16|Regalame esta noche

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Justin

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Justin

El regreso al campus ocurrió casi en completa ausencia de palabras. El único sonido que nos brindaba compañía era el ruidito de la carrocería antigua que me regaló Artur, un viejo profesor que tuve en secundaria, accedió a reducirme el precio a cambio de prometerle que no le diría a su esposa nada acerca de su aventura con la secretaria.

Detengo el auto en el aparcamiento del campus, justo en frente del edificio de las chicas. No he tenido la valentía de echarle un vistazo a la rubia a mi lado, hasta ahora. Con una lentitud que no sabía que tenía escondida, giro la cabeza hacia ella para comprobar que su silencio tiene un motivo crucial: se ha quedado dormida. Babeando sobre el asiento de mi auto.

Una sonrisa se abre espacio en mis labios, y sacudo la cabeza al darme cuenta. Debo cortar estos sentimientos antes que terminen hundiéndola a ella también. No lo merece.

Borro la sonrisa lentamente, y me saco el cinturón de seguridad de encima. Me inclino hacia ella para quitarle su cinturón. Apenas se mueve en el asiento, y emite un bostezo sobre mi cara. Eso me hace sonreír otra vez.

Otra vez machaco aquella sonrisa.

Vale, admito que esto va a ser más arduo de lo que llegué a imaginar. Ignorarla. Sería mucho más fácil si me marcho. Esfumarme fuera de su camino. Lejos de su vida. Ver su felicidad a la distancia, como un fantasma.

Como un ángel de la guarda. Porque, aunque me aleje, siempre me encargaré de cuidarle. Lo he hecho siempre, de todos modos.

Con el cansancio haciéndome mierda la consciencia, me las apaño para abrir la puerta. Rodeo el auto, y abro la puerta del asiento de Lotty. El aire me cala los huesos, pero me convenzo que el frío es una mentira mental. Saco el cuerpo de Lotty fuera del auto, y sus brazos caen lánguidos a los costados de mi cuerpo. Gruño. Engaña a cualquiera sus míseros cincuenta kilos. O quizá es mi cansancio que no me ayuda para nada. Me siento cual criminal mientras empujo las puertas del edificio. La chica en el escritorio, que se oculta detrás de la pantalla de la portátil, despega la mirada un segundo solo para averiguar qué coños estoy haciendo con una chica, visualmente muerta, entre mis brazos.

Solo le sonrío.

—Se durmió en el camino. —Me aclaro la garganta con fuerza.

—¿Debería llamar a emergencias?

—No creo.

Ella arquea una ceja.

—¿Seguro?

—Aja. —Fuerzo mi sonrisa más galante, y me dispongo a subir las escaleras, peldaño por peldaño. En el camino hago un par de breves paradas. Se me caen los brazos, pero saco fuerza de donde no me quedan para continuar. Pude haberla despertado hace minutos atrás. Solo que la idea de ver su rostro decepcionado al mirarme, me tritura el alma. Sus ojos azules pintados de tristeza en el bar. Sus lágrimas bañando sus mejillas rosadas. Fue demasiado para mí.

Tentación Irresistible © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora