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Hola! Espero que estén bien. Lamento la demora, comencé a trabajar por lo tanto no tengo mucho tiempo. Les deseo una feliz navidad atrasado y espero que lo hayan pasado super!














La oficina del señor Jung estaba situada en la última planta de un edificio de dos pisos. Jimin subió las escaleras esperando, contra toda esperanza, encontrarlo allí, que tuviera el teléfono estropeado, que se encontrara bien. Lo del teléfono averiado no era muy probable, porque si no hubiera podido llamar, lo sabría y simplemente habría ido a otro teléfono. Además, se habría dado cuenta de que no recibía llamadas. A lo mejor se había puesto a trabajar en otro caso y se había olvidado de él.

Pero dudaba de que Jung Daehyun se olvidase de algo.

Su oficina era la primera puerta de la izquierda. La mitad superior de la puerta era de cristal, pero las persianas interiores estaban cerradas y no dejaban ver nada. El día en que lo conoció, tenía las persianas abiertas. Intentó empujar la puerta, pero vio que estaba cerrada con llave. Aunque en realidad no esperaba recibir respuesta, llamó con los nudillos y acercó el oído al cristal.

La estancia al otro lado estaba en silencio.

En la puerta había una ranura para el correo. Jimin abrió la pequeña pestaña y ladeó la cabeza para espiar el interior. Su campo de visión era sumamente limitado, pero distinguió el correo, bastante abundante, desparramado en el suelo.

El detective no se encontraba allí, y aquella cantidad de correo indicaba que llevaba varios días fuera. Cada vez más preocupado según pasaban los minutos, Jimin fue hasta la oficina de al lado.

Según decía el letrero de la puerta, aquél era el bufete de Houston H. Manges. Oyó el ruido de una máquina de escribir y de gente hablando, así que abrió la puerta y entró.

La oficina de Houston H. Manges era pequeña y estaba abarrotada, con los archivos encajados en cualquier espacio disponible. Jimin estaba en zona de recepción, poblada por una mujer diminuta y de pelo blanco y tres ficus, uno de los cuales había alcanzado un tamaño gigantesco. La habitación siguiente, que se veía a través de una puerta abierta, era más o menos del mismo tamaño y estaba forrada de libros desde el suelo hasta el techo. Había un hombre corpulento repantigado detrás de una gastada mesa, hablando con un cliente sentado en uno de los dos desvencijados sillones de imitación de cuero que había frente a la mesa. Lo único que se veía del cliente era la parte de atrás de su cabeza.

La mujer diminuta levantó la vista y sonrió interrogativa, pero no hizo ningún movimiento para cerrar la puerta y así proporcionar un poco de intimidad a su jefe y al cliente. Jimin se encogió de hombros mentalmente y se acercó.

—Soy un cliente del señor Jung, de la oficina de al lado —dijo—. Llevo varios días tratando de localizarlo, pero no lo he conseguido. Por casualidad, ¿no sabrá usted dónde se encuentra?

—Pues no —respondió la mujer—. Hace como una semana se fue a ese pueblo que está tan cerca de Misisipi, no recuerdo cómo se llama, Perkins o algo así. Suponía que aún estaba allí.

—No, se marchó al día siguiente. Está mal del corazón, y me tiene preocupado.

—Oh, cielos. —Su pequeño rostro adoptó una expresión de angustia—. No me acordaba de su corazón. Estoy al corriente, por supuesto. Su mujer y yo solíamos comer juntas; fue muy triste cuando murió; ella me habló de su problema. Decía que era grave de verdad. Pero nunca se me ha ocurrido ver si se encontraba bien. —Cogió inmediatamente la agenda de teléfonos y pasó las páginas hasta llegar a la J—. Probaré con el número de su casa. No figura en la guía, ¿sabe usted? No le gustaba que el trabajo se inmiscuyera en su vida privada.

Secretos en la noche | Yoonmin [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora