Stephen Strange era llamado el hombre más terco del mundo por sus conocidos y es que, el cirujano jamás se rendía cuando tenía una meta fijada o se doblegaba cuando esto simplemente dejaba de funcionar, continuaba allí con la mirada y sus convicciones en un punto. Y mucho menos que la movilidad de su esposo estaba en juego, el diagnóstico era claro y tangible, Steven no volvería a caminar. Pero aún así no perdía la esperanza de que su amado soldado recuperará su capacidad motora de la cintura hacia abajo.
Por ello invirtió todo lo que tenía en investigaciones, contrató personas para que le dieran una respuesta más allá de ese maldito papel, busco, busco y busco y no paro hasta que un día se dió cuenta que se quedaron sin nada, no tenía ni un centavo más además que vendió su auto para terminar de pagar aquello que no dió resultado, se sentía tan frustrado. Mientras él tuvo una recuperación rápida sin nada más allá que cicatrices en sus manos y parte de su cuerpo, Stevie se hallaba postrado en ese... catre de hospital. Se tiró en la silla del comedor con el sentimiento de rendición respirando en su cuello, lo había intentado todo, en serio todo y nada funcionó.
Por pura rabia golpeó la mesa, seguido de sostener su cabello largo y descuidado entre sus dedos que tiraron de las hebras lastimando así su cuero cabelludo, ¡Demonios! Deseaba con todas sus fuerzas llorar, se sentía tan patético y débil. Se encontraba aquí en el hospital, pero en este tiempo desde la última vez que lo vio se negó a mirar a su esposo, no hasta que encontrará una solución a su problema. Solo venía para que Christine le dijera cómo está, oír como este preguntaba por él haciéndole doler el alma. Rayos, no quiere rendirse pero está cansado. Si tan solo hubiera bajado la velocidad cuando él lo pidió, si tan solo no fuera tan arrogante como para creer que nada pasaría por ser ÉL...
-Maldita sea.
-Oye, ¿Estás bien?
Está persona le pregunto, no lo toco para no invadir su espacio personal pero si se acerco lo suficiente para detallarlo, y mirarle con más curiosidad que preocupación o lástima. Era lo mejor, detestaba que lo mirasen como si necesitara de aquello. Prefería ignorarlo, pero tanto tiempo con su marido le inculcó a no ser descortés sin importar el día que tuvo, esa persona no tenía la culpa de sus errores ni frustraciones. Ya era suficiente quedar como un ogro alrededor de sus extras en el trabajo.
-Obviamente no amigo-aún así no abandonó su sarcasmo, ni la amargura.-He tenido un mes de mierda.
-Eso parece-dijo tomándose la libertad de sentarse al otro lado de la mesa.-No es de mi incumbencia pero... ¿Puedo saber qué te sucede? Para que estés así.
No quería hablar, pero tampoco debía hacerle un desplante así que en resumidas cuentas le dijo lo acontecido. Y cómo ya no le quedaba más que hacer.
-Lo lamento por tu compañero, pero, creo que puedo ayudarte. No es mi intención crearte una ilusión pero soy enfermero, y he oído de un paciente que tuvo el mismo diagnóstico de... Steve, y, al parecer fue a un retiro espiritual y lograron hacerlo caminar de nuevo. ¡Lo dudo mucho! Es algo científicamente imposible, pero aún así podrías investigar sobre eso-se levanto acomodando sus lentes aquel desconocido de tes morena.-Como te dije, solo es un rumor pero aún así deberías intentar algo más ¿No?
En él nació lo llamado esperanza, por supuesto que era una oportunidad aunque se oyera fantasioso.
-¿¡Y de quién se trata!?
-No debería revelar información de un paciente-suspiró desviando la mirada.-Pero puedo darte un nombre, y ya está en ti ver los registros...
-¡Con eso es suficiente! Gracias.
-No hay de que.
•
Tiene toda su confianza las palabras de ese hombre que vislumbró caminar y jugar en una cancha de baloncesto. Espera con toda su alma que este estúpido viaje valga la pena porque los pocos dólares que tenía se fueron en un boleto de avión hasta Katmandú, Nepal. Eran demasiadas personas en un mismo lugar, con un calor espantoso y todas las calles llenas de polvo que irritaba sus ojos y nariz. Según el individuo debía buscar el Kamar-Taj, ¿¡Pero dónde mierda estaba eso!? Además, no hablaba el idioma para preguntar.
Vaya porquería.
Acalorado, agotado y sobre todo irritado por el ruido se poso en la primera esquina que hallo con sombra, tenía tanta sed. Del bolsillo de su mochila de viaje saco el anillo de bodas que le pidió a Palmer, lo acarició con devoción, esto le recordaba por qué se sacrificaba tanto. Extrañaba a Steve, ni siquiera se despidió de él impulsado y apurado por encontrar la cura de inmediato. ¿Cómo estará ahora...?
-¡CARAJO!
Grito desesperado cuando el aro de oro e incrustaciones de diamante fue arrebatado de su mano, no no no no eso no, ¡Eso no!
-¡Espera, espera! ¡Puedo darte cualquier cosa menos eso! ¡Para! ¡DETENTE!
Lo persiguió por los callejones y caminos habidos y por haber, estaba cansado y sus piernas se movían por pura inercia, no podía permitir que ese maldito ladrón se llevará lo más preciado que aún conservaba que simbolizaba físicamente su amor y unión con Steven. Eso jamás. Aún así se dejó caer en el suelo cuando un hombre, moreno y de mirada tranquila, pero vestimenta complicada detuvo al maleante con unos cuantos golpes y movimientos de... ¿Defensa personal? No lo sabe, ya no puede pensar. Su pecho ardía y dolía horrible, no podía respirar bien pero pasado unos minutos se calmó.
-Esto es tuyo, forastero-con una sonrisa burlona le entrego su tesoro, el cual tomo rápidamente.-Por nada amigo, me despido, ten más cuidado para la próxima-inclinado volvió a su posición para retirarse, pero un resoplido lo detuvo.
-Espera espera-es el único habitante de aquí que oye hablar el inglés perfectamente.-Gracias por eso pero, ¿Sabes dónde está un lugar, llamado Kamar-Taj?
Y él, con una mirada sorprendida, sonrió.
•••
¡El anillo no! 😭💔.
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➳𝑨𝒃𝒓𝒂𝒄𝒂𝒊𝒅𝒂
Fanfiction¿𝑸𝒖é 𝒔𝒖𝒄𝒆𝒅𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕á 𝒂 𝒑𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒓? ¿𝑬𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒂𝒑𝒂𝒛 𝒅𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒄𝒖𝒂𝒍𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒔𝒂, 𝒏𝒐? 𝑺𝒕𝒆𝒑𝒉𝒆𝒏 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊é𝒏...