5: ¡Pero qué mierda!

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Dustin McGregor.

— ¡Adiós!

Me despido de los niños del hospital y me encamino a la salida. Debo ir a casa a ducharme, cambiarme y luego pasar a casa de Cameron, todo eso en menos de una hora, aunque no creo que me alcance el tiempo. Con suerte Sam me entenderá.

Pero que digo, hablamos de Samantha Martin.

No me toma demasiado llegar a mi casa, porque el hospital no me queda lejos de donde vivo. Busco las llaves mientras le envío un mensaje a Gia notificándole que ya terminé con el trabajo de hoy y cuando presiono enviar, la puerta se abre frente a mí como si mi dedo al presionar la pantalla mágicamente la hubiera abierto.

Levanto la vista extrañado y me sorprendo al ver a Jazmín frente a mí.

Mierda.

—Hola.

Mi cuerpo entero se tensa al escucharla, y no es por la razón que piensan. Noto inmediatamente que algo le ha pasado cuando intenta sonreír y no lo logra, cuando sus ojos están casi imperceptiblemente con rastros de lágrimas, y su voz no es ni de cerca tan fuerte y alegre como siempre.

¡Bien hecho! Se lo dijimos y nos mandó al demonio.

¡No seas cruel!

— ¿Qué ha pasado?

Ella niega, se quita de la puerta e ingreso escuchándola sorber por su nariz.

—Nada.

—Nada y una mierda. Que sí, que claro que ha pasado algo. Se supone estabas de viaje romántico, de luna de miel. Y estas aquí ahora a punto de llorar.

No es que sea mi intención sonar así de brusco ni mucho menos ocasionarle el llanto que se le escapa después de mis palabras, pero juro que no he podido evitarlo. Me arrepiento al instante en que la veo tapar su boca y contener los sollozos.

—Lo siento... no pasa nada. Estoy bien.

Lo repite incontables veces mientras la abrazo y la hago sentarse en el sofá conmigo.

—Hey, cuéntame que sucede. ¿Por qué estas así de triste?

Ella se seca las lágrimas intentando recuperarse; pero estas siguen cayendo por sus mejillas. Una punzada me atenaza el pecho y aprieto los puños porque tengo que canalizar lo que siento de una u otra manera.

—Estoy bien.

— ¿No quieres contarme?

Jaz niega lentamente y asiento, volviendo a abrazarla y acariciándole el pelo.

—Está bien amor, solo no dejes que nada te aflija. Estoy aquí, ¿vale? Siempre lo estaré.

(...)

Apenas Cameron abre la puerta, voy directo al puff en su estancia y me dejo caer allí como hombre muerto.

—Vaya, alguien está cansado.

—Cansado de tener un corazón tan bueno.

—Mood.

Levanto la cabeza observándolo venir y le sonrío —Pues venga amigo mío, un puño por eso.

Él se ríe y choca su puño con el mío.

—Aw, también quiero.

Sam aparece y se une chocando el puño con ambos.

Se lanza a mi lado y me abraza, subiendo su pierna encima de mí y su brazo pasándolo por mi cuello.

Buscando un novio para Jazmín ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora