La estancia de Callie en casa se había alargado por lo que restaba de la semana, debido a que el auto aún no estaba listo y no tenía transporte. Me había ofrecido a llevarla y traerla para que el tío Dereck no tuviera que desviarse de su camino cotidiano.
La habíamos pasado bien durante la semana porque tener a Callie de compañía nunca había sido algo que me molestará, por el contrario me gustaba estar con ella. No había chica que me entendiera y conociera mejor.
Hoy era viernes, pero esperaba que se quedará todo el fin para salir y pasar el rato juntos con el resto de nuestros amigos, porque a pesar de que era un año mayor que ella, Callie y yo nos llevábamos increíblemente bien y ella tenía buena relación con mis amigos.
—¿Estás lista?—le pregunté, cuando entré en la habitación.
—Demonios, no. No encuentro mi suéter por ningún lado.
Buscaba por todos lados, bajo la cama, junto al escritorio, en el baño e iba de un lado para el otro tratando de encontrar el suéter.
Me dirigí a mi clóset y saqué una sudadera mía que no le quedará tan grande, además era una de sus favoritas. Ya antes me había dicho lo mucho que le gustaba.
—Toma—se la ofrecí, me miró con el ceño fruncido—Pontela.
—No, tengo que encontrar el suéter—continuó buscando hasta que capté nuevamente su atención.
—Es la que te gusta—se detuvo en seguida.
Extendí la sudadera frente a ella, apenas la vió se acercó rápidamente.
—Eso hubieras dicho antes—sonreí.
La tomó y se la colocó en seguida. Caminó al espejo y se dió un último vistazo.
—Pues vámonos.
—Te queda bien—dije refiriéndome a la sudadera.
—Tal vez no te la devuelva—sonrió.
—Es una de mis sudaderas favoritas—le recordé.
—Sí, también una de las mías—y con eso salió de la habitación.
La seguí y bajamos las escaleras, tomé las llaves del auto, mi billetera, celular y entonces salimos de casa para abordar el auto.
Cuando llegamos a la preparatoria salimos juntos del auto y caminamos uno junto al otro.
A lo lejos logro ver a Rachel y me obligo a mí mismo a continuar caminando.
—Mierda—mascullé.
—¿Qué?
—Rachel.
La ví buscarla con la mirada hasta que logró localizarla.
—Si estás hablando conmigo y vienes conmigo no creo que intenté llamar tu atención. Un punto a mí favor es que la gente sabe que me prestas bastante atención—remarco el bastante.
En eso tenía razón. Podía estar con otras personas, haciendo otras cosas o simplemente pensando en tonterías, pero si Callie necesitaba algo, lo que fuera, toda mi atención iba a ella y solo a ella.
—Supongo que sí.
Callie me tomó de la mano y comenzó a hablarme de temas al azar, ayudándome con ello a que Rachel no intentará hablarme.
La intención de Rachel por acercarse mí era clara, muy evidente cuando pasamos frente a ella, sin embargo no lo hizo y se mantuvo en su posición con el resto de chicas con las que se encontraba.
—Lo logramos—dijo Callie, apenas salimos de la visión de Rachel.
—Te debo una, trébol.
—Ajá.
Cuando las clases terminan voy directamente a los jardines para buscarla. La localizo a lo lejos con algunos amigos de su grado, camino a ella y cuando estoy lo suficientemente cerca levanta la mirada, nuestras miradas se cruzan y detengo mis pasos para que ella sea quien se acerqué.
La veo ponerse de pie, tomar sus cosas y encaminarse a mí.
—Tengo entrenamiento en un rato, así que tendremos que esperar.
—Claro, no hay problema.
—Vayamos a comprar algo en lo que da la hora—asintió.
—¿Sabes qué piensan las chicas?
—¿Qué?
Distraído le quité su mochila y la colgué en mi hombro.
—Que soy afortunada por traer tú sudadera.
—Pues lo eres—rodó los ojos y reí.
Ella sabía que no lo decía en serio, pero me gustaba molestarla con ello.
—Pues tú lo eres por tener una amiga como yo.
—No he dicho lo contrario—sonrió y me dió un golpe juguetón.
Callie me acompañó cuando llegó la hora del entrenamiento, ella esperó en las gradas mientras yo hacía lo mío.
Agotado por la práctica me acerqué a un lado del campo para tomar un poco de bebida. Callie me miró a lo lejos y sonrió, le sonreí de vuelta.
No tenía nada que discutir sobre ella, siempre había estado para mí desde pequeños. Habíamos crecido juntos y había sido incondicional conmigo desde que tenía memoria. Ella había estado conmigo en las buenas y en las malas.
ESTÁS LEYENDO
Quédate Conmigo.
Teen FictionCallie y Adler se conocen desde que tienen memoria, siempre han sido inseparables y gran parte de su vida la han compartido juntos. Sin embargo, cuando el destino los lleva a algo inesperado ambos se ven envueltos en un mar de consecuencias tanto bu...