🌊 ፧ 𝗱𝗼𝗰𝗲 • ✦⁾

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El celo de Sunoo fue mucho más agradable al tener a su lado a Sunghoon, quien lo cuidó y llenó de mimos en esos dos días que este solía pasar completamente solo sufriendo.

Sunoo adoró cada momento de su celo, incluso los calores intensos que Sunghoon lograba calmar con su fuerte nudo y deliciosos toques.

Ahora mismo, Sunoo se encontraba mucho mejor leyendo un libro viejo en el sofá. La portada y contraportada estaban maltratadas por el tiempo, el omega hacía anotaciones en el mismo libro acerca de textos que le gustaban o lo marcaba con colores.

Sus piecitos estaban descalzos y tenía un té de jazmín a su lado.

Gaeul se encontraba durmiendo junto a la chimenea que mantenía la sala cálida.

Sunoo disfrutaba de este momento de tranquilidad hasta que su libro encontró una forma de regresarlo a su realidad.

Sunoo nunca se arrepentía de haber huido.

Nunca, ni siquiera cuando su cafetería estaba empezando y no tenía que comer, o cuando su casero intentó quitarle su casa si no encontraba los papeles en dos días, teniendo que encerrarse por horas en un sótano lleno de arañas y papeles viejos que estaban llenos de polvo en baúles sin etiquetas.

Menos se arrepiente ahora que tiene su linda cafetería, una bella casa y a Sunghoon, su alfa.

Sunoo nunca se arrepentiría de haber tomado una decisión tan drástica.

Pero sí se arrepentía de una cosa.

Nunca haberle dado la oportunidad a su padre de poder darle una explicación. 

Solamente enviaba las cartas de su padre a su mejor amigo, Jay, a quien le hizo prometer con sangre que nunca le daría su paradero.

Todas las semanas Sunoo le mandaba una carta a su padre que no recibía una respuesta de este, solo una de Jay que le comprobaba que su padre había recibido la carta.

Sunoo a veces llora. Llora de impotencia, de saber que su infancia y adolescencia fue arruinada por sus padres, por un alfa y una omega que dejaron de amarse y se lo tuvieron que recordar cada día. 

Con su madre abandonándolo y su padre recriminándole. 

Aún recuerda como tuvo un ataque de ansiedad antes de un examen de química porque su padre lo había presionado tanto que logró romperlo.

Aun recuerda esa pelea a las cinco de la mañana en que su padre destruyó su pastel de chocolate y su carta de admisión a una pequeña escuela rural para poder estudiar pedagogía, como su padre con ojos llenos de furia y decepción le prometió que él no saldría de esa casa sin un título de literatura de Princeton. 

Las lágrimas que fueron derramadas esa noche.

Fueron demasiadas.

Las cicatrices de las palabras de odio y decepción seguían grabadas en su cerebro.

Lo único que recuerda con un sabor agridulce fue esa noche en que su padre llegó con un ramo de flores, azucenas, diciéndole que lo hacía por su bien. 

Esa noche era la graduación de Sunoo, él simplemente tomó su diploma, el dinero que ahorró desde los 10 años como niñero y se despidió de su amigo. 

Tomó una maleta llenándola con su ropa, papeles y todo lo necesario para no volver jamás.

Dejó una carta detrás con la petición de respetar por primera vez su deseo de no ser buscado, dejando sus condiciones y las flores.

꒰ L'oceano e le torte ៸៸  sᴜɴɢsᴜɴ ᵃᵈᵃᵖᵗ •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora