Capítulo 20

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ADLER.

Afuera la tarde estaba lluviosa y por eso nos encontrábamos en la sala viendo películas. Drew estaba un poco metido en su tablet jugando un videojuego, mis tíos y mis padres prestaban atención a la pantalla comiendo chatarra y yo estaba acostado a lo largo del sofá.

A decir verdad no estaba poniendo demasiada atención a lo que veíamos, yo quería estar en otro lugar con ella, que ahora mismo se encontraba en algún lugar del piso de arriba, probablemente en su habitación.

La miré fijo cuando hizo acto de presencia en la sala, me miró y sonrió acercándose. Se sentó a los pies del sofá en el que me encontraba.

—Aquí hay papas, Callie—ofreció mamá. Ella sonrió agradecida.

—Gracias.

Tomó el tazón y comió algunas fijando la mirada en la película.

Toqué su pierna con mi pie con toda la intención de llamar su atención.

—Ven—le dije con tono bajo cuando me miró. Ella negó con la cabeza—Trébol—pedí. Ella volvió a negar dándoles una mirada al resto.

Flexione mis brazos detrás de mi cabeza observándola. ¿De verdad no lo haría?
Esperé hasta que dejó el tazón a un lado y entonces sí, me incorporé y la tomé de su brazo.

—¿Qué haces?—murmuró en seguida. La jale llevándola conmigo—Adler—dijo en tono de reproche.

Igual no la solté y tuvo que seguir mi movimiento dando una mirada a los demás presentes.

La dejé sobre mí, media parte de su cuerpo posaba en el mío y la otra en parte del sofá ya que de otra manera no entrabamos los dos.

Claro que nuestras familias nos vieron, yo los ví hacerlo, pero es que para ellos esto no era tan raro. No hacíamos nada malo, ¿No?

—Eres muy terco—me susurró.
No me importaba la tenía cerca de mí y con su cabeza en mi pecho, justo lo que necesitaba.

—Da igual si te tengo así—le susurré. La ví sonreír.

Disfrute el resto de la película y no por lo buena que era ni lo entretenida que estaba.

Cenamos todos juntos en el comedor, recordando anécdotas del verano que también pasamos en ésta casa. Bromeamos sobre cosas e incluso Mason salió en la conversación por comentarios de la tía Cath.

—Mason ya no ha venido a saludar—comentó al aire pero mirando a Callie—¿Está todo bien?

Callie se puso incómoda en su lugar, pero respondió de manera tranquila.

—Sí. Supongo que ha tenido cosas que hacer.

—Bueno, cuando lo veas manda saludos de nuestra parte a sus padres—intervino tío Dereck. Callie asintió.

—Claro.

Por primera vez había odiado un tema de conversación que viniera de la tía Cath.

—Y entonces, Adler—los ojos de todos se posaron sobre mí—Vendrás para Navidad, ¿No es cierto?

Mis padres estuvieron muy atentos a mi respuesta al igual que trébol.

—Sí, vendré en cuanto tenga las vacaciones.

Noté las sonrisas en los rostros de mamá y papá. Aún en mis tíos y en ella.

—Nos alegra que vayas a la universidad—agregó papá. Le sonreí satisfecho.

—Pero te mantendrás en contacto—medio que preguntó medio que afirmo, mamá.

—Sí mamá.

—No puedo creer que vayas a la universidad y que el siguiente año Callie también lo haga—dijo tío Dereck.

—El tiempo pasa rápido—respondió mamá.

—Pero Adler y yo siempre regresaremos para navidad, las vacaciones de verano y en todas las ocasiones que podamos—dijo Callie mirándome.

—Sí, es cierto—concorde.

—Dejemos de hablar de despedidas porque ya habrá tiempo para eso—agregó la tía Cath—Iré por el postre—sonreímos junto con ella antes de que se levantará de la silla y fuera  por él.

Subimos a la habitación de trébol ambos queriendo jugar algún videojuego, pero ninguno había traído alguno. Tampoco quisimos ver películas porque ya habíamos estado viendo. Lo que hicimos fue conversar, porque igual no podíamos salir con la lluvia que aún continuaba.

Ya me era inevitable estar con ella y mantenerme alejado, así que me senté sobre su cama con la espalda en el cabecero y la hice sentarse a horcajadas sobre mí.

Encendió la lámpara que le había regalado hace días y me miró con una sonrisa tímida. Conocer esta faceta de ella era intrigante. A veces me preguntaba por qué había desperdiciado tanto tiempo pudiendo haberla tenido así antes, aunque para entonces creo que no lo habría pensado.

—¿De verdad? No lo sabía.

Acababa de decirle que Liam iría conmigo a la universidad, también lo habían aceptado y así al menos conocería ya a alguien.

—Pues sí, iremos juntos.

—Me alegra por ustedes. Quedé con él de despedirnos al volver.

—Probablemente nos iremos juntos.

—Pues me despediré de él junto contigo, supongo—asentí despacio.

Metí parte de su cabello detrás de su oreja y acaricié su mejilla.

—Tengo algo para ti—dijo. Le sonreí.

—¿Y qué es?—negó con la cabeza.

—Es que no puedo decirte. Te lo daré cuando vayas a la universidad.

—¿No puede ser ahora?—sonrió.

—No creo.

—Por favor—pedí intentando convencerla. Se lo pensó pero al final se resistió.

—No, pronto lo verás.

—Está bien, como tú quieras—tomó mis manos distraídamente y entrelazó sus dedos con los míos.

Sin poder evitarlo me acerqué dejando un beso junto a su boca. Ella sonrió.

—No quiero que el verano terminé—me dijo con la mirada fija en mí.

—Oye, todo estará bien—le aseguré. Asintió despacio.

—Lo sé.

Los golpes en la puerta de su habitación nos hicieron separarnos. Callie se sentó junto a mí antes de dar permiso para entrar.

—Hola de nuevo—dijo mamá que solo abrió la puerta lo necesario para entrar y quedarse ahí de pie.

—Hola tía, ¿Todo en orden?—le preguntó Callie.

—Sí chicos. Queremos saber si quieren venir mañana con nosotros—le dí una mirada a Callie incorporándome.

—¿A dónde?

—Creo que no les contamos—se adentró más en la habitación—El día en que fuimos a cenar y volvimos tarde, ¿Lo recuerdan?—asentí. Lo recordaba con bastante claridad pero no precisamente por eso—Nos encontramos con Ben.

—¿El amigo que hicieron aquí?—le pregunté. Era un tipo con el que habíamos coincidido y nuestros padres se habían llevado bien, él vivía aquí.

—¿Qué tiene que ver Ben en esto?—intervino Callie a mi lado.

—Nos invito a cenar mañana junto con su esposa.

—¿A su casa?—Callie me miró.

—En un restaurante. Recuerden que es un tipo de negocios, así que si vamos debemos ir bien vestidos.

Ví el gesto en la cara de Callie, le daba igual. Y era muy seguro que le pareciera algo poco interesante, sin embargo le gustaba apoyar al resto.

—Pues…si trébol quiere ir, iremos. No quiero dejarla sola—mamá miró a Callie, sabiendo que la decisión la tenía ella. Aunque vamos, a mí tampoco me importaba demasiado.

Ella me miró dudosa, pero terminó aceptando. Mamá estuvo alegre por aquello y dijo que les diría al resto. No salió sin que antes Callie le recalcara que no había llevado nada al viaje que le quedará adecuado para la ocasión.
Mamá había dicho que todo se le veía bien y yo estaba muy de acuerdo con ella.

—Mamá tiene razón—le dije.

—No, de verdad, Adler. No traje nada para un restaurante—la miré divertido.

—No iremos de gala. Estamos en la playa, trébol—le recordé.

Se puso a revisar lo que había en su armario pasando los ganchos.

—¿Esto se vera muy mal?—me preguntó mostrándome un vestido con estampado de flores. Sonreí divertido.

—Todo lo que te pongas se ve perfecto.

—Adler estoy hablando en serio—estudiaba el vestido como si fuera la primera vez que lo veía.

—Yo también lo digo en serio—rodó los ojos.

—No estás siendo de mucha ayuda—se quejó dejando el vestido en su lugar y revolviendo la ropa.

—¿Y qué te parece este?—un vestido color verde que no lucía tan llamativo fue puesto ante mis ojos.

—Me parece genial—me miró mal, esa es la verdad.

—Entonces todo lo que me ponga está genial, ¿No?—asentí.

—Claro—hizo una mueca y asintió casi imperceptible.

Volvió a dejar el vestido de donde lo tomó y la ví ir por uno en específico, paso las prendas como si nada hasta que tomó uno rojo.

—Este creo que sería perfecto, ¿No crees?—se tomó el tiempo de descolgarlo y presentárselo. Era tremendamente sexy. Un vestido que apenas podía llegarle a los muslos y con un buen escote.

—Creo que ese no—A saber todas las miradas que tendría encima y además iríamos a cenar con ese tipo Ben.

—Yo creo que sí. Es elegante y me gusta el color—sonreía observando el vestido por encima de su cuerpo. No se lo había puesto pero ya podía imaginarla con él.
Me miró conservando esa sonrisa que yo sabía lo que significaba.

—Sé lo que haces.

—No te entiendo—fingió inocencia—Pues ya está, decidido.

—Si no aparece ese vestido en tu armario mañana, por favor no preguntes dónde está.

—Calla, tú no puedes hacer eso.

—¿Es eso un reto?

—No, no lo es. Pero me lo pondré.

Me levanté de la cama acercándome a ella. Intenté quitarle el vestido de las manos pero lo alejó.

—Trébol…—solté en tono de advertencia.

—¿Qué?—la sonrisa en su cara continuaba.

—Dámelo—intenté alcanzarlo pero de nuevo no lo permitió. Se rio.

—Ya deja el pobre vestido—comentó con diversión.

Una última vez intenté quitarselo y no me dejó, esta vez continúe intentando y tuvo que hacer malabares para impedir que lo tomará.

—¡Deja!—dijo entre risas.

Comenzó a moverse por la habitación con el vestido en mano y conmigo tras ella.

La atrapé por detrás riendo y la hice girar entre mis brazos. Despacio le quité el vestido que sostenía y sonreí.

—Es mío—dije y me sonrió.

—Eso es hacer mucha trampa—fruncí el ceño.

—¿El qué?

—Si me miras así me distraigo y no puedo pensar bien—lo admito, no me había esperado que dijera eso. A saber cómo la miraba porque según yo la miraba como normalmente lo hacía.

—Punto a mi favor. Y si tengo que usar mi mirada misteriosa—ella rio—Para evitar que este vestido tan sensual sea usado por tí y que idiotas te miren, lo haré.

—Adler, no iba a ponérmelo. ¿Es que no ves lo corto que es? Es un vestido de playa, para ponérselo con un traje. Un complemento.

—¿Qué?—se rio con más ganas—¿Te gusta torturarme?—la muy malévola se lo pensó.

—Solo un poco.

Dale, ahora sí había jugado con mi mente. Un punto para Callie, cero puntos para Adler.

—Que sepas que eso me indigna y justo ahora me lo cobraré—levantó las cejas asombrada.

—Pe…

La besé y sonrió entre el beso haciéndome sonreír también. La sensación en el pecho que me producía cuando la besaba era tan placentera.

Besé su frente y la abracé al terminar el beso. Callie no era cualquier chica, Callie era la chica. Y joder que no podía más con todos los sentimientos que tenía hacía ella. Haría cualquier cosa por cuidarla, protegerla y que nada la dañara.

La siguiente mañana estuvimos todos juntos, jugamos en la playa durante un rato y después nos trasladamos al jardín de la casa. Callie y yo pasamos tiempo en la piscina para que después se unieran los demás.

La ví reír de tío Dereck cuando intento hacer un truco, según él.
Nuestros padres eran increíbles y se divertían al igual que nosotros, no eran de esos padres aburridos que con el tiempo se hacen amargados. Y a decir verdad, lucían jóvenes para la edad que tenían, probablemente a tío Dereck y papá les había ayudado el ejercitarse durante la juventud y que aún ahora se escapaban para ejercitarse. Igual que mamá y tía Cath que asistían juntas a clases de pilates.

Más tarde desaparecieron todos en sus habitaciones para arreglarse para la cena a la que asistiríamos.

No era mucho de usar camisa, pero me la pondría ya que mamá había insistido, era blanca y la acompañe con mis jeans negros. Deje abierto los primeros botones y doble las mangas hasta el codo. Me coloqué perfume, rectifiqué que mi cabello estuviera en su lugar y agregué un reloj y el anillo que Callie me regaló.

Estuvimos listos y esperábamos en la planta baja junto a la puerta a mamá y a Callie que eran las que faltaban.

Callie vino primero, bajando las escaleras con tacones y un vestido corto de color azul claro de tiras, que además dejaba al descubierto su espalda. Su cabello estaba suelto y ondulado y llevaba esa sonrisa radiante que la caracterizaba.

No me enteré que me había quedado pasmado mirándola hasta que Drew habló.

—Estás muy bonita, Callie.

Desvíe la mirada aclarándome la garganta, esperando nadie hubiera notado mi comportamiento poco adecuado.

—Sí lo estás—apoyó tío Dereck.

Mamá bajo en seguida y salimos de la casa para acomodarnos en las camionetas. Y mientras se organizaban aproveché para mirarla un poco más. ¿Cómo podía ser tan hermosa?

—Adler—me llamó mamá al otro lado.

—Sí voy.

Callie estaba por subir a la parte trasera de la camioneta y me acerqué rápidamente.

—Estás exageradamente preciosa—le susurré en el oído antes de rodear la camioneta y subir a la de mis padres.

Bajé de la camioneta apenas llegamos y junto con Callie hasta atrás seguimos a nuestros padres dentro del restaurante. Nos guiaron hasta donde estaba Ben en la planta alta, y efectivamente se encontraba con su esposa y un chico al que no conocía. Los saludamos y al presentarnos dijo que era su hijo.
No hubo mucha conversación con ellos, al menos no de parte de Drew, Callie y mía.

Los grandes se ponían al corriente de lo que había pasado en todo este tiempo en que no habían vuelto a verse y el resto estaba algo aburrido. Con la persona que intercambiaba palabras era con Callie que la tenía a mi lado.

—Adler también está por irse a la universidad—que mi nombre sonará en medio de la conversación me hizo desviar la mirada de trébol.

—Felicitaciones—me dijo la mujer de Ben, mirándome. Le dí una sonrisa como agradecimiento.

—Tyler concluyó el primer año—dijo Ben.

Su hijo asintió sin emitir una sola palabra, parecía igual de aburrido que nosotros.

—Viniste a pasar el verano con tu familia o solo has estado unos días—le preguntó mamá.

—El verano. Siempre es bueno volver al lugar donde perteneces—mamá asintió—Si me disculpan—se puso en pie y lo ví salir a la zona de aire libre.

No me apetecía estar con él pero el aburrimiento era demasiado y si tenia que compartir esa zona me daba igual.

—¿A dónde vas?—trébol posó su mano en mi brazo antes de levantarme.

—Afuera—ella miró hacía la zona libre.

—Voy contigo—asentí.

—Tomaremos un poco de aire—anuncié poniéndome de pie con Callie imitándome.

Por alguna u otra razón terminamos hablando con el tal Tyler. No era odioso después de todo y nos confirmó que estaba aburrido en esa cena, no lo culpaba.

Nos contó algo sobre su primer año en la universidad y me fue inevitable no preguntarle cosas sobre eso. Yo había terminado por contarle la universidad a la que iría y que me iría al volver a casa.

Callie le había dicho que empezaría su último año en la preparatoria y que consideraba sus opciones. Él nos contó algunas anécdotas, y por ahora esto estaba siendo mucho más entretenido.

—Debo ir al tocador, ahora regreso—nos aviso a ambos.

La seguí con la mirada hasta que entró en el lugar y camino entre las mesas. Estaba espectacular.

—¿Es tu novia?—preguntó él a mi lado. Lo miré antes de mirar al frente. Me debatí internamente sobre qué debía responder.

—Mi mejor amiga.

No dijo nada, solo me dedico una mirada que no supe descifrar.

—Es muy guapa—eso se sintió como un golpe en el estómago.

—Lo es—me removí incómodo.

—También tuve una mejor amiga. Era increíble y no tienes idea el trato que teníamos—medio que sonrió aunque para mí fue una sonrisa melancólica—Me entendía mejor que nadie.

—¿Y dónde está?—me miró en silencio y recargó los brazos en la barandilla.

—No lo sé—fruncí el ceño.

—¿No lo sabes?—pregunté intrigado imitando su postura.

—Tuvimos algo. Y las relaciones son complicadas.

Quise decirle que me contará más pero tampoco quería verme demasiado metido.

—Vivía aquí pero transfirieron a su padre y se mudaron—me miró—Lo intentamos pero la distancia…no es tan fácil.

—¿No intentaron comunicarse? ¿Intentar verse y hablar?

—Lo hicimos amigo, pero es más complicado de lo que crees. Se complico todo y bueno, ahora no sé ni dónde está, ni que hace, ni nada. Después de años de amistad no hay nada—soltó una risa. Una risa que lo único que producía era sentirse mal por él.

Callie volvió en seguida y cambiamos de tema inmediatamente. Lo miré, ahora que llevaba un rato con él sabía que su actitud era algo distinta. Tal vez hacer que recordará aquello no había sido lo correcto.

Quédate Conmigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora