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"Bienvenido. Por favor, tome asiento allí".

Últimamente, todos los días por la tarde, los clientes entraban en la tienda uno tras otro.

Durante los descansos del trabajo, los trabajadores y las familias con niños pequeños, acudían para comer y pasar un buen momento juntos. Y por eso mismo, la estrecha tienda se llenaba muy, muy rápidamente.

"Por aquí hay una mesa para usted. Oh, claro que sí. En un momento viene su orden."

Mientras la pequeña tienda bullía con voces animadas, Nico corría hacia el mostrador y de regreso con un montón de platos. En realidad, siempre iba y venía por aquí y por allá entre las mesas hasta que llegaba la hora de cerrar.

"El almuerzo de hoy para cuatro, por favor".

"Si, en un momento".

"Aquí, dos porciones".

"Sí, por favor espere".

Colocó fruta de temporada como fresas, melocotones y melones traídos de un huerto cercano, abundante crema pastelera y nata fresca para poder hacer los postres mientras colaba su ya muy famoso té de rosas.

Después de sacar el plato para el almuerzo, sirviendo todo con una gran sonrisa, lo siguiente que tenía que hacer eran las crepas para la tercera y quinta mesa. Cuando horneaba una crepa, redonda y esponjosa, cubierta y rellena, el dulce aroma de la mantequilla se esparcía por toda la tienda hasta estimular el hambre de sus clientes.
Recientemente, aquí, en las afueras de un pequeño pueblo llamado Valle de las Rosas, "Nico's Happy Garden", se había vuelto el café más popular del mes.

Valaquia era un país hermoso, con casi toda su tierra llena de rosas de damasco. Los países poderosos tenían enormes ejércitos que utilizaban para la guerra. Sin embargo, las montañas empinadas, que solo se podían cruzar a caballo, los valles y ríos con solo puentes angostos, y la topografía rodeada por el Mar Negro, lo convertían en una fortaleza natural que dificultaba la invasión desde el exterior. Y gracias a eso, existía una paz tranquila y humilde por los alrededores que permaneció hasta la actualidad.

El aroma dulce y refrescante de la rosa damascena flotaba en la ciudad durante todo el año, y las flores se veían por todas direcciones. Por eso mismo, las tiendas que vendían té y postres de rosas eran muy populares y la tienda de Nico era, quizá, la más pequeña y querida de ellas. Lo llevaba a cabo solo, por lo que no había muchos menús: Pan dulce, café y fruta de temporada recién recogida por la mañana. El almuerzo consistía en sopa de pollo, carne picada y gratinada llamada "moussaka" y brocheta de hamburguesa, que como decía el nombre, consistía en un pan recién horneado, con crema agria en forma de corona esponjosa, con mucho queso adentro. La hora del té, en la tarde, tenía como especialidad frutas, crema pastelera y crema batida. Por supuesto, no había escasez de clientes desde la apertura hasta el cierre y le iba muy, muy bien. Aun así, aunque era popular, se aseguraba de cerrar la tienda a las 4:00 pm debido a sus responsabilidades porque, además, el dueño era un joven de unos veinte años llamado Nico, como la tienda.

"¿Qué debo hacer? Pensé que podía hacerlo solo, pero no puedo salir del embrollo sin contratar a alguien. Tengo que cuidar a mi Michalis".

Niko estaba en la esquina de la tienda mientras limpiaba la cafetera para poder utilizarla en la hora del té. El bebé, Michalis, estaba entre sus brazos mamando su camisa.

"¿Qué tengo que hacer, amor?"

Michalis estaba sonriendo, con los ojos muy, muy abiertos.

"Boo-boo-boo-boo."

Quiero cuidar este hermoso amor. (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora