Fue un día aburrido, al igual que ayer. Me sentí insignificante, al igual que ayer. No hablé con nadie, al igual que todos los días.
No quería estar temprano en mi casa, ya que ahí no hacía otra cosa más que aburrirme o escribir. Así que le di algunas vueltas al predio del nuevo colegio, y me senté en unos asientos que estaban a la vuelta de la parte trasera del establecimiento. Saqué mi teléfono, vi la hora, revisé las fotos, los mensajes... En fin, no tenía nada interesante para hacer y lo único que se me ocurrió fue ver qué tenía de entretenido el aparato.
Observé lo que me rodeaba, y me puse a pensar en cómo sería mi vida si fuera como la gente en los pasillos, en cómo se sentiría salir con gente y dejar de pensar tanto.
De hecho, en ese momento dejé de pensar.
-¡¡¡QUE TE DEN, IDIOTA!!! -una chica le gritó a alguien desde una de las esquinas, y dando pasos fuertes y rápidos, pasó cerca mío.
Tenía una lastimadura en el labio, de seguro se había peleado con alguien. Me hechó una rápida mirada, y siguió su camino. Tuve curiosidad por saber con quién se había peleado, pero mis dudas fueron aclaradas cuando un grupo de chicos uniformados -probablemente de un equipo de algún deporte- pasaron por el mismo lugar. Uno de ellos estaba algo enojado, no paraba de tocarse la mejilla, que estaba roja y marcada; y los demás, que habrán sido unos tres, bromeando.
Lo primero que pasó por mi cabeza fue el nivel de estupidez del muchacho, que además de ser un idiota, tal cual como había dicho la chica, había golpeado a una mujer. De todos modos, espero que ni él ni ella salgan todavía más perjudicados de lo que ya están.
Esa tarde me quedé pensando. ¿Habrán sido novios? ¿Qué hizo que se golpearan?
Pero quise saber, más que nada, quién era la chica de aspecto tan descuidado, que me había llamado tanto la atención.
