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Al mismo tiempo que un sentimiento tan fuerte se extendía en su corazón, fue atacado por un miedo que nunca antes había experimentado en su vida. Los hombres habían dicho que revisarían todo más tarde, aproximadamente una hora después de que hiciera la lista de muertos.

En otras palabras, muy pronto.

Si las cosas seguían así, ellos vendrían y lo matarían con sus propias manos así que había que hacer algo antes de eso. Según lo que le dijeron, era el niño de una familia de alto rango. Un alfa. Y probablemente todo eso de la enfermedad y la herida que querían hacerle en su pecho era un excusa para deshacerse de él ¡Era una posibilidad que tenía que tener presente! Incluso Nico, que no sabía nada del mundo, entendía que tenía que pensar en todos los panoramas al tratarse de política y guerra.

Niko contuvo la respiración y miró a su alrededor. Delante de su cara, vio la figura de Nikolai, que murió hace unas horas y junto a él, al pequeño bebé Omega que había pedido ver antes de que ambos comenzaran a agonizar de dolor. Estaban envueltos en un saco de yute porque iban a ser transportados por el camión municipal.

"Esta es la única forma".

Era una idea extremadamente aterradora, pero en lo más hondo de su corazón creció una voluntad tan profunda que sintió que no tenía más remedio que aferrarse a ella. Después de confirmar que no había nadie más en el salón, se quitó el sombrero que tenía en la cabeza, rápidamente se despojó de la ropa monástica y la puso sobre el cadáver de su amigo. Las personas que murieron por la peste no se revisaban en detalle después de todo así que, podía decirse que esta era su única oportunidad.
Inmediatamente tomo su credencial de defunción y escribió su nombre "Nico" y "Beta" en lugar de "Nikolai" y "Omega" y la colgó en su cuello mientras escribía los detalles:

—Beta.
—Oficio: Monje.
—Se contagió mientras estaba de servicio.

Solo iban a asumir que el monje Nico, murió por la peste. La tasa de mortalidad en los Beta era muy baja pero nunca igual a cero.

Y de ahora en adelante, él sería Nikolai Panov, un Omega.

Tomó su documento de identidad, se lo puso en el cuello, junto con la gargantilla de los Omega que él siempre llevaba encima, y sacó el cadáver del bebé de la bolsa de yute. Tomó su plaquita de identificación.

"Lo siento, bebé... Déjame usar el tuyo para que Michalis pueda irse de aquí. Lo siento, de verdad lo siento. Discúlpame."

Las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos humedecieron sus mejillas y fluyeron como una cascada hasta el cuello del cadáver frío del pequeño bebé.

Sí, este certificado de nacimiento era suficiente. Ambos eran hijos del mismo hombre y por consiguiente, los dos eran idénticos. Además, su género secundario todavía no se había anotado por lo que esto era un enorme punto a su favor.

Vistió al bebito con la ropa de Michalis y adjuntó la etiqueta "bebé no identificado/género alfa" al certificado de defunción. Pero cuando le quitó el pequeño anillito de oro que tenía en una cadena alrededor del cuello, Nico extrañamente se quedó en blanco. ¿Sería bueno que se lo quedara? ¿Sería mejor tirarlo? Nikolai se lo había puesto por una razón y recordaba perfectamente bien que le había dicho que le pertenecía a ese hombre con el que estaba relacionado. Algo que podía revelar la verdadera identidad del niño, y al mismo tiempo, ponerlo en un tremendo peligro.

Nico inmediatamente lo metió en el bolsillo de su chaqueta.

Solo para estar seguro, le dibujó la misma marca, exclusiva de un Alfa, en la parte inferior de su pie y volvió a ponerle las calcetas. Era bien sabido que un lunar era algo "especial" que no desaparecía hasta que el niño cumplía los tres años. Se sintió como un pecado, por supuesto, pero solo quería ayudar a este bebé y a la luz del brillo que cayó en su casa cuando le sonrió. Para Nico, parecía una señal de salvación acompañada de un bonito: "Daa, daa" y una hermosa figurita extendiéndose desesperadamente en su dirección para decirle que quería seguir con vida. Y juraba que en ese momento su sangre había regresado lentamente a las células que hasta entonces estaban muertas.

"Vamos a vivir juntos de ahora en adelante, mi amor. Te lo prometo. Lo prometo."

Nico envolvió al bebé en una de esas sábanas que se utilizaban para las misas en la iglesia y lo sostuvo entre sus brazos con mucha fuerza.

Saltó del edificio.

"Soy Nikolai y soy un Omega. Escapé de la enfermedad con mi hijo Michalis. Vamos a un lugar seguro. Soy Nikolai. Nikolai..."

Repitió una y otra vez.

"¡Buaaaah!"

"No llores. No llores, bebé. Tenemos que escapar de este lugar para que no nos encuentren. Por favor, por favor. No levantes la voz. Es la única forma... Es la única forma, te lo juro."

Con un sentimiento de oración desesperado, fue al sótano del monasterio, que ahora estaba vacío, y preparó una cama para el bebé. Algo en lo que pudiera acostarlo.

Al principio, el bebé lloraba con muchísima fuerza, pero cuando le dio un poco de leche diluida y calentada en la cocina del monasterio, comenzó a comer y comer hasta que se quedó dormidito entre las mantas.

Nico, mientras tanto, comenzó a prepararse para escapar.

"Date prisa." Pensaba. "¡Date prisa y prepárate para escapar de aquí ahora mismo!"

Si accidentalmente se encontraba con un monje o paciente que conociera bien la cara de Nico, descubriría que había cambiado de lugar con Nikolai. Y si un Beta utilizaba la identificación de un Omega para escapar del país, probablemente enfrentaría una cadena perpetua o tal vez un exilio. Y eso si le iba bien. Pero, si eso sucedía, entonces le quitarían al bebé y se revelaría quién era. Posiblemente incluso iban a matarlo justo como querían hacerlo en la morgue así que, de solo imaginarlo, sintió que se le erizaba la piel por todo el cuerpo y también, que empezaba a sudar a tal punto que hasta las yemas de los dedos se le paralizaron.

"No, no, no, tienes que ser fuerte, Nico. Tienes que ser fuerte y pensar en el niño. Te necesita. ¡No tengas miedo porque te necesita!"

Se decía a si mismo que este niño solo lo tenía a él, que se lo debía a Nikolai y que no era momento de ser un cobarde.

"Dios, ayúdame por favor. Ayúdame."

Lo que pudo llevarse consigo fue: una muda de ropa, paños para hacerle un pañal al bebé, toallas limpias, jabón y botellas de leche. Un poco de comida. También hierbas medicinales que se podían cambiar por dinero y una pieza de pan. Solo podía llevar lo más básico, pero igual sintió que cuando lo puso en esa bolsa grande y lo cargó en su espalda, empezó a pesar terriblemente. Igual a si llevara seis kilos de piedra. Sostuvo al bebé con un paño que había dejado colgando de sus hombros y finalmente corrió otra vez.

Nico entonces llegó al país vecino de Valaquia con el documento de identidad del fallecido Nikolai en la mano. Siempre se preguntaba si debía hacerle caso, seguir haciéndose pasar por él e ir a Rusia, pero no tenía sus dones, no sabía el idioma y no tenía el dinero como para criar a Michalis a salvo en un lugar tan desarrollado como ese. Ni siquiera sabía a ciencia cierta el nombre de su padre  y aunque tenía sospechas sobre quién podía ser... Bueno, no se atrevía a corroborar la información porque se moría de miedo. Es decir, era obvio que sería más seguro para el niño no hacerlo y segundo, ahora él era Nikolai ¿No era verdad? Un prostituto que escapó durante la peste y que tenía una historia problemática que ahora también le iba a pasar factura a él.

Así fue como el nuevo "padre e hijo" llegaron a este país y escaparon de la guerra.

Poco después solicitó el estatus de refugiado.

Quiero cuidar este hermoso amor. (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora