Leia Clark
No me gusta madrugar. Hoy tuve que levantarme temprano para ayudar a mi abuelo a terminar de pasar todos los papeles a digital. Podríamos haber usado a nuestras secretarias pero al ser papeles importantes acerca de nuestra familia y herencia no queríamos que otros se ocuparán.
Subo a mi coche rumbo a la universidad, no nos a llevado mucho tiempo así que lo más probable es que Ailén aún no hubiera llegado.
Al ser una universidad privada nos hacen enseñar y una identificación para poder entrar si es qué vivimos fuera de esta.
-Que tenga un buen día señorita Clark - dice el guardia para después proceder a abrirme el portón y cederme el paso.
Ailén y yo tenemos nuestras propias plazas de aparcamiento privadas por lo que no tenemos que andar dando vueltas por todo el campus para conseguir dejar el coche.
Al bajar no solo recibe atención mi hermoso ángel negro sino que la mayoría de ojos están en mi persona.
Como siempre los ignoro y procedo a caminar hasta la cafetería. Como ya me tomé un café en casa de mi abuelo pido un zumo de Mora con dos sándwiches vegetales y una agua para desayunar junto a Ailén.
La señora de la cafetería me lo entrega en una bandeja, pago y la doy las gracias.
Con ya todo lo que necesito me siento en una de las mesas del medio, no es que la allá escogido per algún motivo en especial pero es la que estaba más limpia.
Empiezo a revisa y contestar algunos correos de la empresa cuando de repente alguien deja caer una bandeja a mi lado haciendo que el café que traía se cayera encima de mí manchando parte de la falda y camisa blanca que llevo.
-¡¿Pero que demonios te pasa imbécil?! - gritó al idiota de mi lado.
Es un idiota de casi dos metros de pelo negro carbón, tiene los ojos grises cristalinos y unas pequeñas pecas casi imperceptibles en las mejillas. Viste con un chándal gris y una musculosa blanca que deja ver su brazo izquierdo lleno de tatuajes.
Sonríe arrogantemente al darse cuenta que me lo quede viendo - Estas en nuestra mesa - dice cruzando los brazos provocando que se le marquen más los músculos - Lárgate
- ¿Perdón? - lo observó como si fuera un extraterrestre que me hubiera dicho que vino a invadir la tierra.
- Que estás en nuestra mesa, niña, ¿Que no entiendes?
Sigo viéndolo como extraterrestre de dos cabezas y tentáculos morados, mientras él está ahí, parado de brazos cruzados y cara seria como si ya estuviera cansado de repetir siempre lo mismo.
-No veo tu nombre por ninguna parte, niño, búscate otra mesa que no eres el rey de esto para estar adueñándote de las mesas - le digo enojada por la forma que me llamo.
- Cuida él como me hablas niña puedo hacer que te expulsen de esta universidad y arruinarte la vida - contesta entre dientes.
Por lo que puedo ver el niño es de esas personas que cuando se enojan se les marcan una vena pero en vez de ser la típica de la frente es una del cuello.
- No digas estúpidezes, niño, no podrías arruinarme la vida ni aunque quisieras. Pero ¡eh! ¿Quieres la mesa? Bien, tómala - cojo mi delicioso zumo de mora y se lo aviento en la cara manchándolo todo. Agarró mis cosas y salgo de la cafetería con todas las miradas encima pero mis pasos siguen siendo igual de firmes que mi mirada.

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Mujeres King
Teen FictionEllas, mejores amigas de la infancia Ellos, hermanos de distintas madres ¿Que pasaría si dos de sus hermanos vinieran un día diciendo que han encontrado a la indicada, a la mujer con la que se casarán? ¿Y si en vez de una fueran dos? Desde hace ya...