Pong:Fue en automático.
Cuando me recompuse de la caída, lo primero que vi fue a Bible separando a Apo de Tong. Luego vi a Tong con sangre en el rostro. No pude contener mis movimiento y corrí hasta donde se encontraba, necesitaba ver que estuviera bien.
– También besé a alguien hace poco.– fueron las palabras que escuché de Apo antes de que se marchara.
Sentí una punzada en el pecho ante esas palabras.
– ¿Qué haces aquí? Deberías seguirlo.– dijo Tong, tratando de ponerse de pie. Build corrió a ayudarlo. – Vete.
No sabía que estaba sosteniendo su mano hasta que sentí frío al momento en que él me soltó.
Build paraba el sangrado en la nariz de Tong con un pañuelo, mientras Bible me miraba con intensidad y seriedad, algo que me hizo sentir incómodo.
– Creo que deberías irte.– finalmente dijo.
– Claro– susurré mientras fijaba mi vista en Tong, quería saber si se encontraba bien, pero sabía que no me permitiría su cercanía.
Salí del lugar y me subí a mi coche. Tenía que buscar a Apo y hablar con él, las cosas debían ser aclaradas para bien o para mal, necesitaba saber en qué circunstancias se besó con alguien más, también quería que me dijera la magnitud de su relación con esa persona. No podíamos echar a un lado tantos años de relación.
Lo primero que hice fue dirigirme a su restaurante. Pero cuando le pregunté a la recepcionista, ella me dijo que mi esposo había llamado en la mañana diciendo que hoy no asistiría y que tal vez más tarde volvió a llamar diciendo que tal vez en los próximos días tampoco lo haría.
Mi siguiente pensamiento fue que había ido a casa, pero no fue así. Cuando llegué todo se encontraba en silencio, solo el rastro de la mucama que contratamos, ella viene a limpiar todas las mañanas, seguro había venido hace una hora o dos. Pero no había nada de Apo. Traté de llamar su celular, sin embargo, se encontraba apagado.
La frustración y el miedo trepaban por mi garganta con un sabor agridulce. La incertidumbre de saber lo que ocurriría a continuación en mi matrimonio me tenía con una sensación de que todo lo maravilloso que había ocurrido en mi vida hasta ahora había llegado a su fin, y que nada volvería a ser lo mismo de antes.
Este último pensamiento me hizo temblar y sentir un frío inexplicable trepando por mi espina dorsal, hasta llegar a mi nuca.
Las próximas horas fue un ir y venir de pensamientos pesimistas y optimistas. Todos mezclados, algunos calmando mi ansiedad por una fracción de segundo y otros rompiendo mi estabilidad emocional al instante.
Ya estaba por dar las diez de la noche, cuando escuché un auto estacionarse en la entrada de la casa. No hay que ser un genio para saber que se trataba de Apo.
Conté hasta diez para tomar valor y levantarme lentamente de la cama, me vi en el espejo y mi rostro solo reflejaba al pobre diablo que me sentía en ese momento. Un rostro de culpa y preocupación, un rostro de alguien que ha cometido el peor pecado del mundo, de alguien que está en camino de su fusilamiento. Si fuera así, su fuese a morir en este instante, mi último deseo sería su perdón, así podría descansar tranquilo.
Sin embargo, esto era peor que la muerte, tendría que enfrentar todo lo malo que había hacho y al final, vivir con ese peso de culpabilidad que cargaría en mis hombros toda la vida.
La puerta de la entrada sonó avisando que alguien acababa de entrar, tomé varias reparaciones pausadas y finalmente me dirigí escaleras abajo para encontrarme cara a cara con la persona con quien estuve casado por tres años.
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Caminos entrelazados
RomanceApo tiene su vida soñada, se casó a temprana edad con Pong un joven de familia adinerada y abiertamente Gay. Su matrimonio es simplemente perfecto... a los ojos de los demás. Antes sí lo era, pero con el paso del tiempo Apo quiere formar una familia...