"Captulo 23"

143 9 3
                                    

Marcella.

No dejo de repartir besos en su rostro mientras nos lleva por la escalera hasta la habitación, se que no me engaño lo supe esta mañana por ello las buenas noticias al fin sentía que podía abrirme a el pero…

«No aún, no hasta saber la verdad»

Con cada uno de sus pasos provoca una exquisita fricción encendiéndonos de nuevo poco a poco, siento como su longitud palpita esperando liberar el cálido  líquido dentro de mí pero estoy segura que no lo hará hasta que no acabe conmigo pero el me ha vuelto adicta a el sexo loco, desenfrenado y sin fin.
Nos deposita en la cama sin salir aún de mi, cómo si no se planteará liberarme aún.

Me despoja del vestido acariciando mis pechos desnudos.

Beso sus labios mientras acaricio sus mejillas y sale dejándome con una sensación de vacío que estoy segura no solo se refiere a lo físico.

Su perfecto rostro me observa con una sonrisa mientras se coloca de rodillas entre mis piernas.

— Conseguiré tu perdón – asegura, levanta una por una de mis piernas hasta colocarlas en sus hombros.

— ¿A si? ¿Cómo lo harás?.

— Ya verás.

En un rapido movimiento se adentra en mi, sus estocadas son violentas mientras sostiene mis piernas. Un grito me abandona de nuevo cuando sale y se adentra de forma bestial en mi interior sus embestidas llegan lo más profundo de mi.

Alza mi cadera ajustándolas al ángulo perfecto para tocar mi punto de locura haciéndome jadear. Siento mis lágrimas correr debido a la carga de placer, el nudo en mi vientre se vuelve insoportable, lleva uno de sus pulgares a mis labios y soy rápida al introducirlo en mi boca y lamerlo para después soltarlo con una leve mordida en la almohadilla de este.

Acaricia con su pulgar mi clítoris en suaves movimientos precisos que provocan el chorro vergonzoso de humedad.

Sigue aumentando sus movimientos sacando hasta el último de mis jugos, caigo agotada a la cama, siento mi humedad mojar las sábanas pero no su líquido cálido dentro de mi.

— Tres – informa. – ya queda uno.

Su sonrisa debería preocuparme, rayos se que debería pero solo me prende. El verde de sus ojos se vuelve más turbio si es que eso es posible.

— No puedo – jadeo sin aliento y jodidamente sonríe.

— Si puedes, uno más.

Aún dentro de mi me gira colocándome con el culo en pompa, mi mejilla descansa en la cama y jadeo intentando recuperar el aliento.

Joder, ¿Este hombre no se cansa?

Dos golpes en mi mejilla me dejan el culo ardiendo y picando, jadeo en protesta cuando siento la calidez de su pecho en mi espalda mientras acaricia el área de ardor.

— Conseguiré ese jodido perdón, piccolo provocatore.

El escucharle hablar italiano con esa voz profunda y gruesa me desequilibra aún más al saber que sus palabras son el inicio de mi dulce tortura, estruja mis senos y deja un beso  en el inicio de mi espalda.

— Me encanta verte así.

— ¿Con el culo al aire? – cuestiono divertida.

— Con mi polla hundida en lo más profundo de ti. – su voz me causa un escalofrío – pero también con el culo al aire. El y yo ya nos divertiremos después, eso puedo prometerlo.

Su promesa para nada indiscreta me calienta de alguna forma, sus grandes palmas impactan contra ambas mejillas mientras su longitud sale de mi.

Estoy por quejarme cuando su miembro me abre de una forma fácil y exquisita, sus embestidas no bajan de ritmo ni un solo momento  mientras acaricia mi clítoris, pierdo de cuántas veces me vengo, podrían haber sido tres quizá cuatro, el muy maldito dijo uno más pero estoy en el mejor lugar con mi cerebro tan nublado y confuso que apenas alcanzó a escuchar el teléfono sonar a lo lejos.

Ambos lo ignoramos. Sus manos acarician mi espalda hasta llegar a mi cabello toma un puñado y tira de el hasta ponerme de rodillas, su pecho acelerado choca contra mi espalda, su mano libre me rodea y continúa acariciando mi clítoris.

— Ay bebé – su aliento acelerado choca en mi oído – una semana, una jodida semana me has privado de este manjar, nos espera una larga noche.

La promesa en sus palabras me acelera el pulso, sus jadeos entrecortados acompañan a los míos, su mano suelta mi cabello para tomar uno de mis senos y unirnos aún más siento una excitante presión comenzar en mi vientre cuando tira de mis pezones endurecidos.

Mi cuerpo tiembla, mis jugos corren por mis muslos, el choque de nuestros cuerpos se ha vuelto adictivo al igual que la sensación de sus manos en mi cuerpo, el aire me comienza a faltar y no sé si jadeo por el o por lo que este hombre está haciendo en mi cuerpo.

— ¡Damon!

— Lo sé, bebé. Vente conmigo.

Y como si de una orden se tratara me dejó fluir, las caderas de Damon no dejan de chocar contra las mías al igual que su mano no deja de moverse furiosa sobre mi clítoris alargando más el momento.

— Joder, no sabes cuánto te quiero…

Sonrió ante sus palabras y me pierdo.

No tengo idea de cuánto tiempo ha pasado pero abro los ojos sintiendo un cálido cuerpo bajo mi mejilla, me aferró más al cuerpo trabajado acariciando el abdomen marcado.

— ¿Dónde aprendiste a disparar? - curiosea

— ¿Hay algo malo en que sepa hacerlo?

— No la hay, solo que no me lo esperaba. Es bueno que sepas hacerlo – alza mi rostro para conectar nuestras miradas. – así siempre estaré seguro de que si me sucede algo tu estarás bien.

— Pero no te pasará nada.

— No soy inmortal, bebé.

— Se hacer muchas cosas, te asombrarías de mis capacidades.

— De ello no tengo duda.

Me subo sobre su abdomen completamente desnuda sin sentir un solo pelo de vergüenza al exhibirme de tal manera.

Sus manos me acarician los muslos y al verlo bajo de mi con esa sonrisa sexy me estruja el pecho.

— Me gusta la vista desde aquí.

— ¿Te gusta estar sobre la gente?

— Me gusta estar sobre ti – sonríe, acaricio su abdomen – me hace sentir poderosa.

— Eres poderosa.

Se recarga en sus codos alzando su rostro y yo agachó mi rostro para unir nuestros labios en un corto beso.

— Haré todo lo que me pidas, lo sabes ¿Cierto?

— ¿Por el sexo?

— Por qué eres mi esposa, lo haré simplemente por qué eres tú. – lleva la cortina de cabello que cubre mi rostro hacia atrás – eres la mujer más poderosa de New York y sus alrededores por qué yo soy poderoso, sobre mi no hay nadie solo tu.

Sus palabras me calientan el pecho y devoro sus labios en un beso urgido, quiero tragarme las palabras, se que debo hacerlo no está bien hacerlo y dejarme al descubierto por qué se que esto posiblemente no terminará bien pero me es imposible ocultarlas así que repito lo mismo que el dijo solo hace unas horas.

— Te quiero.

— ¿Por el sexo? – bromea.

— Por qué eres tú, Damon Montonari – beso sus labios de forma casta – aunque el sexo también influye mucho.

— Ahora me siento como un objeto sexual.

— Solo y cuando solo seas mío. – pido y me arrepiento de inmediato.

El sentimiento de estupidez me golpea aún más cuando no obtengo respuesta alguna de su parte, intento no enfocarme en lo negativo que crece en mi cabeza y como el oyó en mi pecho parece agrandarse.

Él simplemente me observa con su mirada gélida, tranquila e inexpresiva. Estoy por bajar de él pero me detiene, sus palabras son frías, sinceras y demandantes cuando inicia con el regaño.

— Escúchame bien, Marcella, que no pienso repetirlo.

— No tienes que hacerlo, juro que no volveré a mencionarlo no volveré a pedir lealtad pero tú…

— Escucha – exige interrumpiéndome – estos mes que llevamos de casados ninguna vez te fui infiel, soy fiel a mis votos y a ti. No busco a nadie por qué tengo lo mejor en casa esperando en mi cama y esa mujer eres tu, mi esposa, mi compañera, mi igual, mi mujer, mi Marcella. No hay nadie más, solo tu.

Sonrió sin poder evitarlo y me abalanzó devorando sus labios el ambiente tenso se disipa cuando me separó de sus labios y rodeo su cuello con mis brazos.

— Es bueno eso, por qué si tú no me eres fiel yo tampoco lo seré. – aclaro – soy yo o las demás.

— Por lo visto mi esposa necesita un recordatorio, creo que los otros… ¿ocho? Anteriores no fueron suficientes para hacerle ver que solo deseo a una mujer.

— Espero sean aún más recordatorios.

Rio cuando cambia los papeles y besa mi cuello haciendo cosquillas por su incipiente barba.

— Obtendrás los recordatorios que quieras, cuando los quieras y en dónde los quieras.

— Bien – jadeo – ahora quiero muchos.

— Cómo ordene, mi mujer.


~~~~~~ ♡ ~~~~~~


Damon.

Busco el cálido cuerpo a mi lado pero solo siento las frías sábanas bajo mi palma.

El sol ilumina la habitación y camino desnudo hacia la ventana que da al jardín tomando en el camino mi móvil. Ninguna llamada o mensaje, busco a Marcella haciendo su rutina de ejercicios en el jardín.
La primera vez que la vi entrenando fue difícil no asombrarse aún más cuando normalmente ella despertaba a la misma hora que yo o después pero nunca entrenando.

Hasta hace una semana que comenzó a despertarse temprano haciendo la misma rutina en el jardín.

Cómo si hubiese recibido entrenamiento militar y ciertamente no lo pongo en duda no después de haber descubierto recientemente unas habilidades ocultas.
Pero en el jardín ahora lleno de flores no esta y por alguna razón se siente… Extraño.

Algo se siente realmente mal, bajo buscándola en toda la casa y al final en la cocina donde solo está Alessio tomando una taza de café quien me observa como si me hubiese vuelto loco. Abro la puerta corrediza d cristal que da al jardín pero nada, no está.
— ¿Has visto a Marcella?

— No, ¿Piensas ponerte siquiera ropa interior?

Observo la parte inferior y con una mierda me dirijo a la salida chocando con un pequeño cuerpo que por un momento me da un poco de aire que se esfuma cuando el cabello canoso entra a mi visión.

Ann suelta un grito y tapa sus ojos como si no hubiera visto todo de mi ya.

— Muchacho ponte algo. Lía te va a ver.

— ¿has visto a Marcella? – la ignoro

— No

Salgo dejándola atrás, algo no se siente bien.

— Que busquen a mi mujer – ordenó a Alessio.

Subo a vestirme, hoy es día de universidad debe haber ido o debe estar en la empresa.

Reviso toda la casa de nuevo, las costillas se me comprimen al no encontrarla por toda la maldita casa llamo a su número pero suena apagado. Doy vueltas por toda la sala de estar como un maldito león enjaulado y así es lo me siento ahora sin saber dónde está, suelo tener el sueño ligero cualquier movimiento pequeño suele despertarme. Con una mierda debí de haberla sentido despertar.

Alessio entre sin aliento y sin palabras solo la negación de su cabeza.

— Nadie sabe dónde está. Desapareció.







Capítulos cortos y picantes por la tardanza.

Nos leemos pronto.

Con amor.

Lonnie H.

❤️

Voto De Traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora