Capítulo 13
(Advertencia: +18. Contenido de prácticas explicitas. Cualquier práctica sexual debe ser consensuada y de mutuo acuerdo. No es no, quizás es no. Sí es sí, y si luego dicen que no, es no. No romanticemos actos que actúen contra la integridad física y mental de una persona.)
***
«Querido Fred,
Hoy has venido a mi memoria. Hacía tiempo que no lo hacías y se ha sentido extraño. Me ha ha hecho sentir culpable.
Hoy te he visto reflejado en los ojos de Reg mientras trataba de gastarme una broma.
Yo he fingido que no me he dado cuenta y luego me he hecho la sorprendida al escuchar su risa. Te juro que su risa es lo mejor de este mundo. Se parece a la tuya, pero aún tiene que aprender a ser tan sigiloso y sutil como tú lo eras a la hora de hacer travesuras.
La sonrisa que se formó en mi rostro entonces se borró al recordarte. Aún duele, seguirá doliendo.
Espero que desde dónde estés puedas vernos. No me gustaría que te perdieras como cada día crece pareciéndose más a tí.
Te quiere,
Denébola Black»***
Sábado 12 de Julio de 2003
Denébola se asomó con cautela. Estaba algo nerviosa. La felicidad contagiaba el ambiente y se veía reflejada en los atuendos coloridos. Ella vestía de negro e informal, algo alejada dónde pudiera ver todo de una forma clara pero distante.
No había vuelto desde 1998.
Se sentía extraño, como si ella ya no perteneciera allí. Veía los rostros conocidos como si estuvieran bajo un manto que separaba de forma amortiguada el eco de las risas, pero ya ninguno parecía verla a ella. Ellos no la recordaban, y eso la ayudaba a permanecer oculta bajo la sombra de un árbol que la amparaba del calor veraniego de la zona.
Vió a Manu palmear el hombro de Antonio. Ambos vestían de traje para la ocasión y reían de algo que provocó una amonestación por parte de Victoria.
La chica siempre había sido de curvas peligrosas, pero ahora la más bonita que adornaba su cuerpo era la de un embarazo bastante avanzado que había atraído aún más belleza a la joven, si es que eso era posible ante los ojos de Denébola, que los observaba de forma lejana con una sonrisa llena de melancolía que bañó sus ojos.
Observó con una bonita ilusión en su corazón que se sintió como una punzada agradable cómo Antonio rodeaba a la chica y apoyaba sus manos sobre el abultado vientre. Los ojos de ambos estaban ebrios de amor y eso hacía a Denébola feliz.
No sabía cuándo había ocurrido, pero ahora no se imaginaba a nadie mejor para el otro. A su lado y cruzado de brazos, Manuel reía y negaba con la cabeza. Si hubiese estado cerca, Denébola podría haber asegurado que le escuchó decir que era un auténtico «calzonazos» o, al menos, se rió pensando que sería aquello que los labios de su amigo habían murmurado si él no había cambiado lo más mínimo.
Pero claro que habían cambiado. Habían crecido. Manuel ahora vivía en Berlín. Se había marchado tras una exhaustiva e infructífera búsqueda de trabajo tras finalizar sus estudios que culminó en decepciones hasta que decidió emigrar en busca de una vida mejor. Ahora su cabello era más ralo, y en su oreja derecha adornaba una de esas decoraciones muggles que Denébola se hizo en el pasado.
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Cómo me enamoré de la última de los Black. || Libro 2 • GEORGE WEASLEY ||
FanfictionLa guerra había concluido, habían conseguido ponerle fin al legado de Lord Voldemort, pero había tenido un alto coste. Fred Weasley había abandonado ese mundo para siempre. Lo hizo tal y como lo había vivido, riendo hasta el final, pero tras su part...