Cap. 09: Mi amor

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Chasquea sus dedos frente a mí y encuentro una mandíbula tensa, una mirada inflexible de "ahora hablas porque hablas" y un par de pupilas dilatadas que no pierden de vista el rojo tomate de mi rostro...

Ahora sí la cagué.

«Quién te manda a estar de...»

Cállate que no me vas a venir a decir que tú no te pierdes en cualquiera de esos recuerdos de vez en cuando. Que me viniera justo ahora no fue mi culpa. Además... no pude evitarlo.

Esa noche se ensañaron conmigo por romper las reglas. Me castigaron de una forma... brutal.

«Y rica»

VES???

Se hace la sorda, pero desde aquí puedo verle la sonrisita a la muy hija'e su madre.

Al tragar saliva pienso en todos los escenarios posibles y llego a la conclusión de que... estoy jodida. Pero no quita que al menos trate de tener un seguro.

—Está bien, te diré— su expresión se relaja —. Pero solo si prometes que no vas a comportarte como animal.

Su mirada podría matarme.

—Por qué tendría que prometer eso?

—Sabes porqué.

—Pues no, no sé— alza una ceja haciéndose el bobo.

—Solo hazlo.

—No.

—Oscar.

—No.

Pero es que este hijo de...

—Oscar!

—Dime.

—Promételo.

—No hasta que me digas— no quiere dar su brazo a torcer.

—Pues hasta que lo hagas no dire nada— desvío la mirada a un lado y observo a una vieja que está muy entretenida con nosotros. Está sentada sola, con una enorme taza de algo caliente que se está bebiendo junto con rebanadas de pan con alguna clase de nata. Cuando alzo una ceja en su dirección alza su pan antes de darle un mordisco con los ojos bien abiertos.

Vieja chismosa.

Estoy por mandarla al carajo por metiche cuando unos labios se posan con tal cuidado en mi sien que tengo que cerrar los ojos y contener la respiración.

—No es justo...— me quejo tratando de mantener vivo mi enojo —No puedes salirte siempre con la tuya.

—Tampoco es justo que me hayas tenido como loco una semana.

—Eso te pasa por idiota.

—Mírame— pide.

—No.

—Oboro...— su forma de decirlo me hace cerrar mis ojos con más fuerza.

Lo escucho quejarse y un segundo después siento algo cálido y... mojado, en mi mejilla.

—Qué asquerosoooooooo— gruño fuerte y volteo a verlo.

Me arrepiento de inmediato. Me está haciendo esa mirada de cachorro que te planta un puchero en los labios y te deja el corazón hecho bolita.

—Dime...

Me cuesta, no lo voy a negar, pero logro mantenerme firme.

—No.

—Por qué no quieres decirme?— me hace puchero.

—Porque te gusta resolver todo a los puños, Oscar.

Al Fondo De Mi Alma |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora