Capítulo XI - Colapso

44 4 0
                                    

Pasó una semana desde que encontré la nota de mis tíos en la cocina y ellos aún no vuelven.
Me fui de consciencia a inconsciencia cada noche, y siempre terminaba todo en el cuarto de Dee Ann, ayudándola a recuperarse. De las siete noches, cinco tuve que sacarla de varios problemas, y casi la pierdo de nuevo. Todo se hacía cada vez más intenso, ella consumía más y más cada noche, y yo seguía su camino, pero tenía momentos en los que paraba y me ponía un límite.
Se la notaba diferente, nerviosa, sus manos temblaban de vez en cuando.

Pero una noche, la última noche de la semana, todo colapsó.
Estábamos las dos en su habitación cuando ella prendió un cigarro. Las cosas pasaron rápido, y recuerdo poco. Fue todo bastante parecido a la mañana en la que ella me dejó ver su libro; mientras estaba apoyada en una de las paredes del cuarto, fumando y viendo hacia la ventana.

Esta vez la observé detenidamente.

Miró hacia el suelo, y deslizó su espalda contra la pared para sentarse en él. Sus ojos se cerraron bruscamente, mientras una lágrima salía de uno de ellos. Cubrió su rostro con sus manos, pero eso no iba a hacer que yo no me diera cuenta de que estaba realmente mal.

-Soy una mierda. Soy una mierda... -repetía en voz baja.
-No. -dije, firmemente. -No lo eres.
-¡CLARO QUE SÍ! -gritó, arrojando el cigarrillo, y con sus manos temblorosas se secó las lágrimas.
Yo me acerqué rápidamente a ella e intenté consolarla, pero estaba muy nerviosa y no dejaba de llorar.
-Deedee, eres genial, eres lo mejor que me pasó en este último tiempo y no eres una mierda en absoluto.
-Basta de esa basura. Estás consolándome porque me quieres pero todo esto es una ilusión y no merezco nada, nunca merecí nada y lo único que hago es drogarme y emborracharme para no vivir la realidad, para no tener el mínimo contacto con ella, porque es tóxica. ¡ES TÓXICA! ¡TÓXICA! ¡IGUAL QUE YO, PURO VENENO! -gritó, levantándose del suelo.

En ese momento me di cuenta de que no estaba hablando con Dee Ann.

-Deedee, por favor, cálmate. Todo está bien. -dije, caminando hacia ella para calmarla.
-¡BASTA DE ESA BASURA, DIJE! -gritó, agarrando la lámpara que estaba en su mesa de luz, y arrojándola al suelo, junto con las demás cosas que había sobre ella. Revoleó ropa, destrozó casi todo su cuarto, frente a mis ojos.

Su respiración era agitada y sonora, luego del desastre que había causado. Se quedó observando todos los objetos que había en el suelo, el desorden que creó. Una expresión de desconcierto se dibujó en su cara, y volteó a mirarme.
Fue como si hubiera cambiado de personalidad, la euforia y el pánico transformados en paz y en silencio en menos de una milésima de segundo.
Se quedó congelada, y corrió a abrazarme; fue un abrazo sincero y cálido, algo que nunca antes había sentido, algo que no esperaba sentir. Me quedé paralizada, y la abracé. La abracé fuertemente, no quería soltarla.

-Lo siento tanto. -dijo, su voz estaba quebrada.
-No lo sientas. -respondí.
-Siento mucho haberte hecho pasar por lo que te hice pasar, soy un verdadero desastre.
-No, Deedee, no es así. Todos cometemos errores. -dije.

Y, a partir de ese momento, me prometí a mí misma que nunca la dejaría ir.

DopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora