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Hace medio año que Nico vino a este país cargando a un bebé entre los brazos.

Nico nació y creció en el Reino de Moldavia. Mismo país que Revan. Por supuesto, los padres de Nico eran una pareja Beta ordinaria que trabajaba en un restaurante, en un pequeño pueblo portuario muy simple. Además, llevaban una vida que no tenía nada que ver con la de Revan, quien había dicho tan de la nada que era un duque.
El Mar Negro les quedaba cerca y siempre llegaba pescado fresco. Además, el bosque lo tenían a un par de pasos así que había frutas y carne de animales salvajes, así como leche y verduras de las granjas cercanas, que siempre proporcionaban como comida de lujo para los clientes.

Su padre era hijo de un rico erudito Beta y ella era hija de una prostituta traída de Rusia, así que tenía cabello rubio y ojos azules que eran considerados una maldición en Moldavia.
Fue un tiempo en que descendientes de prostitutas y prostitutos masculinos Omega eran traídos como esclavos de Rusia durante la guerra, por lo que los padres de su padre se opusieron firmemente a convertirla en la "esposa de un hombre de una familia rica" cuando, según ellos, no lo merecía. Como resultado, los dos se fugaron y comenzaron a vivir y trabajar en ese comedor del centro. Pero para su padre, que originalmente era hijo de una familia adinerada, no fue nada fácil cambiar su vida sedentaria por algo de esfuerzo 24/7 así que, cuando Nico tenía seis años, colapsó debido a un dolor en el corazón y falleció. Y aunque fue hace muchísimo tiempo, todavía recordaba claramente la manera en que su madre, exhausta, gritaba:

"No, no te mueras. ¡Por favor, no me dejes!"

De una manera que rompía el alma de quien fuera.

La pareja, dueña del comedor, estaba haciendo todo lo posible para consolar a su madre. Nico miró fijamente a esa mujer y después de eso, recordaba claramente ver a sus abuelos paternos llegando de la capital para gritarle por ser tan descuidada. Su abuelo era un erudito que entraba y salía del castillo real. Se decía que estaba enseñando historia al príncipe heredero y de todas maneras, se portó peor que un animal cuando gritó:

"¡Mi hijo murió por tu culpa, perra!"

"¡No, no! Papá murió de una enfermedad. No es culpa de nadie. Ya déjala ¡Mamá llora!"

Por supuesto, era muy chiquito y aunque estaba gritando eso desesperadamente en su corazón, todavía no podía expresarse en palabras claras.

Después de eso, sus abuelos trajeron a su padre a casa en un ataúd y su madre pareció haber perdido el alma al mismo tiempo.

Se sentía culpable porque le dijeron que fue culpa de su mamá y en ese momento, ciertamente no entendía el significado del dolor de sus abuelos. Ellos estaban en un lugar lejano cuando se enteraron de la muerte de su único hijo así que seguramente no habrían podido soportar esa realidad sin culpar a alguien más por eso. Ahora, ya mayor, podía saberlo.
Sin embargo, esa vez, Nico no tenía forma de entender cuánto había herido esa palabra a su querida madre. Perder a un ser querido y que además te dijeran que era tu culpa, irremediablemente también mataba un corazón que siempre fue muy sano.

Al día siguiente, su madre le dio a Nico un anillo como recuerdo de su padre y un collar de oro que tenía sus iniciales y después de que lo confió a un monasterio, que estaba ubicado a lo largo de la frontera, se arrojó al fondo de un valle para seguir a su esposo. Más tarde le dijeron que sus abuelos paternos se negaron a adoptarlo porque, aunque su familia, tenía cabello castaño dorado, ojos color ámbar y una apariencia como la de su madre. Tomaron el anillo de recuerdo dejado por el padre de Nico y en su lugar, se lo cambiaron por una bolsa de monedas de oro.

Continuó entonces su aprendizaje como monje. Pero mientras trabajaba en el monasterio, se las arregló para cultivar hierbas medicinales para el hospital y además, ayudar con todos los enfermos que pudiera. Siempre decía que le gustaba hacer feliz a la gente, así que era natural en él y en poco tiempo empezó a hacer tés de hierbas y dulces y aprendió a preparar remedios con ruda, manzanilla y otras flores que funcionaban para los dolores. Eso, más que nada, porque recordaba a su padre y su madre trabajando felices en la cafetería y además, porque quería especializarse en ellos para evitar otros descuidos como el de su papá.
Sin embargo, fue por la sensación de que las personas a su alrededor desaparecerían en cualquier momento, que tenía miedo de amar a alguien más y, básicamente, se pasaba todos los días sintiéndose temeroso y triste.

Quiero cuidar este hermoso amor. (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora