Capítulo 3

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Ander King

Me duele la cabeza. Ayer estuve toda la noche de fiesta con Ares para celebrar su victoria en el ring. Hector no debió haber retado a mi hermano porque ahora no solo le debe dos millones y medio sino que su nombre quedó por los suelos. Si no fuera por su falta de autocontrol aún tendría posibilidades de hacer crecer su carrera como boxeador, lastima que el haber perdido hubiera hecho que perdiera toda posibilidad.

Pero bueno, lastima por el no por mi que fue mi hermano el que ganó.

Lunes por la mañana son las ocho y cuarto y como siempre ya estoy entrando en la universidad.

Llevo un chándal negro con una musculosa gris y unos lentes de sol para que la luz no me moleste y empeore mi migraña. Como me acabo de duchar llevo el pelo húmedo y desordenado.

Como siempre hombres y mujeres fijan sus miradas en mi maravillosa persona.
Deseándome, alabándome o temiéndome.

Nada nuevo, como siempre.

Hago una parada a mi taquilla para coger algunos libros que necesitaré para mis clases de la mañana cuando un penetrante olor a flores llega a mis pulmones justo antes de ver como unos delgados brazos me rodean el estómago por detrás.

-No me contestaste los mensajes de anoche, me prometiste que vendrías y yo como una tonta te estuve esperando todas la noche - me habla enojada haciendo que su chillona voz me provoque más daño en la cabeza del que ya tenia.

-Estaba ocupado- me limitó a contestarle cerrando mi casillero y emprendiendo mi camino hacia la cafetería, donde me esperan mis hermanos.

-¿Donde estabas? - me entierra las uñas en mi muñeca en un intento para que le preste atención- Seguro te estabas follando alguna puta con tu hermano, como siempre lo hacéis.

Me suelto de su brazo y con la voz más dura que tengo le digo- No me toques- le cojo el brazo y la meto en la primera clase que encuentro vacía.

-¡AAAAAAHHHH ¿Que haces?!- chilla y patalea para que la suelte y justo eso hago, suelto su brazo de repente haciendo que tropiece con sus propios pies y termine cayendo al suelo.

-No estamos saliendo no eres mi nòvia ni nada por el estilo. Solo eres otra que me follo de vez en cuando, así que deja de hacer eso porque no tienes ningún derecho sobre mi - parece que hacer convivido con Hades per los últimos cinco años a mejorado completamente el control de mi voz ya que puedo ver como Samanta lloriquear y me mira con miedo desde es suelo.

-Pero-o yo...

-No, tu nada. Solo follamos de vez en cuando ya te lo expliqué y tú estuviste de acuerdo- me ajusto bien la musculosa para después dar me la vuelta e irme justo a tiempo para ver a uno de mis hermanos entrar al baño con todo el pecho y parte de sus pantalones manchados de algo morado.

Así que como buen hermano que soy lo sigo para ver si consigo nuevo material de burla por los próximos meses.

Dos chicos salen corriendo con la cara blanca como el papel segundos después de que él entrará.

Justo abro lo puerta y - ¡Que os larguéis joder!

Predecible.

-¿Y si no quiero? ¿Que harás? - digo sarcásticamente.

Esta con la cabeza metida en la pica lavándose parte del pelo y la cara con agua y su musculosa blanca manchada sobresale de la papelera.

Me echa una mirada de esas que si pudieran ya te abrían mandado veinte metros bajo tierra a través del espejo para luego seguir con lo suyo.

-¿Porqué estas morado, hermanito?

-Una estúpida con el ego más grande que he visto me ha tirado su zumo de mora encima - dice con los dientes tan apretados que por un momento temo que se los rompa.

Vaya... está enojado.

-Que decepción, y yo que pensaba que uno de mis hermanos se estaba convirtiendo en uno de esos trols bailarines de la película - suelto una carcajada de mis propias tonterías ganándome un golpe en el estómago que me deja sin aire por unos segundos.

-No seas idiota. Era una jodida fiera - levantó la mirada para verlo. Él está mirando un punto fijo, pensativo.

-No me digas que te enamoraste - me burló.

-Claro que no - él me mira serio pero ahí algo que lo hace dudar, tal vez no le guste pero si le atrae y mucho.

Y ahora mismo no se si eso es bueno o malo.

Mujeres KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora