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-Sí, eso es. Quiero que todo se haga a nombre de la agencia. Gracias, señor Choi. Sabía que podía contar con usted. -La sonrisa de Jimin se transmitió a través del teléfono como cierta calidez en la voz, algo que el señor Choi debió de captar, porque su respuesta lo hizo reír en voz alta-. Más vale que tenga cuidado -bromeó-. Recuerde que conozco a su esposa.

Colgó el teléfono y su secretaria, Ahn Hye-Jin, o como él le decía, Hwasa, lo miró con tristeza.

-¿Esa vieja cabra estaba coqueteando contigo? -preguntó ella.

-Naturalmente -dijo Jimin de buen humor-. Siempre lo hace. Lo emociona creerse malvado, pero en realidad es un buenazo.

Hwasa soltó un resoplido.

-¿Un buenazo? Choi SungCheol tiene la bondad de una serpiente de cascabel. Afrontémoslo, tienes mano con los hombres, siempre hay alguno detrás de ti.

Jimin se abstuvo de soltar un resoplido. Si Hwasa hubiera visto cómo YoonGi lo echaba de la ciudad por segunda vez, no pensaría que tuviese mano con los hombres.

-Me limito a ser amable con él, eso es todo. No es nada especial. Y no puede ser tan malo como tú dices, de lo contrario no seguiría en el negocio.

-Sigue en el negocio porque es un hombre de negocios muy inteligente - replicó Hwasa-. Posee un genio único para oler las mejores propiedades justo antes de que se conviertan en las mejores, y las compra por nada. La gente sólo acude a él porque es el que tiene las tierras que ellos quieren.

Jimin sonrió de oreja a oreja.

-Como has dicho, es un hombre de negocios muy inteligente. Conmigo ha sido siempre de lo más amable.

Hwasa podría haberse abstenido de resoplar, pero ella no tenía esas inhibiciones.

-Jamás he visto a un hombre que no haya sido amable contigo. ¿Cuántas veces te han parado por correr demasiado al volante?

-¿En total?

-Bastará con este año pasado.

-Hmm... Cuatro veces, creo. Pero eso no es raro; es que este último año he viajado mucho.

-Ya. ¿Y cuántas veces te han puesto una multa?

-Ninguna -admitió Jimin, poniendo los ojos en blanco-. No es más que una coincidencia. Ni una sola vez he intentado salir del apuro negociando.

-No tienes necesidad de hacerlo, y a eso me refiero precisamente. El policía se acerca a tu auto, tú le enseñas el permiso de conducir y dices: «Lo siento, ya sé que iba como una bala», y él termina devolviéndote el carnet y diciéndote que no corras tanto, porque no le gustaría nada ver esa bonita cara destrozada en un accidente.

Jimin rompió a reír, porque Hwasa iba con él en el auto esa vez que lo hicieron parar. El policía en cuestión era un fornido caballero de la vieja escuela, con un poblado bigote gris y una forma de hablar arrastrando las palabras.

-Ésa ha sido la única vez que un policía me ha dicho algo de mi «bonita cara», fin de la cita.

-Pero lo pensaban todos. Admítelo. ¿Alguna vez te han puesto una multa por exceso de velocidad?

-Pues no. -Controló las ganas de reír. A Hwasa le habían puesto dos multas en los seis últimos meses, y ahora tenía que cumplir estrictamente con la velocidad permitida, con gran resentimiento, porque si le ponían una tercera multa le retirarían temporalmente el permiso de conducir.

-Puedes apostar a que ninguno de los policías que me pararon a mí me aconsejó que corriera menos para que no me destrozase esta «bonita cara» -masculló Hwasa-. No, señor, todos fueron de lo más formales. «Enséñeme el permiso de conducir, señora. Iba usted a sesenta y cinco kilómetros por hora en una zona cuyo máximo es de cincuenta y cinco, señora. La fecha para presentar alegaciones será tal y tal, o bien puede enviar por correo el importe de la multa antes de tal y tal fecha y renunciar a su derecho de impugnar la denuncia.» Yo soy la chica hermosa, a mí no deberían decirme nada Park, todo por tu cara bonita.

Secretos en la noche | Yoonmin [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora