Nueve

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¿Es normal desear desaparecer con tanta frecuencia?

Nunca ha sentido esa euforia de despertar otro día.

Al volver a "casa" estuvo realmente contento de que Jeno esté a su lado, se sentía muy débil pero ver la sonrisa alentadora de su novio le devolvía las energías, que pasaran todo el día juntos aún sea para aprender a cuidar a Jaeno le alegra bastante.

—Es tan pequeño...— Jaemin observa a Jaeno dormir después de haber intentado ponerle el pañal y fallar vez tras otra.

—¡Es muy lindo! Me encanta, lo amo, tanto como a ti.— Jeno es como niño con juguete nuevo, no se separa de ninguno y le enorgullece llamarse a si mismo "padre" cuando a él el título le repugna.

Le alivia saber que no ama más al niño, es estúpido y lo sabe pero no le interesa. —La verdad es bastante feo.— comenta sin malicia, más bien curioso.

Jeno le pega sin fuerza en el hombro. —No digas eso, es precioso.

—Todos dicen eso, pero yo no le veo nada en especial...— Jaemin lo ve preocupado. —Tampoco se parece a ninguno.

—Porque está pequeño, cuando crezca será igual a nosotros, espero...— Jeno también ve curioso al niño, Jaemin sabe que esa es su auto escusa del porque superficialmente Jaeno no parece hijo de ninguno.

¿Cabello rojo? ¿Ojos grises? Incluso vieron fotos de ellos de bebés y nada.

—¿No hay problema con que faltes al trabajo?

—Nop, tengo permiso, y quiero estar contigo en este momento.— sonríe contento. —Es más, mi mamá sacó muchos conjuntos de cuando yo era bebé, vamos a verlos.

Jeno lo toma de la mano para sacarlo de la habitación, pero un pequeño llanto detiene los pasos de ambos, obligandolos a girar nuevamente a la cama.

Jaemin aniquila con la mirada al niño que se remueve en el colchón agitando sus extremidades, ¿Por qué va a despertar justo cuando tiene un tiempo a solas con Jeno?

—¡Despertó!— Jeno de inmediato corre para cargarlo con sumo cuidado. —¿No vas a dormir, cariño?— lo mese suavemente, pero Jaeno llora más fuerte. —¡L-lo siento!— dice asustado quedándose quieto, lo que hace reír a Jaemin. —¿Tiene hambre? Jaemin, dale pecho.

Deja de reír de golpe. —¿Que? ¿Otra vez? No me gusta hacerlo...— la sensación es extraña y sus pechos se hinchan hasta doler.

Jeno lo ve con reproche. —Ya hablamos de eso, es tu deber.

Con una mueca de disgusto sostiene a Jaeno, que se calma casi al instante haciendo sonreír a Jeno. Sube su camisa dándole acceso a la boca del niño que comienza a alimentarse.

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Cuando está acompañado no es tan malo, puede distraerse en la otra persona e ignorar al niño, pero estando en plena soledad el miedo lo invade, cuando llora y no se calma, cuando debe cambiarlo varias veces al día, al bañarlo o alimentarlo. No sabe cómo hacer nada correctamente y eso le estresa, causando que muerda sus dedos hasta hacerlos sangrar. No tener con quien quejarse es duro, Renjun comenzó la universidad y en su suegra al parecer no puede confiar.

—¡¿Estás demente?! ¡Esa agua es demasiado fría!— tiembla en su lugar del susto ante el grito casi logrando que Jaeno se le caiga de las manos, estaba por meterlo a la bañera previamente llenada con agua.

Gira su rostro, asustado ante la declaración. —Pero acabo de medir la temperatura...

Mentira, solo abrió la llave y la dejo llenando.

Nuestra historia... no fue cómo lo planeamos. «Nomin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora