Renacimiento

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En nunca jamás estaba Peter, disfrutando de la isla; de su nueva oportunidad; pero se sentía muy solo, recordaba con cariño y amor a su bella dama. Una idea cruzó por su mente y buscó a la sombra.

-¡Sombra!

El espectro llegó volando, de mala gana debido a que Peter no le agradaba mucho.

-¿Qué quieres?- dijo con su voz ronca y grave

-Quiero traer a alguien. Una dama. Ella era mi esposa cuando vivía en el bosque encantado. La perdí cuando dio a luz a mi hijo, la quiero devuelta, quiero verla una vez más.

-Puedes hacerlo, pero toda magia tiene un precio, ya sea un intercambio o una muerte. Pero deberás pagar tarde o temprano.

Peter fue en busca de su amada; regresó al bosque encantado y la desenterró. Con su magia la llevó a nunca jamás.

Y con todo su amor hacia la joven, hizo un hechizo que la luna presenció. La sombra asombrada del poder de Peter; el joven hizo un enorme círculo el cual rodeó el cuerpo de la fémina, vio cómo el cuerpo ya descompuesto por el tiempo fue recuperando todo lo que perdió. Una luz se esparció por toda la isla, cegando a todo aquel que la viera.

El cuerpo de una dama se vio y con la luz de la luna, dio su primer respiro después de tantos años.

Cayó en la arena, y el joven rapaz corrió hacia ella, con cuidado puso su cabeza entre sus manos. La joven fue abriendo poco a poco sus bellos ojos. Se sentía extraño estar de nuevo con vida después de tantos años. Ella vio con emoción el cielo nocturno y al voltear a su derecha, vio esos ojos verdes que tanto había añorado.

-Malcom- dijo finalmente. Los dos jóvenes fueron levantándose lentamente; para la dama le era difícil estar de pie, sus huesos todavía no tenían la fuerza suficiente.

El rapaz estaba feliz de tener a su bella dama, no había palabras para expresar sus sentimientos.

-Evangeline- la abrazó con todo el cariño y amor que sentía por ella; su mejor amiga, su esposa, amante. De nuevo estaba con él.

-¿Dónde está Rumplestilskin?- preguntó una vez que rompieron el abrazo.

-Él...no está aquí. Estamos en un nuevo lugar.-le dijo a la fémina- estamos en una isla; nuevas oportunidades vendrán en el camino y esta vez, seremos solo tú y yo.

Le dijo con una sonrisa; extrañaba esos bellos ojos que una vez lo vieron con amor.

Pero la dama seguía confundida.

¿Por qué está viva?

¿Una isla?

-Malcom. ¿Por qué estoy aquí?- le preguntó a su amado

El rapaz no sabía si decirle la verdad.

Después de todo. ¿Reaccionaría mal? ¿Qué diría si supiera que la revivió por egoísmo y soledad?

-Estamos en Nunca Jamás; es una isla donde el tiempo se detiene, es como si no existiera. Estamos aquí porque al fin cumpliremos nuestro sueño de estar juntos por toda la eternidad, exactamente como juramos el día que dijimos "acepto" .- Le dijo con una sonrisa nerviosa.

-Pero Malcom; yo morí. ¿Cómo es posible que esté aquí de pie y con un corazón que tiene pulso?

-No quería estar sin ti; así que con la magia y con la luna de testigo yo te traje de vuelta.

-¿Qué pasará ahora?

-Bueno, hay un precio que pagar

-¿Y ese es?- cuestionó esperando una respuesta

La sombra llega de improvisto interrumpiendo el reencuentro.

-No podrás decir tu nombre. Si lo haces, el hechizo se romperá; regresarás a tu estado.

-¿No podré decir mi nombre o si no volveré a morir?- comprendió tristemente

-No hay necesidad de que digas tu nombre, solo somos tú y yo aquí. Compartiremos esta eternidad juntos.

Evangeline pensó, creyó que sería buena idea estar con Malcom juntos de nuevo.

-Esta bien, me quedaré contigo.-le dijo sonriendo

-Es bueno escuchar eso; solo que hay un par de cambios.

-¿Cuáles?- al terminar la pregunta el rostro del joven cambió.

-Estás en nunca jamás y aquí soy el rey. No me dirás apodos románticos; Malcom se acabó me llamo Peter Pan ahora. Habrá visitas por las noches ya que los niños vienen en sueños. Deberás obedecer mis órdenes pues ya no soy el mismo de antes. No te encariñes con nadie más, no podrás hablar sin mí permiso. Tendré todo el control de ti, sin mi seguirás siendo un simple cadáver. Lo diré una vez; esta isla me pertenece y ahora que estás aquí, también eres mía.

La dama no podía creer lo que escuchaba, estaba completamente sumisa ante su esposo. Eso sí jamás.

-Tú no eres el hombre del que me enamoré hace años.

-No mi cielo –dijo burlón el rapaz- Soy peor.

EvangelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora