11 | Síntomas

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27 de Octubre, 1905
Lakewood, Ohio, USA

El médico suspiró tras terminar de hacer el chequeo, ordenó sus cosas y salió de la habitación, dejando que las doncellas se encarguen de la niña. Fuera de la habitación se encontró con los líderes de aquella familia, con un rostro sombrío y gran pesar en su voz les dijo—: Me temo... que esto podría ser más grave que un simple resfriado.

Procedió a explicar la situación siendo escuchados por las doncellas, al encontrarse la puerta levemente abierta. Nadie podía creer lo que escuchaba. Clara no pudo soportarlo y empezó a llorar mientras pasaba el paño húmedo por la frente de la niña para después ser alejada por Lisa, quien la abrazo y juntas intentaron darse fuerzas y consuelo mientras que Julia continuó con el labor de limpiar el rostro de la niña, quien había empezado a moverse incómoda en la cama.

Cuando el médico se fue, Sara no pudo soportarlo más y terminó desmayándose en brazos de su marido, quien no tardó en llevarla a su habitación y movilizar a su personal para que cuidarán de ella. Sintiendo el cansancio por todo su cuerpo y un gran peso en sus hombros, Gerald camino a su despacho, pues debía informarle a su padre la razón por la cual no podría ir a Europa en esos momentos, su familia lo necesitaba en casa. Escribió una breve, pero lo suficientemente detallada, carta y ordenó que fuera enviada de inmediato.

Una vez más se quedó solo, sentado en su oficina, solo entonces se permitió sentir la situación. El miedo se volvió abrumador, le estaba empezando a faltar el aire. Su hija, su pequeña princesita, quien solo tiene siete años, ¿Ahora le decían que podría perderla en cualquier momento? ¿Qué esperaban que hiciera?

Las palabras del doctor pronto fueron conocidas por todos en la mansión, a todos les afectó saber la noticia. La pequeña Elizabeth había conseguido llegar al corazón de todos ellos, pensar que ya no podrían ver sus sonrisas o escuchar su inocente risa o curiosos comentarios era algo que no podían soportar. Algunos trataban de mantenerse optimistas, pensando que la niña era fuerte y podría salir adelante. Otros perdieron rápidamente cualquier esperanza y lloraban silenciosamente la pronta muerte de su señorita.

Daniel estaba en un conflicto interno desde que se enteró de la noticia, a pesar de que sus padres no querían que se enterase. Y es que por un lado estaba realmente molesto, pues su hermana nuevamente tenía toda la atención para ella, y nadie estaba dándole atención a él. Por otro lado, no comprendía por completo qué era lo que pasaba, pero sí había atendido una cosa, su hermana podría terminar igual que su tía. Eso lo asustaba. No quería que su hermana desapareciera.

◇◆◇

31 de Octubre, 1905
Lakewood, Ohio, USA

Gracias a las indicaciones del doctor, Elizabeth pudo recuperarse con el paso de los días. Aunque seguía en cama y la fiebre volvía con cierta recurrencia, al menos podía caminar un poco y comer sin demasiados problemas.

—Eliza, te traigo el almuerzo.

Sara apareció en la habitación con una bandeja en mano. La mujer estaba decidida en estar con su hija y poder ayudarla, no le importaba ir en contra de toda la etiqueta que le habían enseñado. Dejó la bandeja en el velador al lado de la cama y ayudó a su hija a sentarse acomodando las almohadas para ella. Revisó que su fiebre no hubiera subido, también sus muñecas y tobillos, que en los últimos días estuvieron inflamándose, y se alegró de ver que se encontraba en buen estado.

—¿Puedes moverte? Si quieres puedo ayudarte a comer.

—No quiero comer —respondió la pelirroja en voz baja, sin mirar a su madre.

En El Lugar De La Villana / Candy CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora