Luz

402 39 3
                                    

▪︎ Continuación del escrito anterior <3

———

El reloj en la pared marcaba poco más de medio día. No había dormido nada el día anterior por hacer informes y tampoco había comido. Se estiró en su silla y decidió que ya era suficiente papeleo, al menos por hoy.

Salió de su despacho y se encamino a recepción. Era la hora del día donde venían más gilipollas a tocarle los cojones. Se preparó mentalmente para echarlos a todos pero una risa conocida lo detuvo.

Siguió el sonido hacía donde estaban varias personas poniendo denuncias y gritándole a un pobre oficial que parecía que estaba a punto de llorar del estrés.

Buscó con la mirada al dueño de aquella bonita risa y lo encontró charlando con un hombre cerca de la puerta. ¿Que hacía allí? Nunca lo había visto por comisaría y nunca imaginó verlo ni cerca.

Se le había quedado mirando y el italiano pareció darse cuenta porque se había despedido del señor y estaba caminando en su dirección.

- Hombre, ¿que tal? - saludó al estar lo suficientemente cerca con una sonrisa.

- ¿Que haces en comisaria tú? - preguntó el mayor ignorando su saludo.

- ¿Yo? Pues venía a poner una denuncia. - sonrió altanero el italiano.

- ¿Ah si? ¿A quién? - cuestionó el funcionario alzando una ceja.

- Que bueno que pregunta porque le involucra a usted - respondió, logrando aue Conway frunciera el seño extrañado.

Queriendo evitar los posibles gritos del superintendente y la atención de la gente de alrededor, el Gambino se adelantó - Vengo a denunciarti, perché mi hai rubato il cuore.

Ahí estaba de nuevo, ese nerviosismo que solo ese rubio de ojos bicolor podía causar en el hombre más poderoso de Los Santos.

"Vengo a denunciarte, porque me robaste el corazón"

De nuevo había sido ese pequeño comentario, robarse su corazón, el que hizo que sus mejillas empezaran a tornarse de color rojizo. Frunció el seño y estaba a punto de llamarle de todo pero fue interrumpido.

- Espere... - ahora el rubio parecía igual de nervioso que él. - Antes de que me grite y me saque a porrazos, tome es importante.

Toni metió la mano en su bolsillo y básicamente le aventó una nota a la cara antes de decirle adiós apresuradamente. No le dio tiempo ni de preguntarle por qué no le había dado la nota de forma civilizada porque el chico ya había salido corriendo por la puerta.

Con el color aún en sus mejillas fue a encerrarse en su despacho de nuevo y observó la nota aún cerrada. ¿Por qué si era tan importante no se lo había dicho de frente? No le hizo mucho caso, la dejo sobre su escritorio y volvió al trabajo para distraerse.

---

El reloj ahora marcaba las ocho y veinte de la noche y estaba seguro de que no había avanzado una mierda en los informes por estar pensando que contenía la dichosa notita.

Le comía la curiosidad y no sabía por qué llevaba horas evitando abrirla, así que al fin decidió hacerlo. Estaba en italiano, como no, era corta pero la caligrafía era preciosa.

"Para ti,

Porque caí desde el momento en que te vi por primera vez y ya no quiero seguir ocultando lo que siento.

Si de alguna forma el destino nos diera oportunidad, estaré esperando en el lugar más alto de la ciudad por que es donde las estrellas me harán compañía si lo nuestro nunca existió.

- T.G"

La leyó tres veces para estar seguro de que su italiano seguía intacto y había comprendido bien el contenido de la nota. Cuando estuvo seguro de ello, se apresuró a salir de servicio y buscó su coche. La nota se la había dado horas atrás,  ¿seguiría allí? Eso esperaba, ojalá no sea demasiado tarde, pensó.

--

Llegó al lugar "más alto" de la ciudad en tiempo record y subió casi corriendo el resto de la montaña. Vio con alivio desde lejos que el rubio seguía ahí, apoyado en su coche mirando al cielo, con una expresión triste en su rostro. Se paró a unos cuantos pasos recuperando su respiración, observando al hermoso chico que no salía de su cabeza y se preguntó porqué no había dudado en venir hasta aquí por el, importandole poco la posibilidad que ni siquiera siguiera allí.

El Jack Conway del pasado hubiera arrugado la nota y habría terminado los informes de forma impecable. Pero desde que conoció al de ojos bicolor se notaba más distraído, sus agentes se lo habían mencionado también (lo cual terminó en porrazos para todos, por supuesto).

Se sorprendía a si mismo con una sonrisa boba cada vez que recordaba al rubio y sus gilipolleces cada que se lo encontraba robando un coche. ¿"Lo nuestro nunca existió"? Claro que existe, lo sabe y le da miedo. Miedo porque hace tiempo no sentía así por alguien.

"A Jack Conway no le da miedo nada" pensó asegurandose asi mismo, tomando su decisión.

Se acercó y aclaró la garganta para llamar la atención del chico. El italiano dio un saltito en su sitio, se separo del coche y le miró con sorpresa, el rubio realmente no había tenido esperanza alguna de que el pelinegro llegara en algún momento. Realmente solo quería que supiera acerca de sus sentimientos, porque sabía que era mejor arriesgarse y perder, que no haberlo intentado nunca.

- Conway yo... - no le dio tiempo de terminar porque el superintendente se había acercado totalmente para unir sus labios.

Era un beso lleno de deseo y necesidad, demostrándole cuantas veces se había retenido de mandarlo todo a la mierda y besarle en lugar de pretender enfadarse por que robara un coche o un badulaque. Se separaron luego de un rato por falta de aire.

- Capullo, no me vuelvas a tirar algo a la cara o te juro que te persigo para darte de hostias - le dijo con sus narices aún rozandose por la cercanía.

Toni rió aliviado y volvió a juntar sus labios pero esta vez en un beso tierno, suave. Conway suspiró e intento transmitir todo lo que sabía que no podría poner en palabras y el rubio pareció entenderlo. Siempre lo hacía. A pesar de sus gritos e insultos, el italiano sabía perfectamente el significado detrás. Supo entonces con certeza que había enconcontrado al que parecía ser la luz que tanto necesitaba en su vida llena de oscuridad.

Little WritingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora