Capítulo 11

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CALLIE.

Guardé las últimas prendas cerrando la maleta, tomé mi pequeña bolsa y comencé a revisarla para que no se me quedará nada en la cabaña. Partiríamos dentro de una hora.

El viaje había sido divertido y me había ayudado a relajarme a pesar de la situación con Adler. Después de todo, la había pasado bien. No había iniciado muy bien pero había terminado bien.

Sobre mi maleta dejé la chamarra que me pondría y luego contesté un mensaje a Taylor antes de guardar el celular en mi bolsillo trasero.

Levanté la mirada cuando escuché la puerta abrirse pensando que era Nick, pero Adler fue quien entró cerrando la puerta tras de él.

—Hola—me saludó, aunque ya nos habíamos visto está mañana. No habíamos hablado mucho porque cada uno estaba a cargo de su invitado de viaje.

Caminó hasta estar a los pies de mi cama y se detuvo ahí mirándome.

—Hola.

Me sentía nerviosa aunque no debía, porque antes, por millones de veces, Adler había entrado así a mi habitación. Muchas veces simplemente se dejaba caer en mi cama y charlaba, con nuestro trato cercano y cariñoso, siempre había sido así, pero ahora me ponía nerviosa que hiciera lo que normalmente hacía.

—¿Terminaste de empacar?—dijo mirando las cosas sobre mi cama.

—Sí. ¿Tú ya has empacado?—le dió un vistazo a la maleta de Nick que descansaba sobre su cama.

—Sí.—me miró—¿Puedo volver a llevarte a la preparatoria?

—¿Estás seguro de eso?—pregunté dudosa.

Habíamos tenido poco tiempo para charlar después de lo sucedido la noche anterior en el bosque, pero lo habíamos hecho y la realidad es que no dijimos mucho. Ninguno estaba arrepentido de aquello y habíamos acordado que por ahora lo mejor era mantener un perfil bajo, no queríamos hacer de esto algo grande y que se nos saliera de las manos.

—Si tú quieres y te sientes cómoda, yo no tengo problema—esperó atento a mi respuesta.

—De acuerdo, pero no llegues tarde—sonrió.

Caminó despacio y levanté la cabeza cuando estuvo frente a mí para verle.

—Entonces paso por tí mañana—apenas y pude sonreír por lo nerviosa que me ponía. Asentí—Trébol. Voy a despedirme—No lo entendí, realmente no lo capté hasta que lo ví acercarse lentamente.

Me sostuve de sus brazos cuando sus labios hicieron contacto con los míos, porque esto era tan nuevo que cada que lo hacía se sentía como si fuera la primera vez, descolocándome.

Mi corazón latía a un ritmo rápido, sus labios suaves acariciaban los míos y me recorría el cuerpo entero una electricidad cada vez que él me tocaba, como ahora que sus manos sostenían mi cintura.

Se alejó despacio con sus ojos verdes fijos en los míos y sus manos en mí.

—No iba a verte hasta mañana, tenía que venir ahora—Y sí, él volvería en el auto con mis tíos y Kristen y yo con mi familia, Anthony y Nick.

—¿Sabes que alguien pudo haber entrado?

—Me aseguré de venir cuando estaban distraídos. Mañana temprano estoy en tu casa—me besó en la mejilla y sonrió. Después se alejó caminando a la puerta.

—Adler—llamé antes de que saliera. Giró a verme—Lo mantendremos en privado, ¿Verdad?

—No hay de qué preocuparse, trébol—sonrió y salió de la habitación.

El viaje de vuelta paso sin inconvenientes, dejamos primero a Anthony y mamá agradeció a sus padres que lo dejarán ir a ese viaje con Drew. Después fuimos a la casa de Nick, nos agradeció a todos por haberlo invitado y aseguró la había pasado muy bien. Yo también le agradecí por haber aceptado mi invitación, había sido un buen compañero de viaje.

La mañana siguiente no quería levantarme, batallé muchísimo para poder ponerme de pie y meterme a la ducha. Estaba cansada del viaje pero pensar en lo que había pasado los últimos días hizo que me despertará del todo, porque en tan solo un rato vería a Adler nuevamente.

Salí de casa puntual y Adler ya estaba esperando por mí. Humedecí mis labios antes de respirar profundo para darme el valor de caminar a su auto y subirme.

—Hola—dije tímida. Sí tímida. Jamás había Sido tímida con Adler, todo lo contrario, pero era como si me hubiesen bajado un interruptor y subido otro.

—¿Qué hay trébol?—dijo como si nada, como siempre. Tragué saliva y él se acercó dejando un beso en mi mejilla—Si no me saludas tengo que hacerlo yo.

Emprendió el viaje rumbo a la preparatoria mientras seguía estando inquieta, nerviosa y ansiosa. Miré por la ventana tratando de calmarme y jugué con un mechón de mi cabello.

—¿Qué pasa?—lo miré en seguida—¿Estás nerviosa?

—No—mentí.

—Tú y yo nos contamos todo, ¿Lo olvidas?—su mirada permanecía en el frente. Suspiré.

—Es que…no sé cómo actuar—me dió una mirada fugaz—Siempre he sido de una forma contigo y ahora, no lo sé…

—Oye, nada tiene por qué cambiar. No necesito que cambies tu forma de actuar conmigo porque seguimos siendo mejores amigos y esto, no cambia lo que ya teníamos antes. Solo sigue siendo Callie, sigue siendo trébol, porque así es como me gusta—sonreí a medias—Y si esto es demasiado, si yo voy demasiado rápido, dímelo y lo arreglaré.

—No, es solo eso. Que no sé cómo tratarte. Siempre nos hemos tratado de una forma y solo conozco esa forma contigo—sonrió.

—Solo sigue siendo mi mejor amiga, ¿De acuerdo?—sonreí.

Mentiría si dijera que presté atención a las clases como comúnmente lo hacía, porque mi mente estaba en la cabaña y en Adler.

De alguna manera no terminaba de procesar del todo lo que estaba ocurriendo. Me era algo raro intentar comprenderlo porque Adler y yo nos conocíamos de toda la vida, desde que yo había nacido él ya existía, y toda mi infancia hasta este momento lo había vivido junto con él. Teniéndolo como mi amigo y compañero de aventuras en todo.

Quédate Conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora