Capítulo tres

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Catorce días después recibió el correo de parte de la fundación para que fuera a presentar su trabajo, aunque sintió pánico también estaba satisfecha porque ya había escogido sus mejores fotografías. Fue una experiencia que la impulsó hacer un nuevo portafolio de trabajo, guardó para sí misma otra parte de su trabajo el cual utilizó para volver a pintar. Aun podía reírse al recordar lo contento que se había mostrado su padre cuando le pidió que la acompañara a comprar pintura, era tanta su alegría que no la dejó pagar la cuenta.
Los nuevos cuadros adornaban ahora su sala/comedor devolviéndole la vida a un espacio que había dejado en blanco, incluso había quitado las cortinas que impedían el paso de los rayos del sol, incluso había vuelto a la azotea y había visto el amanecer más de una vez y pensó en Grace. Había querido hablar con ella, se sintió tonta al no tener su número de contacto; incluso buscó su antiguo teléfono para ver si aún funcionaba, cuando decidió alejarse del mundo lo engavetó y los trabajos que había conseguido los había manejado por medio de su padre.
Pasó toda la mañana escogiendo que ponerse y decidió que era necesario salir de compras; casi media hora antes de que fuera hora de que saliera a la reunión fue que se decidió por su pantalón clásico negro, una camisa suelta de algodón blanco, su chaqueta de cuero y sus maravillosas botas de combate que gritaron felices que las volviera a utilizar. Incluso se colocó sus habituales collares, sus anillos y hasta se maquilló. Su padre aguantó el llanto al verla salir de manera apresurada ya que se le había hecho tarde, fue tanta su emoción que no le salió la voz para decirle lo orgulloso que estaba de ella; ciertamente como padre y casi representante de una artista ya había actualizado los perfiles de la misma con sus nuevas obras, maravillándose con los comentarios positivos que había recibido y en las posibles propuestas que ya estaba manejando. Deseaba grandes cosas para tu hija y sabía que aquel viaje había facilitado el camino a su éxito.

Al entrar a la fundación, que era un edificio de unos diez pisos donde funcionaban varios departamentos, la recepcionista le hizo entrega de un carnet y le indicó que la estaban esperando en el piso cinco, oficina 2-B. Una vez en el ascensor sus manos empezaron a temblar de manera angustiante, trató de controlarse respirando profundamente, arreglando su cabello de manera frenética. Al llegar al piso sintió la energía que le había devuelto la vida, la gama de colores alegres, las personas charlando y riéndose, un ambiente lleno de frescura total.
-¡Ofelia!-gritó Cesar desde el lado derecho-Pensábamos que no ibas a venir-parecía angustiado-.
-Discúlpame, se me hizo tarde-.
-Vamos, vamos-la apresuró para volver por el mismo pasillo por donde había llegado, mientras Ofelia se distraía con la dinámica tan genial que los rodeaba-Ya estamos todos esperándote-comentó antes de abrir la puerta de un salón en donde se encontraban todos los que habían estado en la misión con ella-.
Lo primero y lo único que observó fue a Grace, se quedó sin aire y olvidó como era que se caminaba o lo vital que era la respiración para mantenerse con vida. La mujer volteó a verla y de inmediato le sonrió, como recordaba que era su sonrisa, llena de calidez. ¡Dios! Era muy diferente verla fuera de la misión, había más claridad en la belleza de su ser. Vestían casi iguales solo que la camisa de Grace tenía estampados de girasoles y en vez de una chaqueta de cuero llevaba un suéter tejido tres veces su tamaño. Además que llevaba el cabello suelto y que largo era, esparcido por sus hombros en ondas como las mismas olas del mar pero de un color chocolate que le hizo agua la boca con unos reflejos maravillosos.
-Respira-le pidió con ternura haciendo que Ofelia volviera a la realidad y se diera cuenta que la tenía en frente, que la mujer había acortado la distancia ¡y ella ni se había percatado de ello!-Ven aquí-y como aquel ultimo día fue a sus brazos sin objeciones, refugiándose en la cercanía que le ofrecía. La chica quería matarla ya que olía de maravilla, era una combinación de dulce y chocolate…-Bienvenida-le susurró provocándole escalofríos-.
-Bueno, bueno, vamos a empezar-solicitó Cesar con tono demandante, pero ni la artista ni quien la abrazaba se separaron-¿Por qué aquí nadie me hace caso?-.
-Porque eres aburrido-respondió alguien-.
-Los artistas necesitan su tiempo-.
-Y aparentemente un recargue de buena energía-los había extrañado horriblemente-.
-Creo que es hora que nos separemos-le dijo a Grace empezando a sentir mucha pena-.
-¿Estas segura? Mira que estoy cómoda-.
-No muy segura pero siento la mirada de todos en nosotras…-.
-Y eso te incomoda-completó, empezando aflojar su abrazo-.
-No me gusta acaparrar la atención de nadie-.
-Déjame decirte que haces un terrible trabajo-le aseguró alejándose un poco para poder verla y le arreglarle el cabello-.
-¿Cómo es eso?-.
-Acaparraste toda la atención una vez que se abrió la puerta-.
-La acaparé cuando nos abrazamos-.
-Después discutimos eso-le dio un beso rápido en la mejilla para después sonreírle como no lo había hecho antes, de lado ocasionando un maremoto dentro de ella, acentuando su hoyuelo-.
-Ofelia, te quiero-gritó Félix desde la esquina del salón-.
-Y yo a ti grandote-le contestó-Hola a todos, disculpen la tardanza-.
-Haz que valga la pena la espera nena-.
-Vamos chica que necesitamos irnos a tomar unas cervezas-.
Los comentarios siguieron en forma de ánimos mientras Cesar la ayudaba a preparar su presentación. Una vez que todo estuvo listo se llevó el portafolio y mandó a pagar las luces. La oscuridad ayudó a que sus nervios se disiparan y al respirar profundamente se dio cuenta que el olor de Grace había quedado impregnado en su ropa. Empezó la presentación con soltura, mostrando lo mejor de su trabajo; una vez que terminó y los aplausos, junto con los gritos de felicitaciones, no se hicieron esperar entendió que lo había hecho y no recordaba que ni una sola puta palabra hubiera salido de su boca. Cuando encendieron las luces quedó petrificada a verlos a todos de pie con enormes sonrisas de satisfacción en su rostro y Grace gritaba, gritaba de orgullo como si fuera su fan número uno.
-Wow, simplemente wow-comentó Cesar una vez que los chicos se calmaron-En mis años aquí nunca habíamos visto un trabajo como el tuyo. Por favor, por favor dime que te quedaras trabajando con nosotros-.
-Di que si-suplicó Félix-.
-Shhhh-mandó a callar Grace-.
-¿Disculpa que?-Ofelia se encontraba aturdida-.
-Que si lo deseas, para nosotros sería un honor, que formaras parte de nuestro equipo de trabajo. Serías parte del equipo de diseño y publicidad, fotógrafa en jefe-.
-Siiiiiiiiiii-gritaron varios-.
-Shhhhhh, la están abrumando, joder-intervino Grace y fue la primera vez que la escuchó decir la palabra con J-.
-Tu tan solo piénsatelo,-terminó por decir Cesar ante la paralización de la mujer-te doy solo tres días y me quedo con esto-abrazando el portafolio como si fuera su más grande tesoro-.
-Gracias-.
-Gracias a ti-le dijo al estrechar su mano-.
Una vez que salió del salón hizo contacto visual con cada uno de las personas que se encontraban ahí presentes, expectantes. Se quedó observando a Grace, ahí a la distancia, lo cual agradeció no creía que podía soportar su cálida compañía en ese momento.
-Vamos nena, nos conoces somos un amor, di algo-.
-Yo soy la que voy a decir algo-interrumpió Lu-Tú trabajo erizó mi piel, estuvo impecable-.
-Fue fantástico-.
-Extraordinado-.
-¡Qué nivel!-.
-¿Dónde queda el baño?-fue lo que salió de su boca-.
Lu se levantó para llevarla y mientras la acompañaba le hablaba de algo que nunca escuchó ni la primera palabra. Entró al baño y empezó a hiperventilar, trataba de respirar pero parecía que sus pulmones no querían cooperar. La puerta del baño se abrió y cerró con rapidez. Una mano pequeña en su hombro, su espalda pegada de la pared mientras terminaba en el suelo y alguien le repetía que todo iba a estar bien, que se enfocara en imaginar un lugar muy bonito…era Grace quien estaba enfrente de ella con su mano en su estómago pidiéndole que imitara el movimiento de expansión del mismo y así como si fuera un juego de niños volvió a sentir que respiraba, que sus pulmones cooperaban. Se sentía fatal y con una pena gigantesca.
-¿Quieres un poco de agua?-le ofreció-.
-Por favor-su voz salió rasposa y demasiado grave-.
-Aquí tienes-le dio una botella de agua, la cual tuvo que abrírsela, ya que sus manos no dejaban de temblar-.
-Lo siento, de verdad que vergüenza contigo-.
-No te preocupes por eso-le dijo sentándose a su lado-yo también sufrí de ansiedad y ataques de pánico-.
-¿En serio?-.
-Sí, son una cosa espantosa-.
-Igual, lo siento-susurró cabizbaja-.
-¿Me puedes hacer un favor?-.
-Por supuesto-.
-No vuelvas a decir lo siento por algo de lo que no tienes el control, Lia.-Se quedó viéndola con la boca abierta, aquel apodo tenía mucho tiempo que no lo escuchaba-¿Puedo llamarte así o te incomoda?-.
-No, claro que puedes llamarme así solo que tenía mucho tiempo que no lo escuchaba-.
-¿Tus amigos como te llaman?-.
-No tengo amigos, me alejé de ellos hace un tiempo ya-.
-Vale, entiendo-.
-Pero algunos me decían Lia, otros bebé-.
-No eres un bebé-rio y adoró su risa-prefiero decirte Lia-.
-¿Y a ti tus amigos como te llaman?-.
-De todo un poco: pequeña, muñeca, pulga, dulzura, cariño, cosita, querida, lindura, guapura, nena, osita…-.
-¿Osita, en serio?-.
-Sí, es súper tierno-.
-Seguro que sí-sonrió porque le parecía absolutamente tierno aquel apodo-.
-Hey chica-entró al baño Lu casi golpeando a Grace con la puerta-Pero bueno, ¿es que ustedes no encontraron un mejor lugar para tomar asiento?-Ofelia se levantó con rapidez mareándose en el proceso, Grace se quedó dónde estaba-Las esperamos para irnos por las cervezas-Les dio una mirada a ambas como si sospechara que escondían algo y salió del baño con una mueca en la boca-.
-¿Siempre es así?-preguntó con curiosidad-.
-A veces es peor, pero como yo no le doy la atención que necesita se aburre y se va-.
-No son muy amigas-.
-No, no lo somos-.
Ofelia le ofreció su mano  ayudarla a levantar, al hacerlo se encontraron muy cerca. Invadían el espacio personal de la otra y a ninguna de las dos pareció importarle.
-Eres increíblemente hermosa ¿lo sabías?-le comentó haciendo que se sonrojara de inmediato, dando un paso hacia atrás-Lo lamento, yo y mis comentarios espontáneos-.
-Tranquila y…gracias, supongo-.
-No supongas algo que te acabo de asegurar-.
-El mundo entero supone-.
-Y es ahí donde se encuentra el fallo, ante la duda es mejor preguntar-.
-Lo tendré en cuenta-.
-Vale, vale-pareció que deseaba decirle algo más pero salió del baño antes de atreverse a decirlo-.
Ofelia suspiro de alivio, eran demasiados emociones juntas en menos de dos horas, necesitaba un tiempo para asimilar todo. Fue a lavarse las manos, el sonido del agua la calmaba, al observarse en el espejo sus ojos color café se encontraban brillantes, sus mejillas sonrojadas y Grace tenía razón: era increíblemente hermosa.

Con Aires de Amanecer (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora