Capítulo IV - Dee Ann

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Me senté en el mismo lugar donde había visto pasar a la chica. Me había entristecido notar que estaba lastimada, que tenía una sensación de rabia, y que había sido golpeada quién sabe por qué razón. Hoy esperaba poder averiguarlo.

La vi dando la vuelta, y sentándose a mi lado, sin otra expresión más que tristeza y tal vez algo de enojo por lo sucedido anteriormente.

Sacó de su bolsillo un paquete de cigarros, junto con una caja de fósforos, y encendió uno.

Después me miró.

-¿Fumas? -preguntó, ofreciéndome del paquete.

-Estas consciente de que eso te va a matar, ¿verdad? -dije, y ella alejó los cigarrillos, poniéndolos junto a la pequeña caja de fósforos en su bolsillo.

Luego me miró a los ojos.

-Esa es la idea. -dijo.

-Si te quieres morir, ¿por qué no simplemente te suicidas? -pregunté, y en ese momento me di cuenta de que mi pregunta estaba un poco fuera de lugar.

-Verás, "Si el suicidio es la única opción, uno al menos debe poder elegir el arma." - dijo, aparentemente citando la frase de un libro.

Me quedé mirándola, sin responder. Afortunadamente, ella quiso romper el silencio.

-Mi nombre es Dee Ann. -dijo. Dee Ann tenía ojos muy oscuros y maquillados, pelo castaño, ropa suelta y un poco subida de tono, pero ella se veía bien.

-Soy Winnie. -respondí, y ella levantó una de sus cejas.

-Te voy a decir Win, porque Winnie suena rarísimo.

-Está bien. ¿Puedo preguntarte algo?

-Acabas de hacerme una pregunta, pero a ver, suéltalo ya. -dijo, y se cruzó de piernas.

-¿Por qué te peleaste con ese chico al que llamaste idiota ayer? -pregunté, y Dee Ann suspiró.

-Ese imbécil se metió con mi mejor amiga, la hizo cambiar por completo, y cuando fui a enfrentarle para que me dejase hablar con ella, hizo que uno de sus descerebrados súbditos me golpee. Claro que le devolví el golpe, pero el tipo es más alto que una pared. -explicó.

Yo la miré, y miré al suelo. Asentí un poco con la cabeza, mostrando que comprendía lo que ella me había contado. No dije más nada, ya que no tenía cosas para decir. ¿Estaba haciendo una amiga? ¿Le había caído bien? ¿Habrá pensado que soy aburrida?

-Eres aburrida, Win.

Una de mis preguntas había sido respondida.

-Ya lo sé. Es decir, lo siento. No tengo nada interesante para decir. -dije, mirando al suelo desilusionada.

-Eso está bien, a veces no es necesario hablar, aunque normalmente, cuando uno conoce a alguien, le habla. -aclaró, riendo.

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