Capítulo 10
(Advertencia: +18. Contenido de prácticas explicitas. Cualquier práctica sexual debe ser consensuada y de mutuo acuerdo. No es no, quizás es no. Sí es sí, y si luego dicen que no, es no. No romanticemos actos que actúen contra la integridad física y mental de una persona.)
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«Querido Fred,
Recuerdo el día en el que aprendiste a cada uno de los rincones en los que le escondía. Pensé que debía de importarte mucho si te preocupabas por buscarme cuando yo quería ser invisible. Pero tengo algo que contarte.
Ahora sé que mis intentos por desaparecer eran absurdos, porque él me veía, y ahora... Ahora ya no necesito esconderme.
Denébola Black.»
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Miércoles 25 de diciembre del 2002
Regulus era inquieto y atrevido. Denébola solía desesperarse corriendo tras de su hijo por toda la casa; ocurría cada vez que el pequeño debía de asearse y alistarse adecuadamente, y justo esa mañana había decidido que era buena idea en una mañana de navidad tan ajetreada hacer uso del surtido de bromas de Sortilegios Weasley que tenía a buen recaudo en su arsenal privado mientras volaba en su pequeña escoba huyendo de su madre.
Hacía apenas unos minutos que habían abierto los regalos en Grimmauld Place, llenando de alegría, felicidad y risas las tristes paredes que en otros tiempos solían estar tan apagadas, pero ahora debían apurarse.
Denébola estaba frustrada, tratando de alcanzar al pequeño de cuatro años que cada día era más idéntico a Fred con su revosante personalidad. George, en cambio, reía felizmente desde el cómodo sillón uniplaza del salón, recogiendo su costado bajo su brazo por el ligero dolor agudo creado por la risa. Para el pelirrojo mayor era un absoluto deleite ver como la mujer que más amaba en el mundo fruncía el ceño y trataba de perseguir a Reggie, pues le recordaba a cuando él era pequeño y su madre trataba de hacer lo mismo mientras él huía con Fred. Ese era un recuerdo que había dejado de doler al ver cómo el hijo de su gemelo era prácticamente idéntico en cada una de sus acciones, sentía que volvía a tener a Fred con él, como si nunca se hubiese marchado de su lado. Como si nunca lo hubiese perdido.
Pero definitivamente odiaba cuando Dené, cansada ya de luchar sola y ver cómo él sólo animaba el comportamiento de su sobrino, se giraba con los brazos en jarras y malhumorada hacia él. Eso conseguía dejarle mudo y se erguía en su asiento correctamente. Denébola enfadada seguía dándole miedo, por mucho que hubiesen convivido juntos, por mucho que se hubiesen amado y demostrado que cada día juntos no sólo era una aventura increíble si no que se lo tomaba como el hombre más afortunado. Esa mirada seguía creándole escalofríos por toda su espalda.
Era en esos momentos cuando George trataba de hacer uso del sentido común de adulto responsable y se acercaba para tomar a Reg entre sus brazos en pleno vuelo. El pequeño por supuesto se lo tomaba aún más a broma y diversión, y reía abrazado a su tío mientras el mayor le hacía cosquillas y subían juntos la escalera para ir a prepararse para el almuerzo de navidad en la Madriguera.
Hacía mucho tiempo, casi habían perdido la cuenta, del primer día que apreciaron que actuaban como una pareja extremadamente normal frente a toda la familia y se sintieron culpables tras eso. Fue una tarde de sábado agradable de primavera, en la que sus manos se entrelazaron de forma involuntaria al llegar a La Madriguera. Nadie pareció sorprenderse. Hasta Molly les miró con ternura, y eso les hizo cuestionarse porqué habían sido tan descuidados en ese tema y, sobretodo, durante cuanto tiempo.
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Cómo me enamoré de la última de los Black. || Libro 2 • GEORGE WEASLEY ||
Hayran KurguLa guerra había concluido, habían conseguido ponerle fin al legado de Lord Voldemort, pero había tenido un alto coste. Fred Weasley había abandonado ese mundo para siempre. Lo hizo tal y como lo había vivido, riendo hasta el final, pero tras su part...