02 | ¿Qué está pasando?

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12 de Febrero, 1899
Lakewood, Ohio, USA

Después de la cegadora luz que me envolvió al pasar la puerta, una infinita oscuridad tomó su lugar. Ya ni siquiera podía saber si tenía los ojos abiertos o cerrados. Mis sentidos estaban totalmente apagados, era como estar flotando. Nunca pensé que así se sentiría morir. Poco a poco siento como si fuera envuelta en algo suave y cálido, lo que hizo que me empezara a sentir somnolienta, pero cuando pensé que me quedaría dormida, unos susurros empiezan a escucharse a lo lejos. «¿Qué es eso?»

No sé muy bien como explicar lo que está pasando, pero tengo una sensación muy rara en el cuerpo, además de que siento como si estuviera girando en algo muy rápido y mi cabeza empieza a dar vueltas. «¿Así se sentirá estar en una silla voladora? Menos mal mamá me convenció de no subir a ese juego en el parque de atracciones, porque es horrible». Me siento mareada y también tengo náuseas. Pero cuando pienso que la situación ya no puede ser más extraña, la sensación de girar se detiene abruptamente, los susurros dejan de ser inentendibles y ahora es como si estuvieran hablando al lado mío. Aunque las náuseas y el mareo no se han ido.

—La Señorita Elizabeth es encantadora. Se ve especialmente adorable mientras duerme, ¿No lo creen?

«¿Están hablando de mí? ¿Pero por qué me llaman Señorita?».

—Tienes razón, además es tan tranquila. Espero que se mantenga así.

—Es cierto, si pasa igual que con el Señorito Daniel, estaremos acabadas. No sé cómo soportaría a dos niños tan traviesos.

«¿Señorito Daniel? ¿Quién es ese tal "Daniel"? ¿De qué están hablando ahora?». Al poder sentir mi cuerpo, trato de moverme un poco, lo que tal vez llamó la atención de las mujeres que estaban hablando, porque ya no se escucha nada. Por alguna razón me sentía muy incómoda en donde sea que me encuentre. En un impulso abrí mis ojos, lo que me dejó muy confundida, «¿Lo que estoy viendo es un candelabro?». Sobre mí veo algo enorme y brillante que tiene muchos, pero muchos cristales, lo que lo hace aterrador, porque definitivamente no quería ser aplastada por uno ni estando muerta, si es que realmente lo estoy.

—Señorita Elizabeth, no era nuestra intención despertarla —dijo apresuradamente una mujer mientras se acercaba a mi.

Mi garganta me ardía, por lo que, aunque quiero preguntar muchas cosas, no pude decir nada, pero incluso si pudiera me habría quedado sin palabras. Esta mujer desconocida, que por alguna razón sabe mi nombre y me llama "señorita", acaba de cargarme como si no pesara nada, pero no acaba allí, porque al tratar de pedirle que me baje por medió de gestos vi mis manos, eran pequeñas y regordetas, ¡Eran pequeñas y regordetas! ¡COMO LAS DE UN BEBÉ! En la posición en la que estoy también puedo ver mis, extremadamente cortas, piernas y mis pies diminutos como los de un minion. «¿Qué está pasando? ¡Se supone que debía morir! ¿Por qué ahora resulta que soy un bebé? ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son estás señoras? Y más importante aún, ¿Si hubiera muerto si el candelabro me caía encima?».

Para empeorar la situación, comencé a llorar por el pánico que sentía. Las mujeres con trajes de sirvientas, que eran tres, se alteraron al escucharme. Una de ellas salió corriendo de la habitación. La señora que me tenía en sus brazos me mecía de un lado a otro, empeorando el mareo que sentía, mientras me pedía que me calmará junto con la otra señora que trataba de llamar mi atención con unas muñecas frente a mi cara.

«¿Quiénes creían que eran para mandarme a callar? Ahora soy un bebé con crisis existencial y con un dolor de cabeza horrible, el cual estoy segura de que podría competir con una resaca después de emborracharse hasta las tres de la mañana, aunque yo nunca he bebido pero eso no viene al caso. El punto es que planeo llorar todo lo que me venga en gana, incluso empezaré a gritar y patalear como todo buen bebé hace. Y no podrán hacer nada para evitarlo»

En El Lugar De La Villana / Candy CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora