fijamente, está omitiendo algo, lo confirmo cuando traga saliva —. También van a llevarse lo que dejó... es evidencia.
—Que lo hagan— me encojo de hombros y su expresión se vuelve un poco extraña —. Qué pasa?
—Van a llevarse, todo, lo que dejó.
—Ajá y entonces?
—Todo— recalca y es cuando entiendo de qué habla, mi reacción inmediata es negar —. Oboro...
—No— me bajo de sus brazos, me tenía cargada como una bebé.
No voy a pensar en cuánto tiempo fue que me tuvo así frente a dos oficiales. Me planto frente a ellos con cara de culo y extiendo mi mano en una orden clara, el más alto traga saliva repasandome "disimuladamente" antes de hablar.
—Su pareja nos explicó el valor de la...
—Démela— lo corto seria —, ahora.
—No podemos, es evidencia. Quizás tenga huellas o...
—Oye— siento su espalda en mi pecho cuando me abraza, siento una opresión en el pecho a causa de la impotencia que siento, se me hace difícil tragar saliva cuando mis ojos amenazan con inundarse de nuevo —, no va a pasarle nada. Tendrán cuidado. Cierto?— su voz pasa de ser suave a intimidante y gruesa de golpe.
Los tipos frente a nosotros no hacen más que asentir. Yo me resigno y cierro los ojos tomando aire, lo detengo dejando mi pecho lleno y lo suelto lentamente.
—Si algo... por mínimo que sea... le sucede a esa horquilla... se van a joder— susurro con toda la calma que puedo.
—Descuide, no le pasará nada. Por cualquier inconveniente...— abro los ojos y me encuentro con dos tarjetas, alzo la vista y los veo mirarse uno a otro de forma ridículamente seria.
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Al Fondo De Mi Alma |+21|
RomanceOboro Mendoza es una joven bailarina cuyo propósito en la vida es expresar con su cuerpo y alma aquello que atormenta su mente desde aquel día en que perdió a sus padres. Después de conocer a Andreas, su vida comenzará a ser una montaña rusa de suce...